JOSÉ VICENTE CARRASQUERO |
Si de algo se llenaron la boca los líderes
del actual proceso político que sufre Venezuela es de haber conquistado la
soberanía. En realidad nunca entendí a qué hacían referencia cuando hablaban de
este concepto de la política. Siempre era como una especie de recurso
discursivo al cual se apelaba para despertar el espíritu patriótico de sus
seguidores.
La pregunta que cabe hacerse en este momento
es: ¿cuán soberanos somos los venezolanos? ¿Es Venezuela un país verdaderamente
soberano como nación? Estas preguntas sirven para introducir dos visiones del
concepto de soberanía. La primera que la hace residir en el pueblo y la segunda
que la hace descansar sobre la nación como un todo de acuerdo a sus tradiciones
y costumbres.
En cuanto a la primera pregunta, podemos
anticipar una negativa que nos pone como una especie de pueblo colonizado por
un proyecto político que nos es ajeno y que ha usado nuestros recursos
naturales para satisfacer las pretensiones de poder de grupos que incluyen a
extranjeros sin derecho alguno sobre nosotros.
El artículo 5 de la Constitución establece
que la soberanía reside en el pueblo y que de esa soberanía manan los poderes
públicos que, por consiguiente, se encuentran sometidos al pueblo. Sin embargo,
en la práctica nos encontramos que los órganos del poder público están ocupados
por miembros del partido de gobierno que no obedecen a la carta magna sino a
sus propios intereses ligados al proyecto político. En otras palabras, para
quienes ocupan el poder público, el proyecto está por encima de los intereses
del pueblo soberano.
Se entiende entonces que al pueblo se le ha
arrebatado su derecho a ejercer la soberanía que establece la carta
fundamental. En ese sentido, al pueblo se le ha secuestrado su soberanía al
extremo de hacerles creer que el presidente es una especie de reyezuelo en el
cual descansa ese poder soberano del pueblo. Hay que recordar que primer mandatario
se refiere al presidente en la calidad de haber recibido un mandato del
soberano (pueblo) para gobernar de acuerdo a la constitución y las leyes. Por
lo tanto, ese primer mandatario es un delegado del pueblo y no su jefe como
interesadamente han querido hacernos creer desde hace décadas.
En cuanto a la soberanía nacional el asunto
es mucho más grave y está quedando en evidencia en la medida en que nos
adentramos en la tenebrosa crisis económica que nos arropa cual tormenta
colosal que viene a barrer con todo lo que encuentre a su paso.
Pone en duda la soberanía nacional el que el
presidente tenga que consultar a la metrópoli habanera las decisiones que debe
tomar en ejercicio de la soberanía popular para minimizar el impacto del
descalabro económico generado por la peor gerencia de nuestros recursos que
haya visto nuestra historia.
Pone en cuestionamiento nuestra soberanía los
cada vez más frecuentes viajes al imperio chino a buscar recursos que
normalmente vienen aderezados con obligaciones y restricciones que disminuyen
nuestra capacidad de maniobra. Lo mismo pasa con el imperio ruso del cual nos
hemos hecho cada vez más dependientes en materia armamentista y de auxilios
petroleros.
La Faja Petrolífera del Orinoco fue entregada
en lotes a distintas naciones. Fue usada para hacer diplomacia de favores. Lo
cierto es que el desarrollo de esta gran reserva de hidrocarburos está muy
atrasado y pone en riesgo el que Venezuela pueda seguir siendo un país
petrolero. Nuestro país es incapaz, en estos momentos, de aumentar su
producción petrolera por cuenta propia. De ahí la lloradera para disminuir la
producción petrolera de la OPEP.
Si vamos a lo más concreto y del día a día
podemos decir que: a) no contamos con soberanía alimentaria puesto que no
podemos vivir sin lo que se importa para comer; b) no contamos con soberanía
territorial ya que grupos guerrilleros y bandas criminales se han hecho dueñas
de buena parte de nuestro territorio y lo controlan; c) no tenemos soberanía en
salud porque dependemos de insumos y medicinas importadas con las que no
contamos en estos momentos; d) no somos soberanos en las comunicaciones porque
los celulares deben ser importados a altos precios y las redes fallan por falta
de suministros, e) no hay soberanía en las carreteras que cada vez tienen más
personas muertas por accidentes de vehículos que fallan produciendo accidentes
fatales; f) no hay soberanía eléctrica y se acaba de firmar un acuerdo con el
imperio chino para el desarrollo del sector que tiene años de retraso.
La lista es inmensa. La ignorancia e
incapacidad de quienes han conducido al país durante los últimos años ha dañado
lo más sagrado de nuestro gentilicio. Nos han confiscado la capacidad de
responder por nosotros mismos. Dependemos de intereses extranjeros para nuestra
precaria subsistencia. Somos víctimas de intereses económicos y geopolíticos de
otros países que nos usan en sus juegos de poder.
Quienes se llenaban la boca hablando de
soberanía nos dejaron la tarea de conquistarla nuevamente. La que vivimos actualmente
es una ficción.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
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