Creo haber escrito, leído y escuchado eso en anteriores ocasiones.
Solía pensar que esto se terminaba cuando el precio del petróleo no alcanzare
para pagar la cuenta. Pensaba que sin el liderazgo del finado no habría
revolución sustentable. Cada nueva metida de pata gubernamental me parecía presagiar un final acelerado.
Nos sorprende el final del año 14 en la más aberrante de las
situaciones, con un país destruido desde todo punto de vista; desde las bases
morales hasta la pintura de las fachadas. Ya ni suenan los fuegos artificiales
que la gente compraba para embadurnarse del olor a pólvora. Algo me recuerda a
la Cuba llena de fantasmas y de miedos. Muchos venezolanos se han ido como se
fueron los cubanos hace medio siglo.
Está bien que se nos vaya el 14 así de mal, lo que no debemos
tolerar es que nos sorpresa el 15 también así. Hora de actuar y recordar que
este -no otro- es el país que les dejaremos a nuestros hijos. Basta de pasar
frente a una cola en un Bicentenario y sorprenderse. Solo sorprenderse. Basta
de pensar que a esta mi Venezuela la arreglará otro diferente a mí. Hora de
poner el pecho y asumir un rol en la tarea de producir un cambio.
Ni se le ocurra soñar que la solución es a tiro limpio. En ese
terreno dejaremos sangre y espantaremos las soluciones. Tenemos la razón, no
tenemos las armas ni el carácter violento. A usted y a mi nos aterra un gentío
y la violencia que termina conduciéndonos a un lugar peor. Nos toca entonces la
tarea de ganar espacios a punta de palabras, letras, dibujos y acciones. Nos
toca la misión de hacer que cada uno de nuestros vecinos se incorpore a una
lucha pacífica pero sostenida que conduzca a cambiar nuestro gobierno, lo cual
será fácil en el estado que está el país, para hacer lo más dificl que será
cambiar a nuestra sociedad. Las fachadas se pintan con una brocha pero las
bases morales de una sociedad se reparan con tiempo y educación bien planteada
en un marco conceptual apropiado.
Dejé de escribir hace año y medio. Lo hice arrastrado por el mismo
marasmo que nos invade a todos. Lo hice para oxigenar mis ideas y me quedé allí
pegado al oxigeno sin ganas de volver. Tengo días escribiendo la primera letra
y semanas huyéndole a este regreso. Pero aquí estoy de nuevo, porque resolví
que trabajar por esto es más fácil que evadir la mirada de nuestros hijos
cuando nos cuestionen el porqué les dejamos perder su país.
No me pregunte qué hacer, haga algo que lo incorpore a esta
silenciosa lucha. Yo hoy hice mi parte que espero le estimule a usted. Ánimo
Venezuela que Bolívar lo hizo a caballo y tuvo que cruzar la Sierra Nevada
andina sin gasolina, leche en polvo y pañales.
No sé si falta poco, pero falta menos que antes.
Enrique Pereira
vienegrande@yahoo.es
@pereiralibre
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