CARLOS E. AGUILERA A. |
Según
las creencias populares haitianas, la “zombificación” radica en capturar la
parte del alma que une a ésta con la
persona, de manera que el individuo está consciente de lo que le ocurre, pero
no tiene voluntad propia que le haga reaccionar porque se encuentra
teledirigido por un bokor, que son los sacerdotes vuduÌ y supuestos indicados
para realizar el hechizo que priva a alguien completamente de su voluntad.
Poco
a poco, y con la ayuda de la literatura fantástica y el cine, la palabra
“zombi” se fue convirtiendo en un sinónimo de muerto viviente, alguien que sale
de la tumba con los brazos extendidos y
los ojos en blanco para matar a los vivos. Otros se refieren a personas que
hacen las cosas sin pensar, de forma mecánica y, aparentemente, sin voluntad
El
“bokor” al que se refieren las creencias en la patria de Alejandro Petión, parece haber hechizado a quienes
incrédulamente en nuestro país, cayeron embelesadamente en el discurso
populista y demagógico, bajo un falso abalorio verbal dizque socialista,
marxista y bolivariano, que al principio disimuladamente no se atrevieron – ni
el propio extinto Chávez – a llamarlo por su nombre, sino tiempo después cuando
convencido de que era dueño del país, se quitó la careta y anunció su tan
mentada revolución socialista del siglo XXI, que no era otra cosa que el
comunismo en su propia esencia. Claro, tutelado por su mentor el cubano Fidel
Castro, otrora invasor de la soberanía venezolana, derrotado por valientes y
valerosos hombres de las Fuerzas Armadas Nacionales, que combatieron
ardorosamente las guerrillas con las cuales se pretendía imponer un gobierno
antidemocrático.
Fueron
cientos de venezolanos uniformados, que ofrendaron sus vidas en defensa de los
más claros derechos sociales y de libertad, bajo las órdenes de un hombre que
la historia no ha sido mezquina en reconocer su valía y principios ampliamente
democráticos: Rómulo Betancourt, a quien no le tembló el pulso para poner en su
sitio al barbudo cubano, luego del fracasado desembarco de los hombres que
había enviado y llegaron a las playas mirandinas de Machuruto, tras lo cual le
envió un mensaje tajante: “Díganle a Fidel Castro que Venezuela no importa
libertadores, sino que los parió”.
Y
es que el pueblo venezolano desde la época independentista y en el transcurso de
su vida, siempre ha sido amante de la libertad, su bien más preciado, por
cuanto su significado está ligado con la esencia y naturaleza de su ser, y es la causa de su capacidad racional y
fuente energética que ilumina los caminos del desarrollo social, logros
obtenidos gracias a las luchas sociales libradas en su empeño por realizarse a
sí mismo. Ha privado en este empeño la dignidad, que es el contenido de la
libertad erguida ante la vida y sus contingencias naturales, por lo que está
consciente de que al perder la dignidad también pierde su libertad.
¿Por
qué nos atrevemos a calificar al chavismo como zombi?. Creo que no necesita mucha explicación, si
tomamos en cuenta su manera de actuar en las concentraciones, marchas y cuanto sarao inventan para distraer la
atención del pueblo, ante los graves problemas que afronta, tales como la
inseguridad, desempleo, nepotismo, corrupción, escasez de alimentos y
medicinas, detenidos políticos, torturas, humillaciones, insultos, atropellos,
ataques a los medios de comunicación, además de persecución y detención de
periodistas y pare usted de contar. Actúan como zombies, torpemente, de manera
agresiva, insultante, grosera, mas ni menos, cual seres que desprecian a
quienes se les atraviesan en su camino.
Y
es que el chavismo, ahora devenido en madurismo, actúa como los “zombies” pues
hacen las cosas sin pensar y, aparentemente, sin voluntad”, teledirigidos por
“bokor”, que no es otro que el extinto Chávez, al que proclaman a todos los
vientos como el Comandante Eterno, tras su muerte hace casi dos años y bajo
cuyo pretexto exhiben muy orondos sus mensajes grabados y televisados, incluso
en el seno de las propias Fuerzas Armadas, cuando en cada acto que realizan –
que suelen ser recurrentes y casi a diario – lanzan el grito de guerra: “Chávez
vive…la lucha sigue”.
Si,
ciertamente, la lucha sigue, pero la del pueblo venezolano hastiado de tanta
abulia, burla, descaro y cinismo de quienes durante casi 16 años que llevan
enquistados en el poder, no han hecho otra cosa que mal conducir al país por
los caminos de un atajo, en el que pende
la vida de millones de venezolanos, hoy por hoy, hundidos en la desesperante
angustia de no saber hasta cuando durará esta horrible pesadilla.
El
país está cansado hasta más no poder del insulto, agravio y escarnio con el que
se expone a muchos venezolanos, por el solo hecho de no comulgar con la tan
mentada revolución socialista, marxista y bolivariana, y por ende
comunista -según propias palabras de
Fidel Castro – , para cuyo fin se utiliza la alta tribuna de la jefatura de
Estado, y se escucha denostar a más no poder contra venezolanos ilustres, como
en días recientes cuando Maduro espetó a todo gañote: “El primero en iniciar la
campaña contra el gobierno, es esa basura llamada Alberto Federico Ravell.
Alberto Federico Ravell no seas cobarde, metete conmigo que soy un hombre y me
puedo plantar frente a ti”. Añadiríamos:
¿y porque no se mete con la gente que a diario le exige viviendas, trabajo, seguridad,
calidad de vida y todo cuanto le permita mejorar su bienestar personal y el de
su familia?. Fanfarreando no convence ni a sus propios acólitos, pues son
muchos los que a estas alturas se han dado cuenta del tiempo perdido
defendiendo lo indefendible, por lo que han dejado de lado sus gorras, camisas
y artilugios que exhibían en sus marchas.
Los
chavistas “zombies”, desconocen sin lugar a dudas los principios éticos y
morales que nos legó el Libertador. Uno de ellos, cuando sentenció: “La
naturaleza, a la verdad, nos dota al nacer del incentivo de la libertad, más,
sea pereza, sea propensión inherente a la humanidad, lo cierto es que ella
reposa tranquilamente, aunque ligada con las trabas que le impone. Al
contemplar este estado de prostitución, parece que tenemos razón para persuadirnos
que los más de los hombres tiene por verdadera aquella humillante máxima, que
más nos cuenta mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso de
la tiranía. Ojala que esta máxima no estuviese sancionada por la indolencia de
los hombres, con respecto a sus derechos más sagrados”
Carlos
E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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