CARLOS CANACHE MATA |
Aun
cuando las negociaciones secretas en busca de un acercamiento entre EEUU y Cuba
se venían realizando desde hacía 18 meses, no es aventurado pensar que la
posible pérdida o disminución de los grandes subsidios que Venezuela otorga a
la isla, a causa de la brutal caída de los precios petroleros, aceleró la
culminación del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos
países, anunciado sorpresivamente el pasado 17 de diciembre.
Los
Castro temían que Cuba tuviera que pasar por un nuevo “período especial”, con
sus estrecheces y miseria, como el que padeció cuando en 1991 desapareció la
URSS y perdió la ayuda económica que recibía. Lo que tal vez esos líderes nunca
se imaginaron es que ahora, ante la eventualidad de la ausencia o limitación de los subsidios
venezolanos, se iban a ver en la necesidad de recurrir, como señala Moisés
Naim, a “su archienemigo, Estados Unidos…para abrirse a las inversiones, el
comercio y el turismo estadounidense” (El Nacional,21-12-14)
Como
los Castro saben que la política de embargo económico, vigente desde 1962, fue
ratificada en 1996 por la Ley Helms-Burton y ésta sólo puede derogarla el
Congreso de EEUU, que desde el próximo mes de enero estará controlado
totalmente por los republicanos, es por lo que, mientras se sube la cuesta
arriba de esa derogación, han pedido (¿o rogado?) que Obama “utilice con
determinación prerrogativas ejecutivas para modificar sustancialmente el
bloqueo en aquellos aspectos que no requieran la aprobación del Congreso” (Raúl
Castro el sábado pasado en la clausura del pleno de la Asamblea Nacional de
Cuba).
El
“archienemigo” Obama ha complacido a los Castro y ha ordenado que, mediante
enmienda a normas del Departamento del Tesoro y el Departamento de Comercio, se
implementen de inmediato los cambios de la nueva política que potenciarán
“nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano” (véase el Comunicado de la
Casa Blanca titulado “Nuevo Rumbo para Cuba”), los cuales, entre otros, son:
autorización de expansión de ventas y exportaciones comerciales para fortalecer
el naciente sector privado cubano; las instituciones de EEUU podrán abrir
cuentas en instituciones financieras cubanas para facilitar las transacciones y
se permitirá que los viajeros a Cuba usen tarjetas de crédito y débito de EEUU;
aumento de los niveles de remesas a Cuba de 500 a 2.000 dólares por trimestre;
apoyo al crecimiento de los emprendimientos del sector privado; ampliación de
los permiso de viaje a la isla; incremento del acceso de Cuba a las
comunicaciones; revisión de la inclusión de Cuba en la lista de estados
promotores del terrorismo, lo que contribuirá a abrir puertas a la inversión
extranjera, etc.
¿Estos cambios económicos traerán cambios políticos en Cuba? ¿Los
ventrílocuos cubanos, que están de regreso, bajarán la retórica
antiimperialista de Maduro y compañía?
De eso
hablaremos después de Año Nuevo.
Carlos Canache Mata
canachemata@gmail.com
@CarlosCanacheMa
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