domingo, 2 de noviembre de 2014

VÍCTOR DANIEL ALBORNOZ, LAS PERSECUCIONES ESTUDIANTILES O LOS PELIGROS DEL SABER EN TIEMPOS DE CÓLERA

VÍCTOR DANIEL ALBORNOZ
¿Quién más?, ¿quién menos? Todos hemos sentido, aunque sea  una vez en la vida, la sensación de que, cual estudiantes, aprendemos algo de alguien. 

Pero más allá de eso, existen quienes han comprobado que ser estudiantes no es solo una sensación, sino más bien una actitud ante la vida. ¡”Peligrosa actitud” la escogencia de ser estudiante en tiempos revueltos y de gobiernos totalitarios! 

Evidentemente, no se es estudiante solo por tener un carnet de matriculación en una universidad, de hecho existen pseudouniversidades que matriculan sin que sus miembros lleguen a ser verdaderos “estudiantes”, sino más bien una suerte de “seres adoctrinados obedientes”. Por supuesto, estos no emiten opinión disidente y no son de esos que por pensar y proponer desde un universo intelectual variopinto incomodan y ponen en riesgo a las dictaduras. 

Pero hay más que decir sobre el hecho de que ser estudiante sea una actitud y no simplemente una matriculación, hay que hablar, por ejemplo, de la edad: los estudiantes son jóvenes, claro que sí, pero no por la edad sino por su espíritu juvenil, curioso y acusioso. 

¿Acaso no fueron siempre estudiantes Aristóteles, Newton, Andrés Bello y Jacinto Convit? para poner ejemplos archiconocidos. De modo que no es menos estudiante el que no está matriculado como tal, sino el que no tiene la actitud. 

En todo caso, conozco muchas personas mayores siempre dispuestas a aprender como el más joven de los estudiantes, pero también conozco a intelectuales o, mejor dicho, para seguir la tónica, a pseudointelectuales a los que su espíritu juvenil se les ha secado y ya no tienen la actitud cognoscitiva rebelde que hace peligrosos a los estudiantes.

Pero, por qué son “peligrosas” para los regímenes dictatoriales estas personas que se identifican como estudiantes. Para muestra un botón, o dos, y hasta tres si se quiere. Una simple mirada a la historia venezolana del siglo pasado nos puede mostrar cómo ha sido justamente el sector estudiantil el que impulsó los cambios políticos y sociales más significativos que vivió el país: La Generación del 28, es uno de estos ejemplos, aquel grupo estudiantil que hizo frente al caudillismo de Juan Vicente Gómez de manera hasta entonces poco ortodoxa; haciéndose sentir en las calles de la ciudad con desfiles, concentraciones y hasta recitales, y ya no en un campo de batalla, como mejor habría querido el dictador. Esa valiosa generación estudiantil, antes apresada, torturada y reprimida, terminó por hacerse al timón del país una vez muerto el dictador y de ella nacieron los movimientos políticos que darían cuerpo y forma al devenir político venezolano en las próximas décadas, con la fundación de Acción Democrática y el Partido Comunista Venezolano. 
La caída de otro dictador, Marcos Pérez Jiménez, tuvo entre sus principales artífices nuevamente a los estudiantes, de la mano también con la Junta Patriótica, a pesar de que la estocada final estuvo a cargo de los militares. Por supuesto, en esta oportunidad no faltaron las torturas, los allanamientos y hasta las ejecuciones de estudiantes. Y para ir ya a finales del siglo XX, recordemos el movimiento estudiantil de finales de los años ochenta y su lucha contra el cada vez menos popular bipartidismo, que llevó su protesta a las calles y fue sin duda el primer detonante de las crisis políticas que se vendrían en los años noventa y que terminarían con el intento fallido de golpe de Estado por parte de Hugo Chávez y su posterior elección como presidente. 
De modo tal que casi nunca ha sido fácil ser estudiante en Venezuela. Sobre el lomo y el entendimiento de los estudiantes se posan los cambios políticos y sociales más significativos que experimenta el país, y eso lo sabe bien quien esté en el poder, por eso el estudiante es sinónimo de peligro para quien detente el poder, y por supuesto, más aun para quien tenga entre sus planes un escenario político absolutista. Cuando el poder es ilegítimo y se siente amenazado por el saber, es decir, por los estudiantes, se suelen repetir los escenarios de represión, tortura, intimidación, exterminación de quienes por naturaleza no se someten a un pensamiento único y, por supuesto, recorte presupuestario a todo lo que tenga que ver con el saber, a todo lo que ofrezca al ciudadano la posibilidad de abrir los ojos y, muy particularmente, a las instituciones más repletas de estudiantes verdaderos: las universidades autónomas.
Sí, las universidades autónomas abren los ojos a sus estudiantes, por eso no han sido las instancias más favorecidas por ningún gobierno. Para colmo, como se decía en el mayo francés del 68: “no puede volver a dormir tranquilo aquel que abrió los ojos”.
Siempre habrá quien no quiera ver a los pueblos abrir los ojos, y probablemente quisieran que cada ser pensante, cual Edipo, se quitase la vista voluntariamente, o en último caso por la fuerza. Sí, también en cada momento de persecución al saber, según nos enseña la historia venezolana, se ha cegado a muchos hombres e instituciones por la fuerza. Pero nunca se podrá cegar a todos; el germen de mirada crítica de soslayo hacia el poder andará siempre rondando y algún día lo dirá todo. Como lo diría, paradójicamente, un comunista: “podrán cortar las flores, pero nunca detendrán la primavera” y ese es nuestro último refugio de optimismo.
Víctor Daniel Albornoz
albornozdan@gmail.com
@albornozdan

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