sábado, 15 de noviembre de 2014

SIXTO MEDINA, LA CORONACIÓN DE UN SUEÑO, CAIDA DEL MURO DE BERLIN,

Hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989. La población alemana de Berlín Oriental despierta con el mismo sentimiento de asfixia y encarcelamiento sufrido día tras día desde 1962, año en que se inauguraba el tristemente famoso “Muro de Berlín”. Pero éste no era un día común. Los berlineses de oriente se encontrarían ese día con la tan ansiada noticia que les traería no sólo esperanza y progreso, sino lo más importante e imprescindible para el mismísimo ser humano ¡Libertad!

La frontera entre dos mundos ideales- el del hombre en libertad y el del hombre subordinado íntegramente a la abstracción totalizadora del Estado- se desdibujó en pocas horas y dejó a la vista lo que hasta ese momento parecía una imagen de pura fantasía: una Berlín de libre circulación hacia uno y otro lado de la Puerta de Brandenburgo.

Las generaciones que habían crecido o madurado en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial no imaginaron que iban a ser testigos, alguna vez, de la caída estrepitosa del imperio comunista. Aun los que sabían que había fisuras internas cada vez más comprometedoras en el régimen soviético- y en su dilatado emporio de países satélites- suponían que el estrepitoso final iba a producirse en un plazo más lejano y pensaban que no iban a vivir lo suficiente para verlo.

Pero los procesos históricos- ya se sabe- son a menudos impredecibles. Hacia los últimos meses de 1989, la cortina de hierro empezó a mostrar su vulnerabilidad en vastos puntos del tenso mapa europeo; en Hungría, Polonia, en Checoslovaquia. Y, por supuesto en Berlín. La ola de gente que quería pasar al sector occidental de la gran ciudad alemana creció aceleradamente, lo que obligó a las autoridades de la Republica de Alemania Oriental (RDA) a dictar una norma- primero una ley, luego un decreto- que flexibilizase el tránsito de personas hacia Berlín Occidental. Pero la fuerza de los hechos fue más veloz que la ley escrita y el 9 de noviembre un puñado de resueltos activistas comenzó a derribar el afrentoso muro.

Ante el cariz que tomaban los hechos ese mismo día, un miembro del politburó de la RDA, Günter Schabowsky, se vio obligado a reconocer públicamente, ante una rueda de periodistas, que estaba ya en vigor el libre tránsito a través de los puestos fronterizos. En realidad, la norma no tenía aún vigencia formal pero los pueblos suelen pasar por encima de los códigos cuando se trata de conquistar la libertad. La caída del Muro de Berlín fue el símbolo que pronunció la agonía del imperio fundado por Lenin y consolidado por Stalin. Y marco el comienzo del fin de la Guerra Fría, que en sus horas de mayor tensión había colocado al planeta, más de una vez, al borde de la hecatombe nuclear.

 A 25 años de distancia, el muro de Berlín aparece como el punto de partida de un proceso histórico en el que nuevos padecimientos y nuevos temores han ido sustituyendo a los que agobiaban a la humanidad en 1989. No debe faltar un espacio en la reflexión para la evocación de los hechos que significaron un avance en la marcha hacia el reconocimiento de la dignidad del hombre. En esa marcha, la caída del Muro de Berlín fue un hito de extraordinario valor. Por supuesto la marcha sigue. Nuevos desafíos reclaman, ahora, sobre todo en Venezuela, nuevas respuestas. Y siempre habrá nuevos muros por derribar.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@sm_sixto

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