martes, 25 de noviembre de 2014

SIMON GARCIA, LA UNIÓN NO ES UN MITO,

SIMON GARCIA
Dentro del modelo socialista autoritario no hay solución a la crisis. Puede que se persiga la ilusión de un Dakazo, pero si el gobierno continúa la destrucción del aparato productivo privado y la redistribución de la renta con fines fundamentalmente políticos se le terminará de partir el serrucho. Mientras el avestruz oficialista más se auto entierre, mayor será el desastre que tendremos que afrontar todos los venezolanos.

            La experiencia de estos quince años contiene elementos positivos, aunque sus aspectos  destructivos, que se han multiplicado los dos últimos años, comienzan a marcar la valoración global. Los fracasos se reproducen por todos lados. El más visible es que vivir en Venezuela supone un batallar con las más cotidianas realidades.
            La crisis del modelo, la errada gestión de Maduro y la pérdida de las motivaciones originarias han resquebrajado transversalmente al chavismo. Todas las corrientes y grupos dirigentes capaces de expresar críticas y llamados de cambio de rumbo del proceso, intentan salvaguardar lo que consideran un proyecto revolucionario. En su mayoría tienen una trayectoria que les da autoridad para levantar una disidencia por razones de principio.
            Respecto a los seguidores el mapa es más movido. Unos se sienten abandonados y excluidos.  A otros, la decepción  no les da ánimo para seguir poniendo sus hombros para que otros trepen. Finalmente, están los que, resistiendo los embates de la cúpula burocrática, expresan abiertamente sus malestares, porqué ya no se resignan a santificar todo lo que hace o deja de hacer el gobierno.
            En la Venezuela de hoy el descontento es el consenso.  La pregunta es si pueden llegar otros consensos desde nuevos espacios de convivencia y limpia confrontación entre quienes, teniendo proyectos políticos opuestos, comienzan a actuar juntos para tener más fuerza y eficacia en la defensa de intereses existenciales que les son comunes. La ideología se guarda para otros temas.
            Si este escenario, que ya está manifestándose en la base de la sociedad, adquiere significación nacional, entonces debatir sobre la transición (ocurra cuando corresponda)  aumentará la posibilidad de su evolución pacífica y constitucional. Y ocurrirá, al margen del gobierno, que sigue empecinado en reimponer una alta polarización y evitar el menor gesto de aproximación con la Venezuela que tiene una visión de la democracia, de la economía y de la política diferente a la que se dicta desde Miraflores.
            Dialogar para unir es distinto a hacerlo para dejar las cosas tal y como están. El diálogo con y entre los sectores populares es más bien una herramienta de lucha, un esfuerzo por reconocer que el otro, el que piensa distinto y contrario a nosotros, también tiene derecho a dar su aporte para definir y defender el tipo de sociedad que nos merecemos. Hay un buen punto de partida: ellos y nosotros buscamos cambiar el rumbo actual, sin reponer los vicios, carencias y limitaciones que contribuyeron a la crisis del proyecto democrático 1958/1989 ni las que condujeron al fracaso del ciclo 2000/2015. 
            Es hora de intentar innovaciones en la estrategia de la oposición y esbozar un modelo alternativo que conjugue bienestar con igualdad, propiedad privada con solidaridad, justicia social con ejercicio efectivo de los derechos. A partir de esos y otros supuestos mínimos, ¿podremos redefinir pluralmente las bases de la Venezuela del siglo XXI?
            Es un tema que hay que resolver previo a deshojar la margarita entre revocatorio, constituyente, renuncia o elección presidencial. Y hay que resolverlo porque el gobierno está llegando a un punto de pérdida de legitimidad y apoyo social que pudiera incapacitarlo para encarar una transición hacia la democracia.     
            Existen otros riesgos y desafíos de monta, pero el agravamiento de la crisis empuja a la oposición a desanudar un primer dilema: ¿aprovecha la crisis sólo para fortalecerse o paga el costo de convertirse en un sujeto político que se hace responsable de las medidas para sacar al país de esta crisis y para reducir sus graves efectos sobre los sectores más vulnerables?
            2015, año electoral. Tiempo para combinar las diversas formas de lucha para disputarle democráticamente el poder al autoritarismo y para abrir un ciclo de cambios con unidad nacional. No podemos escapar del futuro: encontrarnos es lo mejor para el país.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.