domingo, 9 de noviembre de 2014

SIMON GARCIA, LA TRANSICIÓN ESTÁ AQUÍ,

            
No puede saberse  cuando ni cómo tomará cuerpo, pero si puede decirse que la transición ha comenzado. Los signos que la anuncian nacen de la necesidad de parar la pérdida de país que nos esta carcomiendo. Cada día que pasa el dilema se aclara: hay que escoger entre tener país o seguir con una revolución que ha dejado de serlo. 
            Durante estos años las fuerzas democráticas, en algunas oportunidades, lograron ser una mayoría circunstancial. Ahora, por primera vez, cuentan con las condiciones favorables para convertirse en una mayoría plural irrefutable, capaz de moverse con instituciones, reglas y espacios para resolver pacíficamente la confrontación entre este modelo de liquidación de la estructura institucional y la economía de mercado y un modelo basado en introducir reformas avanzadas sin rupturas. El mundo marcha en el segundo carril, excepto Cuba, Corea del Norte y Venezuela.
            La sola aparición de esa mayoría irrefutable, cuya prueba de existencia serán las parlamentarias, exigirá del PSUV una auténtica reconducción del actual régimen o abrir desde su proyecto político una estrategia diferenciada de quienes sólo quieren el poder para sí mismos. Paralelamente acelerará la sustitución del actual gobierno por vías contempladas en la Constitución Nacional. Todos los caminos conducen a cambios en el régimen o del régimen.
            La forma pacífica de encontrar áreas de concurrencia y áreas de competencia entre estas dos grandes visiones de país es el diálogo. Pero la cúpula oficialista rechaza dialogar para cambiar, porque aún confían que con su monopolio del poder podrán imponerle una rendición a la nueva mayoría.
            Todas las encuestas, así como el lenguaje de la calle reflejan que hay un consenso nacional en contra de la actual gestión gubernamental y del modelo estatista autoritario que se pretende incrustar a perpetuidad. El punto es si hay fuerzas suficientes en el gobierno y el PSUV para acometer el paso atrás que otras revoluciones han dado para sostenerse? O ¿preferirán degenerar en una locura totalitaria?  
            El problema es que acentuar la represión, los mecanismos de co0ntrol de toda la sociedad y la definitiva demolición de la democracia no puede llevarse a cabo sin afectar a muchos sectores que han servido de base de apoyo del llamado proceso revolucionario. Esa fase de destrucción de si misma está en pleno apogeo: los disidentes son considerados  infiltrados, los colectivos delincuentes, los críticos agentes del enemigo y los que exigen rectificaciones son traidores. La intolerancia, la persecución y la suspensión de los derechos se desata contra los seguidores inconformes de la revolución con la misma brutalidad excluyente que se ha aplicado a quienes han hecho resistencia directa.
            La consecuencia inevitable es que más de la mitad de los seguidores del proceso están en posición conflictiva con la cúpula cívico militar que a veces se presenta como órgano máximo de conducción y con el rumbo que han tomado. También han perdido la confianza en Maduro. Se trata de exigir cambios, unos más radicales y otros mas democráticos, por consecuencia con los ideales o porque se desaprueba una gestión cuyos resultados no pueden ser avalados ni por la razón, ni por el corazón, ni por el estómago.
            Este rechazo masivo, desde el seno de la revolución, tiene varios destinos: unos encuentran se aproximarán a la oposición para fortalecer su dimensión social y su naturaleza progresista; otros se abrirán con una oferta de transformación revolucionaria no autocrática y finalmente existen quienes, desasistidos de fé, dilatarán el sector de los que ni quieren saber nada del país ni quieren hacer nada por él. Se multiplican los NINI rojo rojitos.
            Si esta dinámica está operando, estamos en presencia de una vía no convencional, fuertemente inédita, para contribuir a formar una mayoría sólida entre venezolanos que tienen dos concepciones distintas y en varios aspectos opuestas de país, pero que suscriben un mismo artículo N° 1 en sus estatutos para la convivencia: no está permitido tratar al otro como un enemigo al que hay que desaparecer sino como un rival al que hay que respetar.
            La transición está aquí porque el modelo de socialismo autoritario encalló. Su contradicción ya no es con la oposición sino con el país. Es urgente un nuevo entendimiento que supere a los dos populismos que han fracasado.

Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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