RUBÉN RIVERO CAPRILES |
Los independientes somos hoy la primera
fuerza electoral de Venezuela, conformamos el 43% según encuestas anunciadas
por José Vicente Rangel el domingo 23 de noviembre 2014. El GPP conserva 39% de
simpatía y la MUD sólo retiene al 18% de los votantes.
Los independientes serán
excelentes consumidores potenciales de las despolarizadas ofertas políticas que
propondremos las nuevas alternativas durante los próximos años. No nos
arrepintamos de haber ejercido nuestro libre albedrío en un momento pasado de
la vida, pues entonces entraría en contradicción la libertad democrática de
elegir. Pero sí podemos exponer que las promesas electorales de Maduro fueron
diferentes a lo que ahora ofrece. Muchos habíamos preferido votar por Chávez y
por Maduro porque más valía malo conocido, no queríamos que llegara al poder el
bueno por conocer. Los totalitarios anhelan una profundización revolucionaria
con burócratas que no sean corruptos.
Los políticos no aprendemos a dedicarnos a
otras cosas de vez en cuando. Solemos enchufarnos a cargos presentes y futuros
en un afán personalista de mera estabilidad laboral. La permanencia indefinida
en la administración pública, disfrazada mediante enroques, fomenta corrupción
en los burócratas. Nuestra mentalidad venezolana es tan totalitaria que sólo es
factible hacer campañas para subir hacia el centro. En algunos años podremos
seguir subiendo hacia lo libertario. Calémonos y solventemos críticas
constructivas y destructivas. Si a estas alturas de la vida seguimos con la
ladilla del legado de Chávez, no habremos madurado para nada.
La intolerancia e intransigencia constituyen
delitos para ser denunciados, erradicados, castigados y sometidos al escarnio
público con carácter retroactivo. Somos fascistas cuando imponemos odios, pues
generamos rechazo electoral a cualquier opción adversa a este régimen. Nos
hemos dejado instaurar el vocabulario cubiche al preocuparnos por presuntos
infiltrados. Damos vergüenza al no querer abrirnos a otros modos de vida que
desconocemos. Nuestra tenacidad azuza groserías y resentimientos propios de los
ultras recalcitrantes. Fastidiamos con nuestro vocabulario arrabalero al ansiar
depuración de la raza, para que sólo los opositores de cuna y alcurnia lleguen
al magno firmamento de los no traidores.
La mentalidad comunista debe ser tan
respetada como la mentalidad capitalista en una sociedad libertaria. Persisten
preocupantes síntomas de totalitarismo en quienes acusan de traidores a la
patria a quienes no piensan exactamente igual que nosotros. Nos negamos a
comprender por qué tanta gente se resiste a abandonar el régimen. El odio que
vomitamos es peor que los maleficios económicos que padecemos. Ocurre que
muchos de forma democrática prefieren votar por el totalitarismo pues así se
sienten seguros.
Ruben Rivero Capriles
rivero@riverocooper.com
rroopstr@gmail.com
@rroopstr
@alt1miranda
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