lunes, 3 de noviembre de 2014

PEDRO R GARCÍA, ¿ENTRONCA EL INTENTO DE DESARROLLO COMUNAL EN EL PAÍS, CON LA LÓGICA MARXISTA?, ÚLTIMA PARTE, PUNTO DE QUIEBRE

Ubicando algunas pistas

PEDRO R GARCÍA
Respecto a la Ideología: Adam Smith, John Locke y el darwinismo social)
Marx entiende la ideología de un modo tan amplio que acaba identificando ideología con cultura (el derecho, la política, la religión, el arte, la filosofía, y hasta la misma ciencia). Las ideologías describen al hombre y su situación en el mundo y la sociedad de un modo deformado y falso. Esa deformación es utilizada por la clase dominante para mantenerse en su situación de dominio. Ejemplos claros ejemplos de ideología son: a) la teoría económica de Adam Smith según la cual el progreso económico depende de la no intervención del Estado (la mano invisible) y la competitividad totalmente libre de los empresarios, b) la teoría de Locke según en la cual el derecho a la propiedad está incluido en el estado de naturaleza, c) El darwinismo social de Spencer según la situación natural del hombre es la lucha a muerte por la supervivencia donde debe subsistir arriba el más fuerte.

Con Proudhon:

No es posible que surja un cambio social si antes no han madurado las fuerzas productivas materiales. Esta es la crítica al socialismo utópico de Proudhon. No vale con imaginar utopías o mundos felices porque el cambio social depende de leyes científicas ajenas a las voluntades individuales. El capitalismo es un momento necesario para el tránsito al socialismo puesto que sólo el capitalismo puede llevarnos hasta ese desarrollo de las fuerzas productivas que hace posible el socialismo.

Con Bakunin y el anarquismo:

La diferencia fundamental entre el anarquismo de Bakunin y el marxismo es el rechazo de Bakunin a cualquier tipo de gobierno o autoridad, incluida la dictadura del proletariado propuesta por Marx. Para Bakunin la sociedad debería organizarse en pequeñas federaciones de productores y consumidores donde cada cual recibiría un salario según su trabajo. En el V Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se produjo la expulsión de los anarquistas por sus diferencias con el marxismo.

Diferencias entre el pensamiento de Marx con Freud y Nietzsche:

Se suele incluir al materialismo histórico para comprender la conducta o los pensamientos de un individuo o una sociedad hay que atender no a la explicación que ese individuo o sociedad tienen de sí mismos. Hay que buscar las razones en un nivel más profundo que para Freud era de naturaleza sexual, para Marx de naturaleza económica y para Nietzsche de tipo biológico. Así, según Freud explica en el  caso Dora una tos persistente se puede deber no a causas físicas sino a la necesidad de la niña de llamar la atención del padre, según desde Marx los motivos de la reciente guerra de Irak no habrían sido expandir la libertad y la democracia sino el control de las reservas de petróleo y según Nietzsche la moral cristiana no es la consumación de los más altos valores de la humanidad sino, al contrario, el producto de la humanidad más débil.

Diferencias del pensamiento de Marx con Nietzsche:

La crítica a la religión cristiana.

Tanto en Nietzsche como en Marx la religión aparece como un consuelo para débiles, como una distracción respecto a los verdaderos problemas del aquí y ahora.

La crítica a la moral cristiana

Es común a Marx y Nietzsche. Para Marx la moral cristiana es un instrumento de opresión de la clase dominante sobre la clase oprimida y para Nietzsche, al contrario, el instrumento de los débiles para embaucar a los fuertes.

Para Nietzsche existe una desigualdad natural entre los hombres que convierte a unos en señores y a otros en esclavos. Marx diría que esta división entre moral de esclavos y de señores no es más que una forma de ideología para justificar el dominio de las clases superiores.

Diferencias del pensamiento de Marx con el Surrealismo:

El surrealismo es el movimiento artístico y literario surgido en París en los años 20. Perseguía tanto la liberación del inconsciente (Freud) como la destrucción de la sociedad burguesa (Marx). Su líder, Adré Bretón, se afiliaría al Partido Comunista en 1925. En 1936 expulsó a Dalí del movimiento surrealista por sus tendencias fascistas.

Diferencias del pensamiento de Marx con la Escuela de Frankfurt:

Tuvo su origen en el Instituto de Investigación Social creado en 1923 con el objetivo de realizar una crítica de la sociedad contemporánea. En ella influyeron Hegel, Marx y también Freud. Sus principales representantes fueron Max Horkheimer, Theodor Adorno y su obra más conocida la Dialéctica de la Ilustración. Aunque no se habían cumplido las previsiones de Marx (la destrucción del capitalismo y la revolución del proletariado) seguían vigentes sus críticas a la alienación en las sociedades tanto capitalistas como comunistas. Era evidente que en la Unión Soviética lo que había empezado como una revolución proletaria se había transformado en un estado totalitario. Sin embargo, tampoco el capitalismo consiguió una sociedad libre de alienación. En las sociedades democráticas la alienación ha tomado nuevas formas: los seres humanos se han confiado totalmente a la razón instrumental (tecnológica y burocrática) y han dejado de lado la razón práctica (la capacidad para marcarse fines), los medios de comunicación de masas han transformado la democracia en un ejercicio de manipulación de mentes y voluntades…

Adorno propuso un nuevo método: la dialéctica negativa. Según esta pensar que es posible la síntesis o conciliación final de contrarios sólo lleva a ideologías totalitarias. La dialéctica se transforma en una herramienta fundamentalmente crítica y no legitimadora de un supuesto fin de la historia.

Diferencias del pensamiento de Marx con la Internacional Situacionista:

La Internacional Situacionista fue un movimiento artístico, filosófico y político que perseguía la transformación de la sociedad capitalista. Se fundó en 1957 y se autodisolvió en 1972. Inspiró en gran medida la rebelión social de mayo del 68. Sus ideas aparecen recogidas principalmente en la obra de dos autores, Guy Debord y Raoul Vaneigem. El situacionismo no sólo es un análisis teórico de las sociedades capitalistas sino también un movimiento eminentemente práctico y político que busca terminar con la injusticia y la alienación. La sociedad capitalista es definida como organización de espectáculos, es decir, una sociedad en la que los sujetos ni experimentan la vida real ni tienen posibilidad de participar en la construcción del mundo en el que viven. Este diagnóstico era válido hace cincuenta años y lo sigue siendo actualmente: no vivimos en el mundo real sino en el imaginario que construyen los medios de comunicación de masas, especialmente la televisión y el Internet, mucho más que ciudadanos nos define el papel extraviado del consumidor. Pero mientras que en 1968 todavía era posible el optimismo respecto a la transformación de la sociedad, hoy día el pesimismo posmoderno es la moda. Los situacionistas creían verdaderamente que el progreso tecnológico había llegado a un límite que hacía posible abolir el trabajo e instaurar un ocio no mercantilizado, liberar la imaginación y la creatividad…

Los orígenes del pensamiento de la Internacional Situacionista hay que situarlos en el marxismo y en las corrientes artísticas de vanguardia, dadaísmo y surrealismo. Al igual que Marx el situacionismo busca la abolición de la sociedad de clases y la alienación generalizada que conlleva. Sin embargo, los situacionistas desconfiaban del marxismo ortodoxo pues consideraban que no se puede "seguir combatiendo la alienación por medio de formas de lucha alienadas.". Es decir, el sacrificio del deseo, la imaginación y la creatividad en favor la disciplina de partido no podía ser el camino para liberar a los individuos de la alienación capitalista.

El situacionismo sustituye esta disciplina por la unión de arte y vida que buscaban dadaísmo y surrealismo. Debord, por ejemplo, proponía la subversión mediante la derive. Esta consistía en la recreación lúdica de los espacios urbanos más allá de la función para la que fueron diseñados. Bretón había sugerido reemplazar las torres de Notre-Dame por "unas enormes vinagreras de cristal, con una de las botellas llena de sangre, y la otra, de esperma". Los situacionistas, por su parte, ofrecieron cuatro soluciones a la existencia de iglesias: Debord quería destruirlas, Wolman vaciarlas de sentido religioso, Fillon reservarlas como lugares para experimentar terror y Bernstein proponía dejar que se convirtieran en ruinas.

Con Vaneigem:

También se distanciaba del marxismo al declarar: "Los que hablan sobre revolución y lucha de clases sin referirse explícitamente a la vida cotidiana, sin entender lo que el amor tiene de subversivo y lo que el rechazo de las restricciones tiene de positivo, tienen un cadáver en la boca". Para Vaneigem las bazas de la revolución habrán de ser el juego, el amor y la creatividad. Prohibido trabajar: el único trabajo que perfecciona al hombre es el que se confunde con la actividad lúdica.

¿Que significa hoy ser marxista?

Hay que recalcar que Marx estudió profundamente la Teología y sacó del Antiguo Testamento su Teoría de la Alienación, que como bien lo sabe, quien tenga conocimientos mínimos de nociones de la filosofía.

De la misma manera hay que asentar que Marx fue el pensador más importante frente al Capitalismo y que mientras exista este sistema, es imposible evadir a Marx, particularmente a partir de la actual crisis económica que se inició desde 1989 y cuya explicación solo puede encontrarse en Marx y sus escritos. Muchos intelectuales importantes han apoyado por así decirlo, a título póstumo el marxismo: pensemos en Spectres de Marx de Derrida y el irrealizado Grandeur de Marx de Deleuze, junto con otros testigos contemporáneos de la crisis mundial (“ahora todos somos socialistas”).

Y qué significaría hoy ¿"ser marxista"? El lector anglo-estadounidense bien puede preguntarse cómo se relacionan los alemanes en general con su gran clásico nacional, cuando se rumorea la aparición de cientos de grupos de lectura de El capital bajo los auspicios del ala estudiantil del Linkspartei. Todas estas obras se basan en la historia; y de pocos países puede decirse que han vivido una historia tan variada como Alemania. La obra de Balzac habría sido imposible sin la extraordinaria variedad de experiencia histórica con la que se encontraron los franceses, desde la Revolución hasta el Imperio mundial, desde la ocupación extranjera hasta la reconstrucción económica, y sin excluir el sufrimiento y el fracaso indecible junto con los crímenes y las atrocidades de la guerra.

La magnífica fórmula de Deleuze “un Marx afeitado, un Hegel barbudo” no le sería ajena, porque sugiere incansable nuevas remodificaciones del patrimonio estereotípico en los términos que considera adecuados: la reconstrucción futura de la experiencia, los afectos obligatorios y el conocimiento con nuevas maneras de unirse.

Es un futuro que exige la constitución de una antigüedad adecuada a él. ¿Pero no es simplemente esta “antigüedad ideológica2” otro modo de decir que Marx está desfasado, y el marxismo con él?

Pero uno recuerda nebulosamente los propios sentimientos de Marx hacia la Antigüedad: Prometeo y la teoría aristotélica del valor, Epicuro y los pensamientos de Hegel acerca de Homero. Y está también la cuestión con la que empieza la gran introducción del borrador de los Grundrisse en 1857: “la dificultad no radica en entender que el arte y la poesía épica griegos están ligados a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad es que todavía nos proporcionan placer estético y están considerados en ciertos aspectos un patrón y un modelo inalcanzables”. Marx era todo menos nostálgico, y entendía que la polis era una formación social limitada y por lo tanto contradictoria, a la que uno difícilmente podía volver; y también que cualquier socialismo futuro sería mucho más complejo que el propio capitalismo, como en una ocasión observó Raymond Williams.

Porque el concepto de Antigüedad tal vez tenga la función de situarnos en una nueva relación con la tradición marxiana y con el propio Marx. Quien no es ni actual ni diferenciado: es un clásico , y toda la tradición marxista y comunista, de duración más o menos igual a la edad de oro ateniense, es precisamente esa edad de oro de la izquierda, a la que se volverá una y otra vez con los resultados más apabullantes y fanáticos, productivos y contradictorios. Algo así es lo que puede decirse que intenta “Peter Weiss en La estética de la resistencia”, (Hondarribia, Hiru, 1999).

Y si se objeta que sería una abominación exaltar una época que incluyó las ejecuciones estalinistas y la muerte por inanición de millones de campesinos, también sería adecuado recordar la sangrienta historia griega: la eterna vergüenza de Megara, por no hablar de las desgracias no menos abominables de la propia sociedad esclavista. Grecia era tanto Esparta como Atenas, tanto Sicilia como Maratón; y la Unión Soviética fue también el toque de difuntos del nazismo y el primer Spútnik; la República Popular China el despertar de incontables millones de nuevos sujetos históricos. La categoría de la Antigüedad clásica tal vez no sea el marco menos productivo en el que una izquierda planetaria reinvente para sí misma un pasado estimulante.

Bibliografía

Emancipación frustrada. Sobre el concepto de historia en Marx. Madrid: Biblioteca Nueva, 2004.
Javier Echegoyen Olleta: Historia de la filosofía. Vocabulario y ejercicios. Madrid: Edinumen, 1995.
Isaiah Berlín: Karl Marx. Madrid: Alianza, 2000.
Slavoj Žižek: Repetir Lenin. Madrid: Akal, 2004.
Sadie Plant: El gesto más radical. La internacional situacionista en una época posmoderna. Madrid: Errata naturae, 2008.

Pedro R. Garcia M.
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