miércoles, 5 de noviembre de 2014

OCTAVIO LEPAGE, LAS GUERRAS DEL CHAVISMO, HOJA DE RUTA POLÍTICA, UN MODELO DIFUNTO

OCTAVIO LEPAGE,
A fuerza de propaganda y de la hegemonía comunicacional que facilita divulgarla con intensidad, mucha gente termina dándole credibilidad a las mentiras oficiales; y algo peor, a no darse cuenta de la destrucción sistemática del patrimonio colectivo en los quince años de chavismo.

Este hipnotismo colectivo dificulta que la oposición capitalice el fracaso del gobierno. No nos damos cuenta del efecto adormecedor de la propaganda oficial, y por consiguiente, nada hacemos para contrarrestarla. A esta omisión se suma el hecho comprensible de que los partidos nuevos, Primero Justicia, Voluntad Popular, Vente, etc., no tienen interés político en contrastar las realizaciones de los gobiernos democráticos con el despilfarro estéril de los gobiernos chavistas. Esta es tarea que correspondería a Acción Democrática y Copei, partidos que se alternaron en el ejercicio del poder.
La audacia del chavismo no se limita a hacerle intensa propaganda a obras no ejecutadas, a obras imaginarias. Vienen desarrollando al mismo tiempo una campaña masiva de prensa, radio y televisión para endosarle a la oposición la culpa de su incompetencia y de sus fracasos.

Los “apagones” que atormentan a los venezolanos serían ocasionados por la “guerra eléctrica” desatada por la oposición. La verdad es que esos apagones son consecuencia de no haber incrementado, en quince años, el potencial eléctrico nacional. La democracia construyó la presa del Guri, la tercera más grande del mundo después de las Tres gargantas (China), y Taipú (Brasil-Paraguay). Pues bien, la mayoría de las turbinas del Guri están paralizadas desde hace varios años por falta de mantenimiento. También construyó la democracia una gigantesca planta termoeléctrica (Plantacentro), y ejecutó así mismo la Red Interconectada Nacional, la que por falta de mantenimiento ha originado los apagones.

Por años Venezuela fue un país monoproductor, nos dedicamos todos a vivir del petróleo. Fue consigna de los movimientos democráticos la diversificación de la producción, sintetizada en la famosa frase “sembrar el petróleo”. Es así como innumerables jóvenes emprendedores se fueron al campo y lo pusieron a producir. Muchos alimentos que importábamos comenzaron a producirse en Venezuela, y en algunos casos con excedentes para la exportación. Ya no dependíamos exclusivamente de las exportaciones de petróleo para poder importar.

Las expropiaciones arbitrarias, las invasiones de tierra alentadas por Chávez y su prédica del odio, aniquilaron ese logro liberador. Volvimos a importar alimentos en grandes cantidades pagándolos, por supuesto, con los dólares generados por las exportaciones de petróleo. No es la “guerra económica” de que tanto habla el gobierno la causa de la escasez, el desabastecimiento y la inflación galopante, la culpa es de Chávez y de su heredero.

UN MODELO DIFUNTO

La glorificación de la mentira es rasgo sobresaliente de los modelos totalitarios de gobierno. Su plataforma de apoyo es aquel conocidísimo hallazgo de Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, de que una mentira dicha con convicción, repetida una y otra vez, se transforma en verdad.

Aquel descubrimiento fue desarrollado hasta la perfección por los servicios de propaganda de la Unión Soviética. Fueron tan efectivos que lograron hacer de Stalin, un ser taciturno y distante, un padre bondadoso profeta de una religión laica generadora de un mundo sin injusticia; y que la influencia del comunismo se extendiera por todo el planeta cautivando a los sectores más inquietos de sus juventudes y a los intelectuales más prominentes.

Aquella influencia mágica del comunismo sufrió un eclipse parcial con el Informe de Kruschev al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que dejó ver algo de la cara oculta del stalinismo. A partir del XX Congreso, se inicia una cadena de revelaciones que pusieron en evidencia que Stalin había sido un autócrata implacable, que consolidó su poder fusilando a todos los dirigentes comunistas que podían hacerle sombra y a todos los campesinos (kulaks) a quienes consideraba un obstáculo para consolidar el modelo comunista.

Como es fácil deducir, el comunismo ha sido un gran fracaso histórico. Lo evidencia el desplome y desaparición de la Unión Soviética. En la actualidad el Partido Comunista no figura en el mapa político mundial. Y nadie habla ya de comunismo como alternativa de poder. En Rusia el comunismo es un mini-partido. En Venezuela es una minúscula agrupación clientelar pegada a la ubre del PSUV.

Sobrevive en Cuba. En efecto, después de la hazaña de Sierra Maestra, Fidel Castro decide alinearse con la Unión Soviética; y para ponerse en sintonía con ese modelo eliminó por completo la propiedad privada. Sobrevino la ruina de la que no ha podido recuperarse en cinco décadas. Cuba ha sobrevivido por la ayuda exterior. Primero, por la ayuda de la Unión Soviética, después por la multimillonaria ayuda de Venezuela que aún se mantiene. Este es el modelo que Maduro está empeñado en implantar por la fuerza, y si hace falta por las armas, y lo peor es que está avanzando en su propósito sin mayor resistencia por parte de treinta millones de venezolanos, porque ni los viejos ni los nuevos partidos parecen haberse dado cuenta de la tragedia histórica que para Venezuela significaría que este sistema se imponga en las décadas por venir.

Octavio Lepage
olepageb@gmail.com
@Octaviolepage


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