MERCEDES PULIDO |
Ante
el bombardeo continuo de noticias, promesas, cambios de normas y rutinas, amenazas
de lo inesperado estamos en perenne lucha por darle sentido a lo que resulta
ser nuestro día a día. Nos preguntamos entonces: ¿qué hay detrás de toda esta
confusión, sensación y vivencia de fatalismo contagiante? ¿Cuáles son los
mecanismos para explicar esta realidad? ¿Es un problema de liderazgos, esto es
de visión para la emergencia de un futuro integrador de lo personal y lo
colectivo?
Ya
algunos psicólogos como Goffman y Ariely han sustentado la capacidad de los
seres humanos para tolerar lo incomprensible, (suele aceptarse como misterios o
destino) pero enfatizan el rechazo
tajante de lo no inexplicable por lo absurdo. Últimamente, podemos reconocer
como inexplicable la escasez de gasolina y
la importación de petróleo en un país petrolero. Así mismo, las
fortalezas o debilidades para afrontar situaciones de “caos” dependerán de las experiencias desarrolladas
previamente es el caso de los
aprendizajes para el manejo de riesgos sean estos personales o colectivos. Lo
que resulta ser bien complejo es cuando el caos
nos toma sin preparación, porque significa perdida de alternativas e
improvisación destructiva para actuar en la realidad.
Venimos
de un camino largo señalando la brecha creciente con la “fuga de Talentos” lo
que indudablemente es un problema serio cuyas consecuencias será la falta de
relevos para la innovación y trasformación institucional y productiva.
Recientemente en un foro sobre este tema realizado en Monterrey, (Mex.) con
empresas en las áreas tecnológicas, de formación de recursos humanos
calificados, masificación de servicios, innovación alimenticia entre
otras, se discutía y explicaba cómo el
proceso de movilización de profesionales y técnicos es producto del esfuerzo que toda la región
viene haciendo en educación desde hace años. Hay mayor capacidad y preparación
para responder a los retos de la superación de metas. No es un problema de
arraigo o de identidad, es el resultado de la búsqueda de oportunidades que se
abrieron con el intercambio y la globalización. Así como la inmigración europea
se profundizó hacia Venezuela con las
oportunidades que se abrían en nuestros procesos de modernización y de
diversificación social hoy en día son las “oportunidades” de los propios países o regiones las que atraen la mano de obra y
la creación de conocimiento para mayor bienestar individual y colectivo. De allí que este fenómeno deja de
ser incomprensible al estigmatizarlo como
desarraigo o ausencia de compromiso, y explicaría “la racionalidad” de las decisiones
personales y las ofertas de innovación y
bienestar social que proliferan más allá de nuestro caos. Los liderazgos están llamados a denunciar lo
superficial del “caos” que sentimos, para darle fortaleza a la compleja acción de construir la capacidad de
oportunidades del país que está surgiendo. Hagamos…
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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