“El cielo no se toma
por consenso, se toma por asalto”, espetó un enardecido Pablo Iglesias en una
concentración de simpatizantes de Podemos el pasado 18 de octubre, parodiando
una frase de Carlos Marx. ¿Qué querría decir este hombre?
De un mes para otro, Pablo Iglesias, el líder
único del partido Podemos, pasó de ser
un profesor de la Complutense de Madrid, asesor del gobierno de chávez durante
cinco años y figura detrás del movimiento 15-M, a un posible Presidente de
Gobierno del Reino de España. En efecto lo que fue un apoyo tras bastidores a
Los Indignados se convirtió en partido político en enero de 2014 que el 25 de mayo se presentó a las
elecciones al Parlamento europeo, donde salieron electos cinco militantes del
novel partido, entre ellos, el propio Pablo Iglesias. Y según las últimas
encuestas Podemos se encuentra situado en tercer lugar de la intención de voto
para las próximas elecciones generales, con altas posibilidades de alcanzar y
sobrepasar a los partidos tradicionales: PSOE, Partido Popular e Izquierda
Unida.
¿Quién es este joven
de 36 años llamado Pablo Iglesias Turrión que mantiene alborotado al estamento
político español, admirador y colaborador del proyecto del Socialismo del Siglo
XXI?
Por lo pronto hay que señalar que es abogado y licenciado cum lauden en Ciencias Políticas de la Universidad complutense de Madrid. Militó en la Unión de Juventudes Comunistas de España entre los 14 y 21 años, para pasar luego a la militancia activa de movimientos antiglobalización, y de allí al Palacio de Miraflores donde solo rendía cuenta directamente al presidente hugo chávez. Su función, darle contenido ideológico y organizativo a los cuadros gubernamentales y del Psuv. Prolífero articulista, ensayista, y últimamente conductor de varios programas de televisión, entre ellos uno denominado Fort Apache, de Hispanic TV, propiedad del gobierno de Irán.
En una reciente
entrevista para un canal de televisión, al preguntársele sobre el repentino
éxito de su agrupación, respondió que fue gracias al PSOE, al PP y a los
banqueros. Con ello quiso ironizar que su triunfo se lo debía a las “castas”
que habían gobernado España desde el 82.
Lo cierto es que
estos neo marxistas guiados por el propio Iglesias y Juan Carlos Monedero
(también asesor del gobierno de Venezuela, en organización y formación
ideológica) podrían acceder al poder con su carga ideológica antidemocrática,
estatista y anticlerical. Navegando sobre el descontento, desagrado, desgano y
decepción del español de todos los días; del electorado esperanzado en el logro
de una calidad de vida sustentada en la seguridad económica sí, pero también en
líderes probos cuyo interés final sería la consecución del bien común entre
todos y para todos. A cambio de ello, se encuentran frente a una verdadera
casta articulada para obtener groseros enriquecimientos ilícitos a costa del
erario nacional.
En esencia, la ética
y la moral pública y privada se relajó,
edulcoró y relativizó, no solo por “el destape” sino por la búsqueda y
consecución de un status sustentado en la obtención y ostentación de una
riqueza normalmente obtenida mediante el uso ilícito del dinero público en
beneficio particular; práctica que comenzó a verse como habitual entre la gente
frecuentada en las páginas sociales.
De tal forma que
artistas, políticos, banqueros, actrices, diputados, alcaldes, cantantes
pasaron a conformar una verdadera casta, como la llama Iglesias, por encima del
ciudadano común y honesto, constituido en un cuerpo extraño dentro de su propio
país.
En este ambiente de
relatividad moral se fraguaron los grandes escándalos financieros que
salpicaron e implicaron a figuras políticas, empresariales y hasta a la propia
Casa Real, coincidente con una etapa de restricción económica, desempleo,
desalojos, ejecución de hipotecas, emigración y frivolidades que hunde los
valores nacionales y personales en la incertidumbre, desconfianza y
desesperanza.
He aquí que aparece
Pablo Iglesias, el vengador de los oprimidos y excluidos, cabalgando en el
dolor y decepción colectiva, ofreciendo orden, reparto de bienes y servicios
gratuitos, castigo para los corruptos y sustitución del actual modelo por una
democracia participativa al estilo venezolano, que ya sabemos cómo termina.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
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