RUBÉN G. CONTRERAS G., |
Es
un honor para mí haber sido designado por la Directiva de esta honorable
Institución, como lo es la Sociedad Bolivariana de la Guayra, para ser el
orador en esta fecha en la cual se conmemora el día de San Simón, así como
felicitar a la Sociedad Mutuo Auxilio de la Guayra la cual es pionera de las
Sociedades Benéficas de América y que fue fundada tal día como hoy en el año de
1.848, por otra parte quiero reconocer el legado que nos deja Don Carlos
Gonzalez, fundador de esta prestigiosa Institución de la Guayra y miembro
Honorario de las Sociedades Mutualistas de nuestra región, Paz a su Alma.
El nombre Simón deriva del hebreo shim’on y
significa el que es escuchado, fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo y
muere en Persia junto a San judas Tadeo, se celebra su onomástico los 28 de
octubre, en la biblia también se nombra a Simón
a quien Jesús llama Kefás que significa piedra o roca, Simón el fariseo,
quien invita a Jesús a su casa, Simón de Cirene el que ayudó con la cruz y así
sucesivamente podemos encontrar muchos Simón que han tenido transcendencia en
la Historia, entre ellos Simón Rodríguez, quien nació en Caracas el 28 de
octubre de 1769, fue bautizado el 14 de noviembre de 1769 como un niño expósito
(dicho de un niño, abandonado o cedido para su adopción a un orfanato), fue
criado en casa del Sacerdote Alejandro Carreño, tomando su apellido y es
conocido como Simón Carreño Rodríguez. Simón Rodríguez también es conocido como
el maestro y consejero del Libertador Simón Bolívar; conocedor de la sociedad
hispanoamericana, fue pedagogo, pensador filosófico, escritor de obras de
contenido histórico y sociológico. Para mayo de 1791 con 21 años de edad, el
Cabildo de Caracas le concede un puesto como profesor en la “Escuela de Lectura
y Escritura para niños”, donde tiene la oportunidad de ser el tutor de Simón
Bolívar. Su participación en la conspiración de Gual y España en contra de la
corona española en el año de 1797, lo obliga a dejar el territorio venezolano y
viaja a Kingston Jamaica, donde cambia su nombre a Samuel Robinsón, y después
de varios años en los Estados Unidos, viaja a Francia en el año de 1801, ya
para el año de 1804 se encuentra con el Libertador Simón Bolívar y juntos
realizan un largo viaje por Europa. Simón Rodríguez y el Libertador Simón
Bolívar, son testigos presénciales de la coronación de Napoleón Bonaparte en
Milán, como Rey de Italia y de Roma, también es testigo del juramento de Simón
Bolívar sobre el Monte Sacro. En 1794, Simón Rodríguez presentó ante las
autoridades de la ciudad de Caracas un trabajo titulado “Reflexiones” sobre los
defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr
su reforma por un nuevo establecimiento. El texto, consistía en un análisis del
estado de la escuela y en una propuesta de reforma integral de la misma. El
contenido de la obra estaba dividido en dos partes: La primera de ellas
consistía en una crítica del estado deplorable de la institución escolar en la
ciudad de Caracas. A través de seis reparos, Rodríguez hacía referencia a la
necesidad de profesionalizar la práctica docente, la presencia de un método
claro y preciso en la enseñanza, el papel de la misma en el aumento de la
prosperidad social, la importancia del trabajo manual y la necesidad de que
todas las castas pudieran acceder a la educación primaria. La segunda parte
consistía en un plan detallado sobre el número de escuelas, el mobiliario, la
designación de maestros, duración de la jornada escolar, régimen de premios y
castigos y funciones y deberes de los directores de los establecimientos. El
proyecto fue objeto de una controversia entre las autoridades de la ciudad que
finalmente concluyó con el rechazo del plan presentado por Rodríguez. Fue
Rodríguez una compañía y apoyo para Bolívar en aquellos años de aprendizaje y
crecimiento intelectual. Bolívar se encuentra por segunda vez con Simón
Rodríguez en Europa, Luego de superar el dolor y el infortunio por la muerte de
su esposa, que lo llevó a dilapidar una inmensa fortuna y hasta pensar en el
suicidio, la lectura apaciguaba su desventura, a partir de ese momento ya no
frecuenta los salones de diversión, ahora se le encuentra en los museos y
bibliotecas de París, investigando, haciendo anotaciones y compartiendo con
ilustres personalidades del mundo literario, los temas escritos por: Fray
Bartolomé de las Casas, Plutarco, Montesquieu, Voltaire, Rousseau; pero sobre
todo, los interesantes relatos de Maquiavelo sobre la maldición de los Borgia:
Cesar, Lucrecia, y la perversidad de los dos máximos representantes de la curia
pontificia: Alfonso Borgia y Rodrigo Borgia, llamados Papa Calixto III y Papa
Alejandro VI, eran libros prohibidos, pero que circulaban en Francia, gracias
al período de ilustración que impuso Napoleón Bonaparte, que no sólo encendió
la luz del conocimiento, sino que favoreció el surgimiento de movimientos
independentistas en América, cuando expandió su política antimonárquica en
Europa.
En Bolívar había madurado una personalidad
revolucionaria en contra del imperialismo monárquico; un sentimiento de justicia
por vengar el genocidio cometido contra sus hermanos; y una personalidad
crítica al adoctrinamiento católico impuesto desde el Vaticano. De visita en
Roma, el joven venezolano se dirige al Vaticano, en su innata curiosidad de
conocer al Papa Pio VII: el gran inquisidor con sus Tribunales que castigaba
las ideas modernistas; el protector de los jesuitas que esclavizaron al Nuevo
Mundo a través de la Compañía de Jesús; el rector de la educación sesgada que
se impartía en América; el gran instigador que excomulgaba las ideas
revolucionarias; pero además, al sumiso Pontífice que, no obstante su poder
omnipotente, sucumbió ante la arrogancia de Napoleón, cuando en la Catedral
francesa de Notre Dame, el 18 de mayo de 1804, el Gran Corso le arrancó la corona
de su mano pontificia, y en un claro gesto de prepotencia hacia el Papa, la
iglesia y todo lo que representa el Vaticano y el catolicismo, Bonaparte se
coronó frente a la multitud congregada, entre las cuales se encontraba el joven
Simón Bolívar.
Bolívar estaba perplejo ante la fastuosa
arquitectura que se le presentaba ante sus ojos: Un conjunto arquitectónico
encerrado en una gran muralla custodiada por un ejército pontificio de
vestimenta multicolor… El Vaticano era lo más moderno, lo más fabuloso, lo más
atesorado en arte y riquezas de Europa… Nada podía competir en grandiosidad y
riquezas… El Vaticano es el corazón económico y religioso del catolicismo… y
era además el Centro Financiero del Comercio del Nuevo Mundo, a través de la
Compañía de Jesús creada por Ignacio de Loyola en 1534, y manejada por los
jesuitas en los siguientes 250 años.
Luego de una larga espera, la comitiva es
recibida por su excelencia el Papa Pio VII… De lo ocurrido en ese recinto
pontificio se han escrito varias versiones… Así lo narró el Padre Pedro
Leturia:
“El Embajador, cuya Carrera Diplomática
estaba comenzando, recibió de los Palacios, amigos de él en Madrid y parientes
de Bolívar, una recomendación para que este joven, viudo, huérfano y tan
golpeado por la vida, tuviera la oportunidad de ver al Santo Padre y recibir su
bendición. El Embajador lo llevó a la Audiencia con el Romano Pontífice y según
el protocolo, cuando el Santo Padre recibe a alguien en su Biblioteca como en
esta oportunidad, se hace una reverencia al entrar, otra a mitad del salón, y
otra junto al Santo Padre; en adelante el Papa es quien dispone de la
entrevista; invita a sentarse, permanecer de pie, a pasear, etc… Lo cierto es
que el Embajador Vargas Laguna, al llegar junto al Santo Padre, se arrodilló, le
besó la sandalia y quiso que el joven que le acompañaba hiciera lo mismo, pero
él se resistió; entonces Vargas agarró a Bolívar por el cuello y quiso
obligarlo, el Papa se dio cuenta y regañó en italiano a Vargas Laguna,
diciéndole: deje al joven americano en paz. La audiencia continuó sin mayor
inconveniente y, al salir el Embajador, le preguntó al joven Bolívar: ¿Cómo es
posible que usted me dejara en ridículo ante el Santo Padre? Bolívar le
contestó: Señor Embajador, yo me ceñí al protocolo y Yo no le adulo a nadie,
así sea el mismo Pontífice… Muy poco debe estimar el Papa… replicó Bolívar… el
signo de la religión cristiana, cuando lo lleva en sus sandalias, mientras los
más orgullosos soberanos de la cristiandad lo colocan sobre sus coronas”
Este suceso inesperado para la Corte de
cardenales, fue más tarde referido por el propio Papa Pio VII, cuando empezó a
preocuparse por la suerte de su iglesia en las nacientes repúblicas americanas:
“Simón Bolívar, Libertador…! ah ya recuerdo…
ese fue el joven que se negó a besar la cruz de la sandalia papal, pretextando
que correspondía a la cruz, lugar más elevado”
Cuentan que años más tarde, siendo todavía
Don Antonio Vargas Laguna embajador ante la Santa Sede, le dijeron sus amigos
que aquel joven Bolívar y Palacios, que una vez le había hecho pasar un sofocón
en una Audiencia con el Papa, era el mismo que estaba a la cabeza de los
insurrectos que querían independizarse… el comentario del viejo embajador fue:
“Ah… ya me acuerdo… qué lástima..! como no me
di cuenta entonces de la víbora que tenía entre las manos, me hubiera bastado
con apretarle un poquito más el cuello”
Todas estas historias, definitivamente
debieron influir en la personalidad religiosa de Bolívar… Es más que evidente,
que en su corazón comienza a germinar la semilla de la liberación y de la
justicia por esas fabulosas civilizaciones que fueron vilmente exterminadas por
un Poder Económico irracional sediento de riquezas, donde la iglesia católica
jugó un papel predominante, cuando se organizó para conspirar a favor de España
y sus propios intereses a través de las Misiones Evangelizadoras, que
contribuyeron a esclavizar a la población indígena mediante la instauración del
sistema de “Entradas”, que consistía en una cacería de indios. Salían en caravana
con nativos que les servían de intérpretes y con regalos y comida en
abundancia, para cautivar a los otros nativos que se escondían en la selva. El
misionero les llevaba los regalos en un gesto de amistad, oportunidad para
secuestrar a las mujeres y niños, a los que se les obligaba a rezar y aceptar a
Dios, mientras los hombres eran obligados a trabajar para las misiones… Esta
explotación sistemática duró 312 años por siete generaciones, para someter a la
población y borrar cualquier intento de rebeldía… De esta manera, España
aseguraba el control de los territorios ocupados y el Vaticano percibía parte
de las riquezas, a través de los misioneros que adoctrinaban a los nativos.
La esclavización se convirtió en un rentable
negocio para los jesuitas a través de las llamadas “Encomiendas”, que consistía
en alquilar los nativos para trabajar en los campos de los señores feudales…
Era una transacción de negocios entre las misiones y la oligarquía, que
incrementó el poder económico del Vaticano, como una forma encubierta de
esclavitud auspiciada por la Curia Pontificia, ya que el indígena no recibía
ningún pago por su trabajo. Esta práctica inhumana poco a poco fue mermando a
los nativos, quienes no se reproducían, puesto que las mujeres también fueron
esclavizadas para el trabajo… Cuando se agotó la mano de obra, hubo necesidad
de importar esclavos negros del África, donde la iglesia también participaba,
no sólo de la servidumbre, sino en su comercialización: Un ejemplo de la
esclavitud en Venezuela es este AVISO colocado a la puerta de la iglesia en San
Mateo, que decía:
“Al Presbítero Don Manuel Fajardo, cura del
pueblo de Santa Cruz de Escobar en los Valles de Aragua, se le ha fugado desde
el mes de enero de 1807 un mulato soltero, esclavo, de nombre Hermenegildo. Se
pagará los gastos de captura y alguna gratificación al que lo encuentre”
Esa América inmersa en la oscuridad, la
esclavitud y la explotación, luego de 300 años vislumbra un rayo de luz y
esperanza con Simón Bolívar, cuyo lema de lucha inspiraba de valor a indígenas,
criollos y esclavos… Decía Bolivar:
“Aquel que asegura su honor dedicando su vida
al servicio de la humanidad, a la defensa de la justicia y al exterminio de la
tiranía, adquiere una vida de inmortalidad, al dejar el marco de la materia que
el hombre recibe de la naturaleza. Una muerte gloriosa triunfa sobre el tiempo
y prolonga la sublime existencia hasta la más remota posteridad”
Bolívar supo separar la fe cristiana
sustentada en las escrituras bíblicas, de la iglesia católica supeditada a la
voluntad de los hombres. La iglesia de la colonia era contraria al dogma
religioso de Jesucristo, el cual ordena: amor a sus semejantes, la igualdad
entre los hombres, desprendimiento de riquezas, ayudar al débil, y la vocación
de servicios para trabajar por el bien de la comunidad y del país… todas ellas
constituyen una moral religiosa que no cumplía la iglesia, y que por el
contrario resumen la obra del Libertador Simón Bolívar.
Así era el Libertador: un hombre que hacía
honor a toda la religiosidad universal, como un ejemplo de bondad, rectitud,
vocación de servicio, amor a sus semejantes, y una entrega total por un ideal
aún a costa de su propia vida. Bolívar jamás se persignaba ni se arrodillaba
conforme a la norma católica; sin embargo, su fe y la reverencia a Dios eran
superiores al más devoto de los cristianos… Su amor incondicional al prójimo,
la lucha por la libertad de su pueblo y el desprendimiento de todo por un
ideal, distaba mucho de la posición anárquica e inquisidora de la iglesia que
conspiraba por defender sus privilegios económicos… Bolívar con su ejemplo y
sus acciones, le daba una lección de religiosidad y fidelidad a los preceptos
cristianos, contra los cuales no podían los prelados conspiradores católicos…
Por todas estas razones, el Libertador estableció la “Libertad de Culto” en
todos los proyectos de Constitución.
Es importante resaltar que a solicitud del
Papa Juan Pablo II, un grupo de escritores del Vaticano, presentaron un trabajo
investigativo y de recopilación histórica sobre la Inquisición Española, cuyos
actos abominables tanto daño le han hecho a la iglesia de Jesucristo… y aquí lo
increíble..! El Papa sorprendió al mundo intelectual, al señalar que la
inquisición no fue tan mala como se dice en la “Leyenda Negra” ni tan buena
como señala la “Leyenda Dorada”… Fue la respuesta de una iglesia que no tiene
la humanidad de reconocer ante la historia su responsabilidad en la
aniquilación de un continente y diez mil años de historia… Fue el Holocausto
Americano.
Referente a la fecha de nacimiento del
libertador existe disyuntiva entre la veracidad de las documentaciones
escritas, una más severa que otras por el solo hecho de procedencia. Ya que una
es emanada desde una institución en este caso la iglesia y otras por individuos.
Para la mayoría de los venezolanos el Libertador nació el 24 de julio de 1783,
en Caracas, cuestión que se corrobora con el Acta de Bautismo del Libertador
que reposa en la Casa Natal, donde dice:
En la ciudad Mariana de Caracas, en 30 de
julio de 1783 años, el Doctor Don Juan Felix Jerez y Aristeguieta, presbítero,
con licencia que yo el infrascripto Teniente Cura de esta Santa Yglesia
Catedral le concedí, bautizó, puso óleo y crisma y dio bendiciones a Simón José
Antonio de la Santísima Trinidad, párvulo, que nació el veinte y cuatro del
corriente, hijo legítimo de Don Juan Vicente de Bolívar y de Doña María de la
Concepción Palacios y Sojo, naturales y vecinos de esta ciudad. Fue su padrino
Don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió el parentesco espiritual y
obligación; y para que conste lo firmo. Fecha ut supra. Bachiller Manuel
Antonio Faxardo.
Por
otra parte según el autor Jorge Mier Hoffman, nos hace una narración el cual
fragmentando nos explica lo siguiente:
La joven María de la Concepción Palacios y
Blanco, esposa del adinerado Juan Vicente Bolívar Ponte: El 9 de diciembre
había cumplido los 24 años de edad, está embarazada, enferma, y teme por la
vida de la criatura que lleva en sus entrañas… Las secuelas de una penosa
tuberculosis sufrida tiempos atrás, le advierten de un aborto inminente..! Su
médico ya ha preparado a su esposo para el inevitable desenlace fatal… Sólo un
milagro podría salvar al niño, y en el mejor de los casos la vida de la madre,
ya que la de la criatura estaba desahuciada por el galeno… y precisamente “un
milagro” era lo que pedía fervientemente la joven madre María de la Concepción,
una ferviente católica y creyente del Nazareno de San Pablo, pero en especial
de la Santísima Trinidad, “Patrona” de la familia Bolívar, María se dirige al
Altar y Arrodillada con sus manos sobre su vientre, llora desconsolada junto a
sus hijos, implorando por la vida de la criatura, y pide fervientemente por su
nacimiento a cambio de su propia vida, Sus oraciones colman el recinto sagrado
en un eco de súplicas que hacen vibrar la pintura representativa de la triada
religiosa, de pronto..!, una paz
interior colma su angustia..! Sorpresivamente presiente que ese Ser que se
mueve dentro de su vientre no es una niña… es un varón..! y así lo grita a sus
otros tres hijos… Madre e hijos se juntan en un sólo abrazo de fe y esperanza…
María dirige su mirada a la “Trinidad”, al momento en que hace un juramento:
“…Salva a mi hijo y prometo que llevará
por nombre Santísima Trinidad…”
De vuelta a su casa, le cuenta a su esposo el
extraño presentimiento que experimentó en la iglesia de la Santísima Trinidad,
Pero nuevamente el presagio de un desenlace fatal le era anunciado por el
galeno… María desconsolada y como toda madre fervorosa de amor por sus hijos,
hace otra promesa, pero esta vez al Nazareno de San Pablo, cuya imagen era
venerada en peregrinación por los feligreses que rinden culto a los milagros
atribuidos al Cristo de túnica morada… María contrata los servicios del sastre
canario Carmelo Piñera, con el encargo de confeccionar un suntuoso hábito para
vestir la imagen del Cristo, con especial énfasis en utilizar los materiales
más finos y sin escatimar en los costos, todo con el objeto de ataviar la
imagen del Nazareno, cuyos ropajes habían deteriorado el tiempo, la humedad y
el humo de los inciensos… Obras de este tipo, sumamente costosas para la época,
sólo podían ser sufragadas por familias opulentas. Ese Libertador que declarará
la guerra al mundo imperialista, que transformará la estructura política y que
cambiará el destino del continente, es ese Ser palpitante que María lleva en su
vientre y que tantas vicisitudes ha causado su embarazo para la familia
“Bolívar y Palacios”.
Un buen día la curia caraqueña se viste de
gala con un nuevo milagro religioso atribuido a la imagen del Nazareno, milagro
que colma la atención de todos los feligreses de la capital:
“El hijo del sastre, de nombre Simón, se
salvó milagrosamente de una enfermedad terminal, luego que su padre Carmelo
implorara por la vida de su hijo, en momentos que cubría la imagen con la
túnica morada que ordeno María Concepción, esposa del adinerado Don Juan
Vicente Bolívar”, Es así como el nombre de “Simón” junto con el de la
“Santísima Trinidad”, quedaron grabados en la mente de María Concepción, como
un milagro de su devoto Nazareno y la triada católica… Nombre que le era además
familiar, ya que hacía honor al primer Simón Bolibar (el Viejo) que llegó a
América proveniente de la Puebla de Bolívar, región vasca en Vizcaya de España,
en busca de un sueño y la fortuna que inspiraban esas tierras descritas por
Cristóbal Colón, y de Simón Bolívar (el Mozo), como el primer Bolívar nacido en
América, que en 1589 trajo la estirpe bolivariana a tierras venezolanas. Es la
media noche del 24 de julio… Todo es confusión en la residencia del Coronel Don
Juan Vicente Bolívar, mientras su esposa es atendida en su habitación… Las
esclavas llevan y traen baldes de agua caliente y paños desinfectados al fuego…
Fue un embarazo de alto riesgo como lo alertaron los médicos… Un milagro..!
Imploran entre rezos, sus hermanas que oran a los pies del altar familiar,
donde destaca un lienzo de la “Santísima Trinidad”… Desde tempranas horas de la
noche María presentó dolores de parto, y ante la ausencia de médicos, está
siendo atendida por una vecina de nombre Doña Inés Mancebo de Miyares; mujer de
origen cubano que recién había dado a luz y se desempeñaba con experiencia y
veterana como comadrona.
… y el milagro se hizo realidad
el 25 de julio de 1783..!
La alegría colmo a todos los presentes,
cuando doña Inés sale de la habitación y anuncia a los presentes el nacimiento
de un niño como lo había vaticinado María Concepción… Es un niño y está
totalmente sano.
En cumplimiento al mandato santoral, el niño
tenía que llevar el nombre del “santo” que se celebraba el día de su
nacimiento; o sea: del apóstol “Santiago”, patrono de España, cuya festividad
se celebra cada 25 de julio, Pero su madre María Concepción, agradecida por el
milagro de su alumbramiento, quiso llamarlo “Simón”, como el hijo del sastre
salvado por el milagro del Nazareno; y como segundo nombre: “de la Santísima
Trinidad”, para cumplir la promesa que hizo en el Templo de la “triada
católica”… Para obviar el santoral, su esposo Juan Vicente cambió la fecha del
alumbramiento al día anterior, o sea, el 24 de julio; tal cual lo señaló años
más tarde el propio Bolívar en una carta dirigida a su prima Fanny du Villars:
“Mi abuelo, como Alférez Real que era, se
comportaba como un viejo requeté godo y sumamente beato, e insistía que mi
padre me diera el nombre del santo del día en que realmente nací, el 25 de
Julio, o sea el del apóstol Santiago, el más chapetón de los santos, ya que es
el único que lleva la Santidad en el Nombre y por tanto nunca se le dice San
Santiago”. Con esta declaración del Libertador, queda confirmada la verdadera
fecha de su nacimiento el día 25 de julio, y no el 24 de julio como afirma su
Acta de Bautismo y una Carta de su hermano Juan Vicente, que dice que el
nacimiento ocurrió en horas de la tarde del 24. El edecán del Libertador,
Francisco O´Leary, escribió una conversación que sostuvo con Bolívar:
“Ahí mismo mi padre me cambio mi fecha de
nacimiento a la del día anterior, 24 de julio, para zafarse del nombre
Santiago, y para quitarse de encima a mi abuelo que por beato que fuera, no iba
preparado para tamaña argucia ni se sabía tanto el Martirologio Romano como
para poder chistar… Allí mismo también empezaron mis problemas con la familia
Palacios: pero, me llamé Simón. Y no nací el 24 sino el 25 de Julio”, Además de
esta dos cartas que refieren la verdadera fecha de su nacimiento, Bolívar hace
mención a una Carta que le envió Antonio José de Sucre el 25 de julio de 1820:
“La Batalla del Pantano de Vargas ocurrió el
25 de julio de 1819, y el 25 de julio fue la fecha efectiva de mi nacimiento,
según me lo confirma el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, al
escribirme para mi cumpleaños y conmemoración del primer aniversario de la
famosa batalla”
Juan Vicente en su capricho de no llamar a su
hijo “Santiago”, y contradiciendo el deseo de su esposa, ya ha escogido nombre
para su segundo hijo varón, y así lo escribió en un papel que entregó al
Presbítero Aristeguieta al momento del bautismo:
“Pedro” José Antonio de la Santísimas Trinidad
Bolívar y Palacios”.
A los siete días del milagro, la sociedad mantuana de Caracas se viste
de gala para asistir a la presentación del nuevo miembro de la familia
“Bolívar”, quién será bautizado en la Santa Iglesia Catedral de Caracas… Su
padrino y abuelo Don Feliciano Palacios y Sojo, espera al lado de la pila
bautismal, al momento en que el doctor don Juan Félix Jerez y Aristeguieta
cumple con el ritual religioso del sagrado bautismo… En el momento culminante
en que vierte el agua sobre la cabeza de la criatura, en lugar de mencionar el
nombre que le había señalado su padre, o sea “Pedro”, lo llama entre susurros:
Simón..! en honor a “Simón” el apóstol y predicador en Egipto y Etiopía; y como
un acto de premonición, para ese venezolano que se convertirá en el Libertador
y el Mesías americano.
Luego en la recepción, Juan Vicente brinda
por su hijo “Pedro”, a lo que el Presbítero Aristeguieta le corrigió: “No se
llama Pedro… Su nombre es Simón” María sonríe, mientras Juan Vicente visiblemente
contrariado le reclamó el nombre con que fue bautizado su hijo… Don Félix con
voz reflexiva le responde:
“No le llames Pedro José; por una extraña voz
interior, una inspiración que probablemente venga de Dios, le he puesto el
nombre de Simón José, porque este niño será Simón el Macabeo (salvador) de
América”, Bolívar El Libertador, cuya fecha de nacimientos, si la trasladamos 9
meses hacia atrás conforme a los meses de gestación de un niño o niña, coincide
exactamente con el “28 de octubre”, cuando, curiosamente, la iglesia católica
celebra el onomástico santoral de San Simón, fecha que por muchos años se
celebró en América como el natalicio del Libertador.
Jesús
Francisco Sánchez.
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