lunes, 24 de noviembre de 2014

GERMÁN GIL RICO, DE LEYES A GRANEL PARA LA DEMAGOGIA ELECTORAL Y DE LOS AFANES POR LA CONSTITUYENTE

            GERMÁN GIL RICO
La historia informa que los regímenes totalitarios, como para aparentar algún respeto por principios básicos de la democracia, en vísperas de eventos electorales, recurren a la confección, sanción y promulgación de leyes de contenido social que, en la letra, dan fundamento jurídico al mejoramiento y protección de la calidad de vida a los habitantes del país que despotizan. Pero de la promulgación a la ejecución hay un trecho tan largo que imposibilita determinar cuándo comenzarán a materializarse los beneficios enunciados. En tales menesteres son expertos los castro-comunistas hoy, por arte de birlibirloque, trastocados en socialistas del siglo XXI que viene a ser “el mismo musiú con diferente cachimbo”.  

Por los tiempos fijados por la Constitución y la Ley de Procesos Electorales, incluyendo la ventajista reordenación de los Circuitos Electorales,  a finales del año entrante (2015) deben realizarse comicios para elegir diputados a la Asamblea Nacional, lo cual nada tiene de novedoso. No llamará la atención, más allá de la indignación, el hostigamiento a los testigos de las organizaciones pertenecientes a la Mesa de la Unidad Democrática, ni la prolongación de la hora de cierre de los centros de votación, sin que elector alguno esté esperando turno y así “poner a votar”  a los abstencionistas, con la ventaja de que el testigo opositor habría huido antes de que el poderoso argumento de un fusil, manipulado por un individuo que no se sabe si es efectivo de la FANB o de algún colectivo paramilitar, lo obligue a guardar silencio eterno. Lo que si colma la paciencia es el desparpajo con que actúan y el avieso propósito de continuar embolatando a la población más vulnerable.

Porque esa catajarria de decretos con rango y fuerza de ley, emitidos hasta el último minuto de vigencia de una cuestionable Ley Habilitante, no son más que trampas “caza bobos”. Un amasijo de instrumentos legales para el desarrollo y protección social con Reforma Tributaria confiscatoria y represiva, en correspondencia con el talante totalitario del castro-chavismo más la de Inversiones Extranjeras, sin la existencia de seguridad jurídica. Bien, todos esos decretos-ley para ser ejecutados demandan la erogación de ingentes cantidades y en la marusa no hay mucho. Con el precio del petróleo en caída libre (en días pasados frisó los 70,oo US$ el barril) y la producción disminuida a nivel de alarma, salvo que la máquina de fabricar billetes enloquezca e imprima mucho más allá de la imprudencia, ni con los nuevos impuestos que, de seguro potenciarán el desempleo, de la marusa no podrán extraer más de lo que el negocio produce. Así pues que la  alharaca es pura demagogia electoral del gobierno, atado a un sistema inviable que sólo prodiga esperanzas.

También nos informa la historia que el venezolano es fácil presa de quienes se afanan en ser constituyentes. Es la manía de ser fundadores, heredada de quienes fijaron los primeros centros poblados, así como el de los padres de la República. Por eso, hasta ahora, hemos tenido 26 constituciones. Porque un revolucionario que se estime de tal no puede “pelar el boche” que lo acredite como refundador de la República. Tampoco lo quiere “pelar” quien por medio del voto ciudadano derrote a un impostor quien, por añadidura, ejerce de gobernante totalitario. Tal es la motivación de los convocantes a una Asamblea Constituyente.

Creo que convocar  elecciones para una Constituyente en las circunstancias que vive el país, con un Consejo Nacional Electoral y un Tribunal Supremo de Justicia obedientes a los dictámenes del Poder Ejecutivo, es un error que podría conducirnos a un salto al vacío. Porque supongamos que los ciudadanos borraron de la memoria la “lista de Tascón” y sus nefandas consecuencias, que se recolecte el doble de las firmas necesarias y las encuestan reflejaren que, en la intención del voto, la oposición tiene 15 puntos de ventaja sobre el gobierno, lo cual predeciría la conformación de una nueva mayoría. Pero ocurre que la mayoría en el CNE la tiene el gobierno y reordenaría (reacomodaría) los Circuitos para aventajar a la oposición. El gobierno volvería a sacaría menos votos, pero tendría mayoría en la Constituyente. Quedaría recurrir ante el TSJ y pregunto ¿alguien, en sano juicio,  podría imaginar que el TSJ emitiría un fallo a favor de la oposición?

Alguna vez le oí decir Carlos Andrés Pérez “el frío no está en las cobijas”. La afirmación “gocha” contiene el peso argumental de quienes pensamos que la prioridad de la oposición tiene que ser la elección de una mayoría holgada de diputados a la Asamblea Nacional, holgada como para pararle los pies al desgobierno rojo-rojito, teledirigido por los hermanos Castro, con tropas de ocupación incluidas.

German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico

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