GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS |
El nuevo reto para quienes somos partidarios
de las sociedades libres es combatir muros intangibles. Uno de estos muros son
los controles cambiarios.
Los argentinos los conocen como el “cepo” y para
implementarlo su gobierno hasta utiliza perros bien entrenados para detectar
dólares en sus aeropuertos. A los venezolanos cada vez se les dificulta más
viajar debido a que el gobierno de su país sostiene una deuda millonaria con
las aerolíneas internacionales y a estas no les ha quedado otra opción que
restringir su oferta.
Por ejemplo, en julio de este año un boleto aéreo entre Maiquetía y Miami se vendió en $3.375, mientras que un boleto de la misma aerolínea en un vuelo de distancia similar entre Bogotá y Miami se vendió en la misma fecha en $700.1 En la Venezuela Bolivariana viajar, así como muchas otras cosas más básicas como el papel higiénico y las medicinas, se han vuelto lujos reservados para una élite de la población.
Son sociedades en las que gobiernos saquean
—vía la desagradable dupla devaluación/inflación— el bolsillo de los ciudadanos
y donde los de ingresos más bajos son precisamente los más vulnerables. Allí
impera una especie de apartheid o muro invisible entre los que pueden escapar
del saqueo obteniendo moneda en el mercado negro y aquellos que no.
Para celebrar la caída de nuestro “muro
cambiario” es que el Instituto Ecuatoriano de Economía Política ha organizado
eventos en Quito y Guayaquil durante la semana en que se conmemora la caída del
Muro de Berlín. Sucede que la libertad individual está estrechamente ligada al
respeto por la propiedad privada, empezando por el hecho de poder ganar, pagar
y ahorrar en la moneda que cada ciudadano considere más confiable.
Nótese que deliberadamente omito mencionar al
dólar para hacer énfasis en la cuestión realmente importante: que los
ciudadanos deberían tener la libertad para elegir la moneda que más confianza
les inspire, que no deberían ser clientes cautivos de un monopolio de emisión
de moneda. A muchos les podrá parecer disparatada la libre competencia entre
monedas (incluso entre aquellas emitidas por entidades privadas), pero ese fue
el sistema que existió en gran parte del mundo antes de la era de los bancos
centrales, siendo la gran mayoría de ellos creados apenas hace un siglo. Para
contarnos de esta larga historia de sistemas alternativos a los monopolios
estatales de emisión de moneda asistirá a los eventos del IEEP uno de los más
distinguidos académicos en esta área, Lawrence H. White de George Mason
University. White considera que esta historia, así como también los casos
actuales de Hong Kong o el Norte de Irlanda, aportan valiosas guías acerca de
cómo mejorar la dolarización en Ecuador.
Muchos economistas que consideran que la
dolarización fue el “peor error” en la historia económica del Ecuador sienten
nostalgia por la habilidad que tuvo el Banco Central del Ecuador (BCE) de
conducir política monetaria. Varias provisiones del nuevo Código Orgánico
Monetario y Financiero indican eso. Los nostálgicos nos hablan de un mundo
fantástico donde unos expertos con buenas intenciones pueden “estimular la
economía”, direccionar mejor el crédito que las instituciones privadas, y
protegerla de los bajos en el ciclo económico. Disfrazadas en lenguaje técnico,
todas estas propuestas lo que buscan es quitarle a los ciudadanos la soberanía
sobre su bolsillo.
1. “Aerolíneas deberán entregar precio
referencial en dólares de su boletería”. El Nacional (Venezuela). 2 de julio de
2014.
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org,
investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Gabriela Calderón De Burgos
gcalderon@cato.org
@ElCatoEnCorto
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