EDDY BARRIOS |
De
lo que se trata es de reajustar el salario para que el empleado y obrero al
menos mantenga su capacidad adquisitiva real. Indexar u homologar su salario
son algunas de las formulas empleadas en algunos países y por nosotros mismos
en otras épocas, y no solamente aumentar como aquí ahora hacemos, casi siempre
de manera exigua o insuficiente, pues esos aumentos terminan convirtiéndose en
pan para hoy y hambre para mañana. Los aumentos así concedidos se vuelven sal y
agua. Amarrar algunos emolumentos a la U.T. es también una buena medida. Eso
sí, no se deben tomar medidas aisladas, sino articuladas, concurrentes y
armonizadas, para que el efecto sea el deseado; o sea, efectivo y eficaz,
mantenido y estructural, no puntual.
Recuerdo
que en la IV república los disidentes revolucionarios se quejaban de que
existían economistas, a quienes llamaban Chicago`s Boys, porque, se graduaban
en la universidad de Chicago, donde se decía que se privilegiaban las técnicas
monetaristas o de manipulación de la corriente monetaria del circuito
económico, manteniendo la corriente productiva igual.
Mediante
esta manera artificiosa, se reducía o aumentaba el circulante para lograr que
equilibrara con los insuficientes bienes y servicios producidos por un aparato
productivo ineficiente, mal estimulado y sin fomento de parte del estado. Era
más fácil poner a trabajar la maquinita de hacer monedas y billetes en el Banco
central, e introducirlos en el circulante, mediante la toma de decisiones de políticas públicas de carácter
populista y demagógico, para el aumento
de los salarios sin respaldo de B y S; o sea,
creando dinero inorgánico, antes
que hacer lo correcto, que - es cierto - es más difícil y complejo, como era y
es poner a funcionar el aparato productivo para producir más y mejor, con
criterios de productividad y eficiencia (producir más y mejor a menores
costos). Precisamente el fracaso del control de cambio, en buena parte es que
es una medida aislada, sin armonizarla con otras que apunten a lo mencionado.
Los
procomunistas se quejaban entonces de que el FMI y el BM, cuando hacían sus
análisis y promulgaban sus informes anuales, dejaban a los países, que no
tenían sus finanzas ordenadas, sometidos al escarnio mundial, a la pérdida de
confianza de los inversionistas y a la necesidad de pedir créditos, o usar sus
derechos especiales de giros (DEG), para apalancar sus finanzas y subsistir;
pero, acoplándose al recetario de medidas macroeconómicas que les dictaban, muy
fuertes para las sociedades, sobretodo acostumbradas a vivir bajo las alas de papá-estado, el cual, de
paso, azuzaba al pueblo en contra de esos dos organismos, que no son más que
reguladores del sistema económico internacional, con base al tratado que los
creó, bajo un nuevo patrón, el cual anteriormente era el oro físico o metal
precioso, como en los comienzos de la moneda en Roma. Se decía: “In Gold we
Trust”, y ahora es el dólar “In God we trust”. Parece que la cosa fue más allá
de quitarle una “L”. Por ello es que nuestro oro tomó el rumbo del paraíso
caribeño y nada ha pasado, porque no respaldamos nuestra moneda en él, sino en
el Dios Dólar.
Las
medidas que el FMI y el BM recomiendan son para que los estados mantengan el
poder de sus monedas, que es función primordial de todo banco central que se
respete. El nuestro es complaciente con el ejecutivo y hace lo que le dicte el
presidente de turno, afectando entonces la estabilidad que está obligado a
mantener. Frases como: “Dame un
millardito”, “no entres los ingresos de PDVSA al BC” y “los metemos bajo
a el colchón y los usamos en el pueblo” (sin control antero posterior de la
ejecución), y lo peor, recibir los dólares de las exportaciones transformados
en bolívares en el presupuesto, y luego volvérselos a dar. No debemos soslayar
la corrupción y el cohecho, mediante la cual quienes tienen acceso a esos
dólares los adquieren a costo oficial regulado, para colocarlos a precio de
mercado. La importación con subfacturación o sin adquirir ninguna comodity,
como lo denunció hace dos años Panamá`, la cual informó al gobierno, en
privado, que de los 1500 millones que decían los importadores que necesitaban,
los exportadores de la zona del canal sólo habían entregado, cuando más, unos
900 en mercaderías, y que el resto eran facturas infladas. Esto casi provocó
ruptura de relaciones entre los dos países. No obstante, ya algunos
funcionarios han declarado públicamente que empresas de maletín se llevaron
unos 30.000 mil MM de dólares; pero, a quien persiguen es al pendejo, aquel que
salió a “raspar” su tarjeta de crédito para traerse su “rebusque” de dolaritos
para diciembre.
El
que un país use los derechos especiales de giro DEG que le corresponden del BM,
tampoco tendría que ser malo per se, lo que pasa es que no se deben pedir
créditos para usarlos en el gasto corriente o público, sino para emplearlos
para gastos de inversión. El caso es que PDVSA se ha ido descapitalizando al
punto que lo que debe es igual o mayor de lo que vale, hace rato dejó de
producir lo que producía, y ahora importa crudos livianos dizque para diluir el
crudo pesado, cuando para eso habíamos descubierto la orimulsión. Las medidas
del FMI y BM eran ácidamente criticadas de neoliberales, porque exigían que se
bajara el gasto público y todos sabemos lo que eso significa… menos empleos, o
no aumento de los salarios...botadera pues.
Otro
contribuyente a esa inflación, que ya va para híper, es que se calcula el
presupuesto a un precio de 40 dólares por barril y se dice que el resto de 60
es para el colchón o Fondo de Estabilización macroeconómica, o para las vacas
flacas pues, lo que equivale a decirle a su mujer que Ud. gana 40, cuando en
realidad sabe que gana 100. La pobre patrona hace malabarismos para vivir, pero
se endeuda con el lechero y el bodeguero (deuda interna) y usted se come los
60, los regala y, para rematar, se endeuda, y al final usted pide prestado y
terminamos con una deuda externa de 250 MM, cuando antes debíamos 30 MM. Esa es
nuestra realidad en pocas palabras.
Hoy,
a consecuencia de esa molotov de incapacidad, insensatez y corrupción, estamos
en una grave situación de crisis insolventable por métodos tradicionales o al
menos los que intentan, donde el aparato productivo está agotado, incluyendo
nuestra gallinita de los huevos de oro. El circulante anda por las nubes, dando
la impresión en la gente de que hay dinero a borbotones en las calles, pero sin
bienes que comprar, como quien se come un paquete de algodón de azúcar y una
gaseosa y cree que se alimentó y a la media hora está hambriento…pura
sensación, nada de sustancia. Ello es causado por decisiones monetaristas y
populistas, expresadas en incrementos de salarios para satisfacer a unos pocos
y, en menor cuantía, a su claqué poco instruida, o galería. Es mantener un
control de cambio ad infinitum, mientras la inflación está llegando al 70% y
los vientos que soplan anuncian tempestades peores. Esto ya es insostenible y
se mantiene sólo por presiones y disuasión del temor de las armas en manos non
sanctas, o a una guerra civil en la que todos perderíamos.
Lo
peor de todo es que no contamos con el liderazgo ni con la gerencia pública que
pueda acometer con éxito estas medidas de rescate de la economía, debido a que
el modelo adoptado fue el errado, insostenible, en voz de Dieterich. En el
sector privado hay muy buen liderazgo y gerencia, especialmente en las grandes
corporaciones, así como en los que emigraron corriéndole al régimen; pero,
sería como traer tiburones a nadar entre sardinas.
Sólo
los economistas del régimen son capaces de sostener sus ideas arbitrarias y
ajenas a la ciencia económica. Economistas como el ex ministro de CORDIPLAN,
Felipe Pérez Martí, José Guerra, Orlando
Ochoa, Faraco, Pedro Palma, y otros
connotados economistas liberales como ellos, brillantes doctores en economía en
su mayoría, han emitido sus análisis científicos, los cuales rebotan en oídos
sordos de la alta dirigencia de “èsto” que hoy vivimos y que nunca habíamos
vivido de esta manera, y que ya no sabemos ni cómo llamarlo. Mientras tanto,
nos tratan de convencer casi a la fuerza de que estamos equivocados. De que
todo lo que aprendimos en universidades y en institutos de educación superior
militar y civil, dentro y fuera del país, está errado, que es un convencimiento
resultante de la alienación imperialista, y así no se pueden resolver los
problemas, con los mismos pensamientos que los crearon.
Por
cierto, reducir la burocracia debería ser la resultante del incremento de
empleos por la reanimación de empresas e industrias del aparato productivo. Es
decir, a medida que creamos, repotenciamos y recuperamos empresas e industrias,
las personas preferirán dejar los empleos peor pagados del sector público, para
entrar en esas empresas competitivas donde el salario es y tiene que ser mejor
y ni hace falta pensar en salario mínimo. Recordar que cuando se perdieron las
empresas, los trabajadores fueron admitidos sin mayor examen ni requisitos en
el sector público, como una manera de cooptarlos y captar sus votos. Aquí vale
mencionar lo de los aumentos a los funcionarios militares y civiles del sector
público.
El
salario mínimo es eso y sólo eso, un marcador de lo menos que debe ganar un
empleado. Si la producción es mayor y si se respetan las convenciones laborales
o sindicales como debería ser la sana interacción Estado-Capital-Trabajo, éstos
últimos saben que pueden pelear con éxito para que les den su alícuota en las
utilidades que las empresas deben repartir. Eso es así en el sistema
capitalista que dejamos por “èsto” que nos sé cómo llamar, porque ellos tampoco
lo saben, como dijo Diterich ayer, en entrevista en USA, desde México donde se
encuentra, donde explicó que el finado no supo o no quiso adoptar correctamente
lo que él le propuso con su Socialismo
del Siglo XXI, idea que no es originaria
de él, sino de pensadores y economistas Ingleses y alemanes, de quienes
él la tomó. Para mí de paso, es errado adoptar ese modelo, en parte, ni completo, sino recuperar nuestro sistema
político liberal del estado democrático social de derecho y de justicia, con
una economía de mercado, regulada por reglas claras y estabilidad, con respeto
al estado de derecho y a lo que reza nuestra carta magna. Con alto contenido
social. SOCIAL en sentido lato, no socialista en su sentido comunista, donde
las empresas cumplan un rol social al interactuar con la sociedad donde se
asientan, dentro de un sentido humanista. Termino parafraseando: “La inflación
es un tema muy serio para de
jarlo
sólo en manos del régimen
y sus economistas trasnochados”.
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
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