A
Msc. Marienbad Belugheilig, Monseñor Ovidio Pérez Morales, y a Ramón
Casas y García, maestros.
AMÉRICO GOLLO CHÁVEZ |
Pero hoy tanto mas importante se hace indagar
sobre este thema, que en este mundo ni a Jesucristo si decidiera volver, le
habría dado tiempo ni capacidad para sanar tanta idolatría y de salvar a tanto
poseído (poseso) cuyas acciones finalmente son la absoluta negación de su
libertad, y tal vez la mas cruel porque muchas veces el “poseso” actúa en
nombre de la justicia, la libertad o del amor. Piénsese en el terrorismo, que
convierte al terrorista en un cruzado cuyo objetivo final es reafirmar a su
Dios, o los muy graves casos de adoración idolátrica presente en la conducta
del amor por el marido (o la esposa) por el hijo (hija), o del hijo, la amante
adultera por su querido, etc., en donde cada acción del idólatra está
mediatizada por los valores que tendría o atribuye al ídolo y despliega esfuerzos por resguardad sin mácula a su
ídolo, su fetiche, y, desde luego, en donde la conciencia de poseso desaparece,
deja de ser él, en consecuencia la libertad del poseso o del poseído, en todos
los casos, desaparece. Se asume la del otro como su propia conciencia. Los
efectos de esta conducta próxima son muchos, que pueden ir desde la
super-protección al ser amado, hasta la alienación total del “poseso” cuya
identidad desaparece y su relación con lo real se sustituye y su confrontación
con el mudo se castra. Su ídolo (el líder mesiánico o el amante devenido en
ídolo) decide por el poseso en el detalle grande y el pequeño, qué hacer o qué dejar de hacer en la política, la cultura
e incluso, en la familia el ídolo decide qué
hacer con los hijos, hasta la inmolación puede llegar. Pero, advertimos también que debemos mirar
con esta misma lupa, los esfuerzos de las hegemonías culturales, religiosas,
políticas, económicas, etc., por imponerse a como dé lugar a nombre de la
justicia, la libertad, los derechos humanos, la democracia, el valor del
individuo, y mas. Solo para dar un ejemplo, el fundamentalismo económico que
hace de la libre empresa, del amor por la riqueza y la deificación de la propiedad como expresión
del éxito, la realización perfecta de lo humano, constituyen verdaderas
idolatrías, que para mantener su “valor” se recurre a todo, incluida la muerte
del otro, si necesario fuera. Cabe aquí señalar el fundamentalismo islámico,
pero también el sionismo, como especiales formas de idolatría y me atrevo a ir
mas lejos, el racismo es en esencia la adoración idolátrica a un pasado que se
reivindica como puro, sano, bueno. Superior.
Esto
dicho, en donde de una u otra forma se describe ya el hecho idolátrico, en menor
grado el ser idólatra, recurramos al maestro E. Fromm, y con él a Marx, sobre
quien críticamente se afinca, y a su lado proponer una definición mía, que ha
sido forjada en mucho tiempo y de manera especial, cuando tuve que explicar a
mis estudiantes los procesos de alienación, y que para el caso venezolano
tenemos en Ludovico Silva el mas alto valor. Confieso que un excepcional poeta
y sabio me acompañó en ese trabajo y produjimos un folleto hoy tirado al
viento. El sigue siendo un inmenso poeta, pero no puedo citarlo porque carezco
de su autorización y, sobre cualquier otra cosa, para no contaminarlo de mis
yerros de ayer y que hoy ejerzo, mientras suyos los méritos de aquella era son.
De manera muy esquemática, recordemos a Fromm, “el ídolo representa el objeto
de la pasión central del hombre-idólatra” “El hombre (idólatra) transfiere sus
propias pasiones y cualidades al ídolo. Cuanto más se empobrece él mismo tanto
mayor y más fuerte se hace el ídolo”. “Si el ídolo es la manifestación alienada
de los propios poderes del hombre (del idólatra, nota nuestra) y si el modo
como está en contacto con esos poderes es una alienación sumisa al ídolo, se
sigue que la idolatría es necesariamente incompatible con la libertad y la
independencia”. Yo asumo esta concepción y determinación de la idolatría, pero
nuestra distancia de Fromm es que mientras él afirma que el idólatra traslada
al ídolo sus capacidades, mi concepción es inversa, es el idólatra quien
sustituye sus valores, sus potencialidades, su fuerza por las que le atribuye
al ídolo. De modo que, por ejemplo, la alienación del dinero, su idolatría, que
bien metaforiza Marx, siguiendo Shakespeare, son los poderes deificados del
dinero y sus efectos reales, los que desplazan la conciencia individual y
social, de modo que el dinero convierte al ladrón en señor, la prostituía en
dama y, en definitiva, al corrupto en respetable, al perverso en señor. En
consecuencia, es el poder deificado del dinero el creador de ese juego que
anula al humano, anula lo humano crítico, creador.
Yo he
dicho y reafirmo: quien todo lo da al otro, sustituye gradualmente en su
inconsciente, primero, según la intensidad de la entrega, su identidad por la
del otro, generándose un complejos proceso de alienación que mediatiza su
conducta, hasta la negación absoluta de sí mismo, la idolatría, que
alcanza extremos tales como el
fundamentalismo religioso, posesos sin identidad pero seguros de hacer lo que
el poseedor les ha dispuesto e impuesto. La tragedia de este proceso concluye
cuando el poseído, el poseso, cree que cuanto hace es lo bueno, lo correcto, lo
justo, bien porque dogmatice el discurso de su poseedor-ídolo, bien porque crea
que honra a su ídolo con lo que hace. Y se honra a sí mismo obedeciéndole.
Entonces su consciencia posible se transforma en falsa consciencia, tal como
muy acertadamente estableció Marx. Empero, tanto para los autores citados
cuanto para mi modesto esfuerzo, el efecto de esta alienación, la idolatría, es
el mismo: la perdida de la identidad, de la consciencia y la conversión en un
ser idólatra sumiso a quien(o cosa-ser-amante…) idolatra. Pero en estas
visiones se presenta una severa ausencia, o no se ha dado la significación y
trascendencia negativa que ello alcanza, a saber, cuando el poseso es poseído
de sí mismo, vale decir, cuando se asume como Narciso y da a su ser narciso
todas las propiedades de la belleza, de la bondad, de la sabiduría, poder
omnímodo, de la justicia, que le son propias a Dios, por reflexiones teológicas
y prácticas culturales. Este modelo, en el plano histórico, ha sido bellamente
revisado por Fromm en “El Miedo a la
libertad” de modo que lo dejo en sus manos para ahorrar espacio y ahorrarle mi
ignorancia. Pero hay un hecho empírico importante, que es el que vive la gente,
que es mucha, asumir al narciso “líder” en Dios, lo cual exige determinar por
qué ese líder, en verdadero estado de esquizofrenia, de pérdida absoluta de la
realidad, tiene, en la realidad, tantos idólatras.
Nada sencillo buscar una respuesta o varias.
Formulemos inquietudes. La necesidad humana de realización se hace más
irreflexiva cuantas más necesidades existenciales tiene. Hambre, servicios,
cultura, seguridad, desempleo, pobreza, ignorancia, miedo, soledad. Vale decir
mientras mayor es la indefensión mayor es el refugio en la esperanza, pero como
carece de “fuerzas, voluntad, poder, conocimiento…” de sí mismo, se cobija, se
protege, en la promesa de salvación del ser narciso, medianamente pincelado
arriba. Ello podría ayudar a comprender la conducta de los idólatras de Chávez,
como ayer de Hitler, o Mussolini, que apoyados en la indefensión de las masas,
dieron base ideológica a la idolatría que estaba sustentada en las cualidades
personales del líder y en su discurso. Y este es imprescindible, para dar
coherencia a la idolatría. Piénsese en Pinochet, en quien las hegemonías
chilenas (con Videla lo mismo en el vecindario) no tuvieron a un redentor ni a
un mesías, sino a un verdugo-inquisidor cuya tarea clara era acabar con los
comunistas, etc., y allí concluía su juego, mientras para Hitler o para el caso
Chávez el juego no termina. El proyecto se hace inmortal y el líder, en su
propia alienación, devenido en Dios busca y se cree ser eterno en sí mismo o en
su reencarnación. Y, para superar esta inmensa tragedia, ha de recurrirse (como
en el caso de la idolatría que por amor se hace y en todos los demás casos,
pero cuyos efectos son de menor cuantía mas no así la gravedad del daño) a un
discurso y a una práctica que lejos del exorcismo, concientice. Entonces
alcanza su valor la propuesta de Aristóteles, la ética ha de ser parte de la
política o la mía, que exige que la política, con rigurosa base científica,
debe ser parte de la ética, orientada por ésta.
Sirva
este texto como referente para la mejor
comprensión de los dos textos anteriores,
Robert: CRIMEN SADICO … editados aquí (El Republicano Liberal) que si bien, en efecto, son autónomos, este
ayuda a visualizar mejor el fenómeno de la deificación de Chávez y la “conversión” de mártir que
se intenta dar a Robert sin la menor
posibilidad de ello, porque de una u otra forma Ellos y Robert están
descubiertos. Y se advierte, que si bien Maduro, Diosdado, etc., están “claros” de ser los “sacerdotes” y
médium de ese juego, no menos cierto es que ellos mismos son victimas de su
propio juego, su patología, la pérdida de la realidad, idolatría a su ser deificado, Chávez y la
negación absoluta de su propia personalidad.
Americo
Dario Gollo Chávez
americod@gmail.com
@americogollo
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