“La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de educación, en una escuela de moral, de justicia y de leyes” Simón Bolívar
CARLOS E. AGUILERA A |
Irónicamente se suele denominar troglodita,
a personas que se le compara con
aquellas que en épocas pretéritas habitaban en cavernas, y pertenecían a un
pueblo legendario que el historiador griego Herodoto situó en el norte de
África. Vale decir, que el estereotipo del hombre prehistórico normalmente
tenía una conducta brutal y su comportamiento era bárbaro y tosco.
Es lo que desde hace quince años estamos
presenciando los venezolanos, desde que llegaron al poder quienes exacerbados
por su fanatismo, ciegamente se han convertido en intolerantes y violentos
contra quienes no comparten sus ideas socialistas y bolivarianas según sus
prédicas, pero huérfanos de una filosofía o doctrina, o lo que es igual, algo
así como un arroz con mango, o como diría una mujer de la tercera edad que
hacia cola en una entidad bancaria para cobrar su pensión, “esta vaina que
llaman socialismo bolivariano, no es ni chicha ni limonada”. Mi pensión dijo en
alta voz, como para que escucharan sus vecinos pensionados, no es un regalo ni
un favor del chavismo, pues me corresponde por ley. Allá quienes se dejan meter
esa coba de que fue Chávez el que les hizo justicia”. Como era de esperar, una
señora que vestía una franela y gorra
roja, inmediatamente le soltó una sarta de improperios y groserías con lenguaje
vulgar, que obligó a hombres y mujeres a mandarla callar.
El comentario obligado de quienes esperaban
para cobrar su pensión, no se hizo esperar y muchos aducían que el
comportamiento y manera de expresarse de la señora que se identificó como
chavista, obedecía al lenguaje que a diario se escuchaba en boca del extinto
Chávez y ahora de su hijo putativo y heredero, Nicolas Maduro, que insulta a
diestra y siniestra, a veces con groserías a sus contrincantes políticos. Con
ese mal ejemplo –coincidían quienes criticaron a la mencionada señora – que se
puede esperar de sus acólitos, que ven en sus líderes (¿) socialistas del siglo
XXI , como cosa natural el insulto, el improperio, el agavillamiento, la
amenaza, y hasta el atropello físico. Esto último perpetrado por policías,
militares y los llamados colectivos, que en más de una ocasión han agredido a
estudiantes, mujeres y obreros, como lo registran las informaciones recogidas
por los medios de comunicación, desde hace varios años.
El encendido fanatismo de quienes se dicen
defensores del chavismo, llega a extremos inauditos, al colmo de exagerar la
figura del fallecido hijo de Sabaneta, exaltándolo como un Santo, hasta en
estampas cual José Gregorio Hernández, - que me perdone el médico trujillano
milagroso la comparación- algo como lo
que ocurrió en República Dominicana, con el dictador Rafael Leonidas Trujillo,
de nefasta recordación por sus crímenes, al que sus seguidores y fanáticos, lo
comparaban con Dios para demostrar su amor hacia él.
Hombres y mujeres del país repudian que
Nicolás Maduro en sus diarias peroratas televisadas y en cadena por la red
oficial insulte, agravie, descalifique y
exponga al escarnio público a quien le venga en gana, faltándole el respeto a
la gente y con frases como estas: ““Yo sé lo que están buscando ellos -refiriéndose a la oposición- . Ellos están
buscando que este pueblo se arreche y un día salga pa’ la calle y no lo podamos
parar; y ese día nosotros todos nos iríamos con el pueblo a la calle y yo no sé
cuándo regresaríamos nuevamente”. O esta otra: “El gobernador del Estado
Miranda, es un ladrón”.
Su camarada Diosdado Cabello, tampoco se
queda atrás y en más de una ocasión ha insultado con vulgares adjetivos a sus
contrincantes políticos y hasta testigo, pero mudo y sonriente, fue de la
golpiza que en plena Cámara de la Asamblea Nacional le dio un salvaje ciudadano
de su partido, al diputado Julio Borges de Primero Justicia y también el
bochornoso espectáculo que otra colega de su fracción parlamentaria, brindo en
plena sesión del dizque Poder Legislativo, al agredir físicamente a la honrable
diputada María Corina Machado, a quien posteriormente y pasando por encima de
la propia Carta Magna, la despojaron de su cargo para el cual fue electa por el
pueblo. La Bicha, como la denominó vulgarmente el finado Chávez, es letra
muerta para los chavistas.
El Frente de Víctimas contra la Represión y
el Foro Penal Venezolano denuncian que varios de sus integrantes, así como
otros detenidos en agosto pasado fueron objeto de persecución, intimidación y
abuso sexual. La violencia por otra parte, está desangrando al país y cunde el pánico, pues en las últimas semanas han sido
asesinados hombres y mujeres, cuyos cuerpos aparecieron desmembrados, situación
ésta que jamás había ocurrido en Venezuela.
La violencia se ha convertido en arma natural
de los chavistas, que validos de una patente de corso e impunidad,
hacen de las suyas y cometen actos reñidos con las más elementales normas y
principios morales de respeto y educación. Lo ocurrido en días pasados con los
presos políticos detenidos en Ramo Verde, pone de manifiesto el desprecio y
humillación al que son sometidos Leopoldo López, Daniel Ceballos, Enzo Scarano
y Salvatore Lucchesse, pues además .del trato inhumano y denigrante que les fue
inflingido, sus carceleros les arrojaron a través de las rejas excremento y
orina, por órdenes de su Director.
No hay duda alguna, de que los chavistas
pertenecen a la especie de los llamados
trogloditas, y poco les importa el pensamiento bolivariano del que tanto
hacen alarde, pues más bien ofenden a la memoria del Libertador, quien en sus
cartas y discursos hizo prevalecer la justicia, como se puede leer
seguidamente: “La naturaleza a la verdad, nos dota al nacer del incentivo de la
Libertad; más, sea pereza, sea propensión inherente a la humanidad, lo cierto
es que ella reposa tranquilamente aunque ligada con las trabas que le impone.
Al contemplar este estado de prostitución, parece que tenemos razón para
persuadirnos que los más de los hombres tiene por verdadera aquella humillante
máxima, que más nos cuesta mantener el equilibrio de la Libertad, que soportar
el peso de la tiranía. Ojalá que está máxima no estuviese sancionada por la
indolencia de los hombres con respecto a sus derechos más sagrados”.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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