domingo, 5 de octubre de 2014

SIMON GARCIA.EL GIRO DE CHUO, EL LUGAR COMÚN,

Los antiguos griegos usaban la palabra idiota para referirse a quienes no se involucraban en los asuntos públicos. Ejercer la ciudadanía formaba parte de las virtudes fundamentales y condición para la libertad. Era una de las vías para adquirir humanización en contraste con periecos y esclavos, impedidos del derecho a deliberar, participar y decidir en las distintas manifestaciones de vida comunal.

Ahora, en la cada vez mayor precarización de nuestra democracia, nos asalta la pregunta ¿Quién va a cuidar de ella? Según las encuestas, somos un pueblo informado que sigue con atención lo que hacen los políticos tanto del gobierno como de la oposición. Datos que parecen indicar que está en curso un proceso de mayor sensibilización hacia la política y su importancia para el futuro del país.
Una de esas organizaciones, cuidadora y generadora de democracia, debe ser la MUD. Pero ella parecía haber llegado a un punto crónico, afanada en convencer a los ya convencidos. La aparición de dos propuestas estratégicas, un desarrollo inconveniente y anticipado de la pugna por el liderazgo y la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo proyectaron una imagen de debilidad y prendieron las alarmas sobre un inminente desbordamiento de conflictos internos. 
La designación de Chúo Torrealba como Secretario Ejecutivo de la MUD paró esos riesgos y se convirtió en un acontecimiento que devolvió importancia a lo que está ocurriendo en el lado opositor y en el mundo, más amplio, de los descontentos. El interés que despertó el anuncio se justifica, precisamente,  porque la oposición enfrenta el desafío de expresar y representar también a quienes no se han sentido, hasta ahora, identificados con ella a pesar de que no comparten las políticas gubernamentales. Chúo satisfacía esas expectativas.
Toda la oposición formalizada y la que brota espontáneamente como una reacción en cadena ante la destrucción de país que está ocasionando el modelo  y la gestión gubernamental, enfrentan nuevos retos. Pero el viento está soplando a favor de la MUD frente a la acumulación de evidencias de que tenemos un Estado que va en contravía al interés de la sociedad.
Un punto favorable es que la Unidad ha tomado la dimensión de una respuesta nacional, apoyada en los partidos, pero que ha trascendido los límites de una polarización establecida a la medida del interés gubernamental.   Sería suicida para la oposición reproducir ese esquema de confrontación brutal, así como no comprender que los atributos de la tolerancia y la convivencia son inevitables en la cultura política que vamos a necesitar ahora en adelante.
Otra ventaja, que apenas comienza a operar, es que la oposición es ya una mayoría irrefutable. Pero su pluralidad, su diversidad de intereses y visiones, requiere construirle una identidad que admita las diferencias y valore los aportes que cada quien pueda dar. En ese sentido, la unidad es la primacía de una suma coherente de propósitos sobre los objetivos particulares de cualquiera de las organizaciones participantes. No una rendición del que llega a ella.
Finalmente, hay dos aspectos que la nueva MUD debe cubrir. El primero es no sólo cual país va a ofrecer sino como va a elaborar esa oferta para que conduzca a la unidad programática, sustento indispensable para darle sentido a la calle y al voto. El segundo es definir y crear conciencia sobre la naturaleza, composición y objetivos del gobierno de unidad que va a sustituir al actual sistema de poder.
El giro de Chúo ya está demostrando los nuevos rumbos para la MUD. Ha proporcionado puntos de encuentro para las discrepancia mayores y ha legitimado la posibilidad de competir con propuestas distintas dentro de un mismo proyecto. En vez de criminalizar los desacuerdos, los admite mientras contribuyan al crecimiento temático y numérico de una alternativa.
El diálogo ha salido de la lógica de la reprobación porque el planteamiento de Chúo lo convierte en una herramienta dentro de la MUD, entre la MUD y sus bases de apoyo y entre el bloque opositor y los sectores que aún no definen una actitud definitiva o que están dejando de apoyar al gobierno. El diálogo es manejado como otra forma de comunicar y luchar por objetivos de cambio, incluso cuando se establece con los factores de poder.     
 La otra ganancia del giro de Chúo es el lugar que está ocupando, desde ya, la movilización en torno a temas sociales y reivindicaciones no propiamente políticas. Es un ensanchamiento de la acción indispensable para acumular fuerza, porque como todo el mundo sabe una forma de combatir el frío es ponerse en movimiento.
El giro de Chúo propone poner en movimiento a la MUD.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim   

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