domingo, 26 de octubre de 2014

SIMON GARCIA, OPRESIÓN Y OPOSICIÓN, EL LUGAR COMÚN,

Lo único que el gobierno construye, con meticulosa precisión de relojero, es una armazón represiva para controlar toda la sociedad. Tuvieron éxito apoderándose de todas las ramas del Estado. Ahora intentan, sistemáticamente, doblegar todo vestigio de resistencia y exterminar los espacios de libertad.

El fin último de este dominio opresivo, diseñado según la experiencia de los Castro, es la perpetuación del régimen. Lo proclaman con arrogancia en las distintas formas que toma la idea del no volverán. Se proponen o amenazan con volar de la Constitución el concepto de la alternancia. 
El fracaso de la economía se siente en los bolsillos y en la mesa de casi todos los hogares venezolanos. La demolición de las instituciones y la liquidación de la cultura democrática aunque menos tangible, es igualmente asfixiante para los ciudadanos.
La cúpula del poder ha retrocedido grandemente el disfrute de los derechos. En los últimos meses han convertido en objetivo prioritario el  control del pensamiento y de la palabra. Hay un cerco contra las universidades autónomas y cualquier fuente de expresión del pensamiento crítico. Han logrado silenciar medios de comunicación, cerrándolos o comprándolos, y mantienen un estado general de racionamiento de la libertad de expresión y de información.
El Estado está cerca de lograr el monopolio de la comunicación. La versión única y la omisión de noticias de interés público sustituyen cada vez más la información. La intimidación, el acoso, la limitación en la entrega de papel, prácticas excluyentes de la democracia, son de uso ordinario por parte del régimen.
Los modelos convencionales de represión han sido sustituidos por herramientas más sofisticadas. Por eso, y por los márgenes mínimos que se permiten a cambio de que los organismos internacionales miren hacia otro lado, subsisten las dudas para confirmar la naturaleza dictatorial y la vocación totalitaria de quienes controlan actualmente el poder.
Ese cambio de los medios para ejercer la opresión exige una renovación sustancial de las concepciones, las estrategias de combate y las formas de lucha para hacer oposición. Urge elevarse al rango de alternativa en base a una identidad que aunque parta del esquema gobierno/oposición logre un contenido más diverso y propositivo.
Sin embargo, en vez ocuparnos de esas innovaciones políticas para mejorar las luchas destinadas a cambiar el régimen y derrotar electoralmente a su gobierno, nos enfrascamos en situaciones inexplicables como las que se vive en la conformación de la MUD en Carabobo. 
Carabobo es decisivo en cualquier desenlace nacional. No hay razones para encrespar la relación entre los partidos. Buscamos una persona, que no aspire a ser candidato  y que coordine una acción concertada de la oposición y la sociedad civil, que impulse el acompañamiento de las luchas de la gente con amplitud, eficacia y profundización de sus demandas de cambio. Y acá existen. 
 Ely Yépez tiene las competencias y atributos para serlo. Los éxitos de su interinato están a  la vista. Pero puesto que no le conceden consenso ha declarado su disposición a buscar un relevo. Pero lo que preocupa es la dificultad para tramitar consensos como ha ocurrido recientemente con dos figuras que hubieran sido recibidas con júbilo en otros lugares y decidieron retirar sus nombres.
El tema tiene que ser desprovisto de conflictividad. Los partidos deben ofrecer con urgencia un sólido acuerdo unitario en torno al Secretario Ejecutivo, al programa para relanzar a la MUD y a las estrategias para que las fuerzas de cambio puedan nutrirse del descontento y llevar su mensaje de unidad y cambio al otro campo.  No debemos esperar más.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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