El
cine norteamericano tiene súper abuelas que son sencillamente geniales y, muy
divertidas y tienen unas situaciones vivénciales que hacen disfrutar al público
sentado en una butaca de cine, momentos muy entretenidos mientas se disfruta de
un refresco, maní y tostón.
LUIS A. RAPOZO |
Pero,
el caso venezolano nos presenta un acontecimiento real que no tiene desperdicio
y que no debe pasar por debajo de la mesa, como un acontecimiento interesante
en el periodismo moderno.
Tal
vez a algún ocurrente guionista se le ocurra a corto, a mediano, o largo plazo, escribir un
guión para llevarlo al teatro; o al mismo cine como el caso de la niñera del
súper ministro Jaua, quien fue detenida en Brasil con un revólver (y muchos
documentos políticos sobre estrategia electoral y toda la palabrería
coyuntural, que si las cinco revoluciones, que si patatín y patatín; que si el
socialismo contra el capitalismo y
otras tonterías), como si estuviese preparada para entrarse a tiros contra el
imperio mismo, así como sucede en una escena de James Bond -ustedes saben-.
Todo
comenzó cuando un avión de PDVSA les estaba dando tremenda “colita” a la suegra
de Jaua y a la súper niñera en un vuelo que llegaba al aeropuerto de Sao Paulo.
Ustedes se tienen que imaginar la entrada del avioncito surcando los aires
brasileros con un fondo musical de samba y mostrando el famoso cristo corcovado
en lo alto de la montaña, una cosa muy subliminal. Allí comienza la película,
pues, supuestamente andaban disfrutando de las bondades de la revolución
bolivariana como si fueran magnates petroleros norteamericanos en viajes de
negocios. Pero, al parecer era un vulgar viajecito para asistir a un hospital
digno en Brasil y atender a la mujer del súper ministro de un asuntito
rutinario de asistencia médica, que no se puede atender en una clínica
nacional, ni en un CDI, ni en el hospital clínico o el hospital Vargas, como
cualquier cristiano criollo.
Entonces,
cuando checan el equipaje a la súper niñera, se consiguen que tiene un
armamento sin permiso, sin documentación, etc., convirtiéndola automáticamente
en una traficante de armamento o por lo menos en una contrabandista y hasta
terrorista -¿Quién sabe?-, y le ponen los ganchos y se la llevan directo a una
cárcel brasilera para que rinda declaraciones.
Los
brasileros, como cosa normal interrogan a la “extraña niñera”: “ ¿De quem é
essa arma? ¿e Pistoia fazendo com isso? ¿Para vir ao Brasil? ¿O trabalho que
você faz?” Y la muchacha responde: “yo
no fui, eso no es mío, eso es de mi jefe, yo no se nada”.
Por
supuesto, que la policía no entiende la cosa, pues todo se presta a suspicacias
y los medios de comunicación brasileros, no están acostumbrados a ver
funcionarios del gobierno viajando en vuelos privados, usando aeronaves del
estado en asuntos particulares “como Pedro por su casa” y mucho menos pueden
ver como algo normal que una niñera tenga su pasaporte con sellos que
testifican su paseo por medio mundo, armada y con un cuento chino.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.