miércoles, 29 de octubre de 2014

ANTONIO LEDEZMA, ALCANCÍA ENDEUDADA

Lo más fácil para cualquier gobernante que se pierda en el laberinto de sus propias equivocaciones, consiste en echar mano y refugiarse en el manido argumento de responsabilizar al gobierno anterior. Ese viene a ser “el culpable perfecto” para salirse de la suerte de encarar a un pueblo que recrimina, más temprano que tarde, a los que lo meten en el barranco de los problemas económicos que le arruinan sus noches y amaneceres. Es el caso venezolano.

Los actuales gobernantes están entrampados en sus confusiones endógenas y esposados a la mistificación de sus deidades. Por eso, difícilmente pueden mirar hacia atrás para señalar al condenado del infortunio en que estamos metidos, con este déficit gangrenado en el presupuesto nacional, en medio del espejismo que produjo el precio del petróleo, que irresponsablemente llegaron a suponer como eterno. No pueden partir la historia que comenzó con las agitaciones cuartelarias del año 1992 y la “nueva” fase madurista, porque esta última sobrevive a costa de la primera, toda vez que esos capítulos se inspiran en las narrativas sentimentales con las que quieren trastocar la indignación que causa la inflación, la devaluación, la escasez de todo, la inseguridad, el endeudamiento y la corrupción, en una remembranza de imágenes, de voces y de efemérides sobre hazañas ficticias.

Desde que apareció el mal llamado bolívar fuerte, a la gente se le hace complicado sacar sus propios cálculos, porque se confunde en medio de esa ilimitada sumatoria de guarismos terminando desconcertados en el mundo de las trigonometrías. Hay que reconocer que en ese campo sí han sido habilidosos, en el de enredar, confundir, embrollar las cosas y falsear las realidades para que no localicemos la causa cierta del problema, sino que nos impliquemos a nosotros mismos como responsables de la escasez porque “comemos mucho” y por lo tanto somos “consumidores compulsivos”, hasta desarrollar todo un guión sobre el surrealista mundo de la “percepción de inseguridad”, forjada malignamente por los medios de comunicación al servicio del fascismo.

Ahora quieren justificar el derroche de la fortuna petrolera que nos coloca en la penosa situación de país rico empobrecido. A diferencia de otras naciones petroleras que sí supieron llenar sus alcancías con gruesas sumas para sus reservas internacionales o fondos anticíclicos, como Noruega, Arabia Saudita, México, Brasil o Colombia. Venezuela lo que tiene acumulada es una descomunal deuda externa que condena el 20 % del presupuesto del año entrante para atender, solamente, el servicio de esas hipotecas, prácticamente lo mismo que se destina para los planes de educación, salud, universidades y ciencia y tecnología.

Antonio Ledezma
antolede@gmail.com
@alcaldeledezma                                                                                                                          

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