Como en aquella
película “El rugido de ratón”, una minúscula Hong Kong (HK) con 7 millones de
habitantes que viven en unos 1.000 Km2 se enfrenta a un imperio de casi un
millón de Km2 y 1.400 millones de habitantes, en búsqueda de democracia plena.
En 1997 los
británicos devuelven la colonia a Beijín, pero con condiciones. Entre ellas,
mantenerla capitalista y garantías de derechos ciudadanos. China acepta con la
consigna: “un país dos sistemas” y le da autonomía, exceptuando en defensa y
relaciones exteriores.
Las actuales
protestas se generan cuando sus habitantes, que esperaban un sistema electoral
con democracia plena, para 2017, fueron informados que solo podrían elegir de
entre dos o tres candidatos previamente escogidos por un comité, en su mayoría
afines a la línea política de Pekín. Esto fue contestado por miles jóvenes estudiantes que tomaron las
calles. Aparece entonces la “revolución
de los paraguas”, usados por ellos para protegerse de los ataques con gases
lacrimógenos y gas pimienta.
En San Cristóbal
donde comenzó nuestra protesta juvenil los estudiantes tuvieron que armar
barricadas para contrarrestar las embestidas de la policía, los grupos
parapoliciales a fines al régimen, o “colectivos”, y luego las de la Guardia
Nacional y del Ejército. Los paraguas no hubieran servido.
Al momento de
escribir esta columna, frente al ultimátum puesto por los manifestantes, el
jefe del gobierno de HK accedía a dialogar. Pero no él directamente y ponía
como condición que los jóvenes no pusieran condiciones y no se hablara del tema
electoral.
Aquí también el
gobierno llamó al dialogo, con la condición de que la oposición no pusiera
condiciones, pero sin los estudiantes. El diálogo fracasó. Estos gobiernos
despóticos no están dispuestos a ceder. Lo consideran debilidad. Olvidan que en
democracia esto se llama participación popular. Es la rectificación que debe
hacer un gobierno frente a las peticiones o incluso presiones ciudadanas. Es la aceptación de la opinión pública como
termómetro y fuente para corregir desaciertos. Ni allá ni aquí eso parece
existir.
Aquí la posibilidad
de diálogo, que se asomaba, fue de nuevo congelada con las acusaciones lanzadas
sin fundamento contra la oposición en relación al vil asesinato del diputado
Serra del PSUV. El régimen la acusa, como siempre, de conspirar con la derecha
internacional e incluso con paramilitares en el asesinato. En este tipo de
ambiente, polarizado adrede, el dialogo como solución no prospera.
Y ellos lo saben.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
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