lunes, 22 de septiembre de 2014

SUSANA MORFFE, PERIODISTAS ARMADOS, ENTRE CIELO Y TIERRA,

Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10
Nunca antes había sido tan frágil la figura de un periodista como ahora con el régimen de turno. Los periodistas estamos constantemente sometidos a multitud de cambios y variables, que influyen definitivamente en la formación de opinión, la cual, aparentemente, debe estar ajustada a los requerimientos y complacencias de los gobernantes.
Este modo de valorar la actividad de los comunicadores, profesionales graduados en universidades reconocidas, se ha transformado en una especie de gancho de ropa, arrojarlo o colgarlo, de acuerdo a los vaivenes del momento y la eventualidad que rodea el desarrollo de situaciones, que pudieran contradecir las ideas supremas de la clase política en el poder. 
Por estos días leí algo que es cierto. “Los periodistas no colocamos la pluma y el cerebro en alquiler para beneficio de otros”.
Así como está planteado el país, las constantes amenazas a medios y periodistas no es otra cosa que basura sin propiedades para el  reciclaje. 
Realizar un periodismo ecuánime es difícil en momentos de crisis. El ejemplo de nuestra afirmación la suscribimos con el despido de la caricaturista Rayma de un diario capitalino, ella con sobrado talento y valentía por denunciar lo que ante los ojos de los venezolanos, es una verdad absoluta: el país está quebrado y en coma inducido sin probabilidades de recuperarse a corto o largo plazo.
La fragilidad de los periodistas se traduce igualmente al haber utilizado en una guerra de fanáticos extraviados del Estado Islámico, a dos periodistas degollados y expuestos públicamente como mercancía colocada en la vidriera del mundo. Más allá del monstruoso procedimiento empleado, es evidente que un periodista resulta una “caja negra” como parte importante de una subsiguiente investigación. Es razón suficiente para que los periodistas sean utilizados para alcanzar la profundidad de los acontecimientos. Tal cosa, nos coloca en la mira del colectivo,  algunos como defensores, otros más como adversarios y verdugos.
El periodista Fernando Del Rincón escribió: 
“Ninguna acción del gobierno venezolano logrará silenciarme”. Los periodistas somos seres humanos falibles, pero valientes, sometidos a la presión diaria, muchas veces la misma presión de los medios obliga a que la ética resulte una carcajada”.
Una gran verdad cuando existe la exigencia de una noticia o una historia inventada, investigada, pero que sea espectacular y a tono con la línea que quieren. Lo  que ocurre en Venezuela no amerita castigos para medios y periodistas, porque la única verdad de la descomposición nacional, la manejan todos los venezolanos. Con esta noticia, todos quedamos despedidos.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com

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