viernes, 12 de septiembre de 2014

SIMON GARCIA, LOS NUEVOS ENCUENTROS.

            Las oportunidades para consolidar una sólida mayoría están abiertas. Además de los integrantes tradicionales de la oposición, nuevos contingentes de la población está añadiendo su inconformidad con la situación del país y su descontento ante la ausencia de soluciones por parte del gobierno.

            Los rechazos cada vez más visibles al gobierno provienen, en buena parte, de sectores que han mantenido un compromiso de apoyo o una fuerte simpatía hacia el proceso conducido por Chávez. Ahora no están allí porque el agravamiento de sus problemas y la pérdida de confianza en el actual presidente los empuja fuera. Pero no han dado aún los pasos para ubicarse en la oposición y es probable que si el gobierno mostrara capacidad de respuesta muchos modificarían su actitud.
            Pero lo novedoso es que no apoyan las políticas gubernamentales porque ahora son perjudicados por sus efectos. Se sienten rumbo a un futuro insoportable y apelan a una reacción defensiva. Pero entre los trabajadores, en barrios muy desatendidos o en sectores sitiados por el hampa o la suspensión de servicios se está arribando a reclamos más activos. Los silenciados sidoristas son uno de los ejemplos del creciente malestar en el chavismo.
            No es fácil rehacer el diálogo entre quienes emocional y políticamente han tenido un enfrentamiento de años. Hace falta disminuir recelos y desembarazarse de condicionamientos negativos para comprender como natural el cruce bilateral de fronteras y volver a practicar una convivencia que no convierta los acuerdos en un matrimonio ni los desacuerdos en una guerra santa.
            Pero cuando la defensa de los intereses particulares coincide con la contención de la destrucción del país, se abre un periodo muy favorable para elaborar, formular y compartir una nueva causa. Estamos comenzando a experimentar esa ´coincidencia y dependerá de la inteligencia y de la amplitud de la oposición aprovecharlo o desperdiciarlo.
            Disponerse a hacerlo implica elevar los empeño para que la unidad sea un medio y un fin. Medio en tanto conjunción eficaz entre los partidos y fin en cuanto encuentro entre venezolanos que puedan coexistir solidariamente a pesar de rivalizar con proyectos de sociedad diferentes. Así, para unos y otros, la política dejaría de imitar a una guerra de exterminio.
            Uno de los agentes de ese tránsito está en quienes ya no encuentran razones para mantener su respaldo al gobierno, pero carecen de los alicientes y la confianza necesaria para encontrarse con la oposición. Gente que teme que el encuentro sea visto como una rendición y que excluya la debida aceptación y el debate en torno a las visiones, demandas e intereses de los que se juntan.
            Aunque la vieja política es un vicio que puede extraviar en pequeñas ambiciones a la gente joven, hay signos de que el liderazgo de la oposición se hará alternativo por la innovación en sus ideas, su consistencia ética y su inspiración en un moderno humanismo social.
            No habrá política alternativa sin lucha social alternativa. Sin guarimbas, pero con combates que generen esperanzas y fuerzas que acumular.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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