sábado, 20 de septiembre de 2014

OSWALDO PÁEZ-PUMAR, EL MÉDICO ASESINO

El ataque del gobernador de Aragua contra el gremio médico y en especial contra el presidente del colegio en ese estado es una réplica del realizado por la FAN bolivariana contra los estudiantes.

Las bombas, perdigones y disparos no pretendían contener a los manifestantes sino reducirlos para apresarlos y someterlos a juicio.

Es lo que quiere el gobernador: imputarle a los médicos cualquier delito porque sabe que en el estado totalitario que tratan de implantar, las checas funcionan como en la desaparecida U.R.S.S. y es más gravoso estar sometido a juicio, que sentenciado a prisión, como bien lo denunciara el doctor Alberto Arteaga.

No le importa cuántos ciudadanos mueran víctimas de una medida asesina que consiste en ocultar la existencia de una endemia, asumida sin más como autóctona sin haber sido establecida su causa, y que como no se atiende en forma adecuada precisamente porque se la mantiene oculta, puede convertirse en epidemia.

Le preocupa que se conozca el hecho y por eso su atención no se dirige contra éste sino contra la denuncia de lo que ocurre, que convierte al denunciante, casi casi, en la causa de la epidemia.

Hace poco menos de un siglo Venezuela sufrió los efectos de la llamada “gripe española” que se inició en el litoral y rápidamente se trasladó a Caracas probablemente viajando en el ferrocarril, no la epidemia como tal sino sus portadores; y por eso entre las medidas que se adoptaron, lo que no impidió que se registrara una enorme mortandad, estuvo la suspensión de actividades en los colegios. Ahora se han reanudado las clases en Venezuela y aunque lo ocurrido en Maracay no puede ser identificado con lo sucedido en Caracas en la clínica Razetti, que condujo al cierre de la emergencia de esa clínica, establecer o descartar el mismo origen en los dos casos solo puede hacerse en un ambiente científico de libertad, que es lo que niega el gobernador, como también es negada la libertad en el país por el usurpador.         

Ya antes de estos sucesos se había denunciado en Maiquetía la existencia de unas edificaciones en las que parecía incubarse una potencial endemia de chikungunya y dengue y un llamado a las autoridades para un plan de fumigación antes del comienzo de las clases, encontró como única respuesta la misma que hoy da el gobernador de Aragua, la amenaza.

El Aissami no es médico, pero tiene nombre de enfermedad.

Oswaldo Paez Pumar
opaezpumar@menpa.com

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