martes, 30 de septiembre de 2014

MIGUEL BAHACHILLE M., ¡NO, NO HAY CONFLICTOS! ¡TODO BIEN!

Oficialistas en funciones de Estado, y los que no también, ostentando potestad gubernativa, aguzan sus sentidos no para atender los conflictos que angustian sobre todo al más pobre, como epidemias e inseguridad, sino para seguir cabeceando con un supuesto hálito revolucionario heredado del líder máximo. Las promesas sobre felicidad plena carentes de contenido ya no conquistan ni al más lerdo. Los afligidos, que son muchos, las ven como ofertas vacías y parte del proceso de manipulación iniciado hace 15 años.

El régimen se esmera por negar cualquier contingencia que no le agrade como si de esa manera pudiese ocultarla. "La chikungunya y el dengue son afectaciones individuales tanto en sus manifestaciones como en sus orígenes; no por responsabilidad del Estado". La renuencia a admitir los trances con influencia nacional no es una novedad del aparato estatal presidido por Maduro. Ha sido una práctica rutinaria iniciada por su antecesor a partir de 1998.

De la ringlera de críticas que fluye en las calles, a las puertas de un supermercado u hospital o de un transporte público, es extraño topar con algún medio oficialista refiriendo la parte fea de esa realidad social. Escasez, delincuencia, caída de producción, son calificados por el gobierno como eventos fortuitos de baja intensidad. Existe una meditada política de "los guardianes de la tranquilidad" para no reseñar los trances ruidosos y persistir con ofertas fútiles buscando oxígeno para persuadir al pobre que postergue sus esperanzas para "tiempos mejores".

Así la opción personal se convierte en otro mito. Es imposible acoger una guía de vida si la masa no puede elegir entre una amplia gama cultural e informativa. La elección y la diversidad, aunque con signos diferentes, son inseparables en la realidad. La verdadera elección es imposible si no hay diversidad. La pluralidad garantiza al menos que la ilusión de elegir parezca voluntaria.

¡Sí, si hay conflictos, y muchos! De nada servirá que los "guardianes de la información" los omitan a veces hasta con ingenuidad. Por ejemplo, expertos estribados en datos precisos han explicado hasta la saciedad que la carencia de divisas afecta la dotación de medicinas e instrumental hospitalario, entre muchos otros. A pocas líneas de cualquier periódico que refiera ese drama, se reseñan las vicisitudes de un corredor de "Fórmula Uno" financiado por el Gobierno. Ante tal dislate ningún subterfugio del gobierno tendrá efecto.

No es cierto que haya diversidad de juicios respecto a lo esencial de las noticias; ni siquiera sobre asuntos locales. En esta categoría entran los diarios, revistas, emisoras de radio y TV oficialistas. Todos ofrecen una sola verdad. El pluralismo comunicacional propio de las auténticas democracias es en Venezuela un peripuesto mito. La mira estatal se orienta a robustecer un sistema de empaquetamiento de conciencias al talante cubano.

Más allá de cualquier juicio personal sobre la actual crisis, vista por algunos con desdén u omisión, vale la pena reflexionar acerca de los procesos que nos llevaron a ella y la manera de enmendarla. No se puede seguir jugando con el infortunio del pobre. Ya fracasó la tentativa de "vender" un sistema discorde con las pautas republicanas para imponer un colectivismo probadamente estéril. El pueblo sabe que bajo ese aserto es imposible lograr la estabilidad institucional y social del país. ¡Sí, si hay conflictos y muchos! El país no va bien. Rectificar es la salvación; lo otro la debacle.

Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29

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