Para muchos
venezolanos, las siguientes preguntas tienen respuesta negativa:
¿Aprecia cabalmente
la población venezolana la situación real del país?.
¿Se aprecia que se
deteriora continuamente, tal como un edificio que termina colapsando y
derrumbándose por vencimientos en su estructura?.
¿Es cierto que una
mayoría respalda al gobierno?.
¿Es cierto que el
respaldo de la minoría que lo acompaña es suficiente apoyo para el sostenimiento
del gobierno?.
¿Se puede esperar que
el gobierno cambie su comportamiento y cumpla su responsabilidad en el
mejoramiento del país?.
¿Está el pueblo
venezolano en condiciones de reclamar y lograr que el gobierno cambie su
comportamiento y cumpla su responsabilidad en el mejoramiento del país?.
¿Se puede esperar que
los partidos agrupados en la MUD, concentrados totalmente en la elección de
diputados en 2015, y en general una oposición que no se cohesiona, posibiliten la recuperación del país?.
Puede la calamitosa
situación del país, la cual se destruye diariamente, aguantar 15 meses hasta que se realicen
elecciones en 2015?.
Para estos
venezolanos, la siguiente pregunta:
¿Se puede confiar en
la posibilidad de que el sistema electoral haga posible y reconozca el triunfo
electoral de la oposición, sea en una elección presidencial, o de Asamblea
Nacional, o de un Revocatorio, o de una Asamblea constituyente?
No tiene una
respuesta clara; quizás 50 y tanto % negativa y 40 y tanto % positiva.
Para estos venezolanos,
las siguientes preguntas tienen respuesta positiva:
¿Está una mayoría
significante de la población disgustada con el gobierno y quiere su
cambio?.
¿No hará la
destrucción continuamente acumulada que se haga continuamente muy difícil
recuperar el país posteriormente?.
Las respuestas nos
encallejonan trágicamente sin salida, el país se derrumba, el gobierno no
cambia y el pueblo no puede gestar el cambio y la salvación.
Sin embargo, salvo
situaciones comunistas fracasadas, dictatoriales, autoritaria, totalitarias,
tiránicas, y hereditarias, como Cuba y Corea del Norte, el espíritu de la
libertad y la dignidad humana, junto con la ciencia, han podido a lo largo de
la historia, a través del despertar y reaccionar del pueblo, salir del callejón y derrotar y acabar con
estas barbaridades.
El caos genera su
salida. El continuo fracaso del gobierno hasta su desplome, inmediato o por
pasos, traerá la salida de Venezuela. Pero es obligante resolver y superar dos
graves deficiencias relacionadas, por un lado, con el hecho de que el pueblo
venezolano no está en condiciones de lograr que el gobierno cambie, y por otro
lado, que la oposición no se cohesiona para posibilitar la recuperación del
país.
Los partidos
venezolanos tienen la obligación de recuperar y mantener la credibilidad del
pueblo renovándose a tono con el ejercicio actual de la política, democracia
interna total, libertad de conciencia de los miembros, combate a la
ineficiencia e irresponsabilidad gubernamental y procura del poder para
ejercerlo realmente al servicio del pueblo y no del partido o de grupos.
La sociedad civil
venezolana tiene la responsabilidad, especialmente cuando es imprescindible
recuperar el país y el sistema de partidos experimenta deficiencias,
participando en los trabajos de combatir la ineficiencia e irresponsabilidad
gubernamental que tanto daño causa al pueblo y reforzar el proceso de conquista
popular del poder.
En Venezuela se han
registrado intentos mayores y menores de motivar esta reacción e incorporación
de la sociedad civil, los cuales no han sido fructíferos. Se puede incluso
apreciar cierto retroceso con relación a niveles de años pasados. Se ha tenido
una buena expectativa positiva respecto de la iniciativa reciente del Congreso
Ciudadano, la cual planteó una buena invitación y estuvo bien respaldada por
venezolanos reconocidos.
Se debe esperar
también de Ciudadanos por la Unidad. Sin embargo, se registra con preocupación
grave lo que se aprecia como la intención de partidos, o de grupos de interés
muy particular, de desvirtuar y capitalizar el objetivo que anima a la gente
controlando indebidamente, como de costumbre, el proceso de constitución del
Congreso Ciudadano.
Al menos en el Estado
Falcón, un grupo de partidos han manifestado públicamente su decisión de dirigir
este proceso, en plena confrontación con la libre voluntad de los ciudadanos de
congregarse en asambleas democráticas, abiertas y transparentes, a tono con los
rasgos generales del Congreso, para elegir delegados y para analizar los
planteamientos que presentarían ante el congreso. Una última pregunta que se
deja a respuesta de cada quien:
¿Procurarán realmente
los partidos vulnerar el Congreso Ciudadano?
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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