viernes, 12 de septiembre de 2014

DOUGLAS JÁTEM VILLA, RESPUESTAS MARCADORAS DE RUMBO

Para muchos venezolanos, las siguientes preguntas tienen respuesta negativa:

¿Aprecia cabalmente la población venezolana la situación real del país?.
¿Se aprecia que se deteriora continuamente, tal como un edificio que termina colapsando y derrumbándose por vencimientos en su estructura?.
¿Es cierto que una mayoría respalda al gobierno?.
¿Es cierto que el respaldo de la minoría que lo acompaña es suficiente apoyo para el sostenimiento del gobierno?.
¿Se puede esperar que el gobierno cambie su comportamiento y cumpla su responsabilidad en el mejoramiento del país?.
¿Está el pueblo venezolano en condiciones de reclamar y lograr que el gobierno cambie su comportamiento y cumpla su responsabilidad en el mejoramiento del país?.
¿Se puede esperar que los partidos agrupados en la MUD, concentrados totalmente en la elección de diputados en 2015, y en general una oposición que no se cohesiona,  posibiliten la recuperación del país?.
Puede la calamitosa situación del país, la cual se destruye diariamente,  aguantar 15 meses hasta que se realicen elecciones en 2015?.
Para estos venezolanos, la siguiente pregunta:
¿Se puede confiar en la posibilidad de que el sistema electoral haga posible y reconozca el triunfo electoral de la oposición, sea en una elección presidencial, o de Asamblea Nacional, o de un Revocatorio, o de una Asamblea constituyente?
No tiene una respuesta clara; quizás 50 y tanto % negativa y 40 y tanto % positiva.
Para estos venezolanos, las siguientes preguntas tienen respuesta positiva:
¿Está una mayoría significante de la población disgustada con el gobierno y quiere su cambio?. 
¿No hará la destrucción continuamente acumulada que se haga continuamente muy difícil recuperar el país posteriormente?.
Las respuestas nos encallejonan trágicamente sin salida, el país se derrumba, el gobierno no cambia y el pueblo no puede gestar el cambio y la salvación.
Sin embargo, salvo situaciones comunistas fracasadas, dictatoriales, autoritaria, totalitarias, tiránicas, y hereditarias, como Cuba y Corea del Norte, el espíritu de la libertad y la dignidad humana, junto con la ciencia, han podido a lo largo de la historia, a través del despertar y reaccionar del pueblo,  salir del callejón y derrotar y acabar con estas barbaridades.
El caos genera su salida. El continuo fracaso del gobierno hasta su desplome, inmediato o por pasos, traerá la salida de Venezuela. Pero es obligante resolver y superar dos graves deficiencias relacionadas, por un lado, con el hecho de que el pueblo venezolano no está en condiciones de lograr que el gobierno cambie, y por otro lado, que la oposición no se cohesiona para posibilitar la recuperación del país.
Los partidos venezolanos tienen la obligación de recuperar y mantener la credibilidad del pueblo renovándose a tono con el ejercicio actual de la política, democracia interna total, libertad de conciencia de los miembros, combate a la ineficiencia e irresponsabilidad gubernamental y procura del poder para ejercerlo realmente al servicio del pueblo y no del partido o de grupos.
La sociedad civil venezolana tiene la responsabilidad, especialmente cuando es imprescindible recuperar el país y el sistema de partidos experimenta deficiencias, participando en los trabajos de combatir la ineficiencia e irresponsabilidad gubernamental que tanto daño causa al pueblo y reforzar el proceso de conquista popular del poder.
En Venezuela se han registrado intentos mayores y menores de motivar esta reacción e incorporación de la sociedad civil, los cuales no han sido fructíferos. Se puede incluso apreciar cierto retroceso con relación a niveles de años pasados. Se ha tenido una buena expectativa positiva respecto de la iniciativa reciente del Congreso Ciudadano, la cual planteó una buena invitación y estuvo bien respaldada por venezolanos reconocidos.
Se debe esperar también de Ciudadanos por la Unidad. Sin embargo, se registra con preocupación grave lo que se aprecia como la intención de partidos, o de grupos de interés muy particular, de desvirtuar y capitalizar el objetivo que anima a la gente controlando indebidamente, como de costumbre, el proceso de constitución del Congreso Ciudadano.
Al menos en el Estado Falcón, un grupo de partidos han manifestado públicamente su decisión de dirigir este proceso, en plena confrontación con la libre voluntad de los ciudadanos de congregarse en asambleas democráticas, abiertas y transparentes, a tono con los rasgos generales del Congreso, para elegir delegados y para analizar los planteamientos que presentarían ante el congreso. Una última pregunta que se deja a respuesta de cada quien:
¿Procurarán realmente los partidos vulnerar el Congreso Ciudadano?
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv

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