lunes, 1 de septiembre de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿GOBIERNO DE COMIQUITAS?, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

El régimen es gustosa víctima de “aquel inefable Principio de Peter” toda vez que cayó en la desgracia de improvisar por causa de las mismas equivocaciones en que incurre cada vez que pretende retroceder con la fatua excusa de avanzar “a paso de vencedores”.

Las zarandeadas que flagelan a Venezuela por quienes fungen como gobernantes, dan cuenta de dos realidades cuyas lecturas infieren el avanzado grado de descomposición al cual se ha llegado a consecuencia de criterios gubernamentales cuyo endoso supone un encierro funcional absolutamente anodino. Primeramente, se tiene el estrecho concepto que estos funcionarios tienen de la complicada y exigente tarea que significa conducir una nación colmada de maravillas de todo género, aunque invisibles a su sectaria mirada. Por otro lado, la ineptitud que caracteriza los distintos procesos de elaboración y toma de decisiones utilizados para someter al país apostando a descocadas medidas. Aunque esta situación pudiera tener una primera explicación. Bien lo refirió Teodoro Petkof, al plantear que “el gobierno, en su conjunto alcanzó ya su nivel de incompetencia”. Es víctima de “aquel inefable Principio de Peter” toda vez que cayó en la desgracia de improvisar por causa de las mismas equivocaciones en que incurre cada vez que pretende retroceder con la fatua excusa de avanzar “a paso de vencedores”.

Indiscutiblemente, el país atraviesa momentos de crisis extrema. Sin embargo, tampoco es razón para aventurar el futuro nacional por la primera salida encontrada pues se corre el riesgo de entramparse sin siquiera medir el tamaños de las consecuencias. Y ello, pareciera ser el modo seguido por el régimen para palear las dificultades. En medio de los resultados alcanzados, la situación deja ver las debilidades que, equivocadamente o no, fueron escogiéndose como rutas de escape a los problemas.

Como dice el aforismo popular, “es peor el remedio que la enfermedad”, las soluciones giradas por el régimen han generado más inconvenientes que los problemas en sí. De hecho, las ambigüedades, imprecisiones y vaguedades que caracterizan el estilo discursivo del régimen, son expresiones chocarreras que por su pésimo gusto y confusa orientación, evidencian la vacuidad de la ideología socialista en cuestión. Pero igualmente retratan resentimientos, malevolencia e enajenadas actitudes.

Aprovecharse de la presidencia de la República, o de cualquier instancia del alto gobierno para hablar sandeces, despotricar o dejarse llevar por maledicencias para actuar desproporcionadamente desde la verticalidad gubernamental, es simplemente “poner la cómica”. Es “poner la torta”. De esa manera multiplican los desaciertos. Y no precisamente por culpa del infortunio que naturalmente puede jugarle una mala partida a la gestión de gobierno. Como si puede ocurrir, como en efecto acontece, por causa de la conjunción de incapacidades, indolencia e improvisación con la que suele actuar el régimen llevado por el ímpetu de un fanatismo miope y sordo.

 En medio de estos resultados, resulta difícil tomar en serio al gobierno o lo que declaran o deciden sus estirados funcionarios. Su atropellada manera de llevar adelante sus decisiones, es claro motivo para hacer reír a la población del ridículo realizado pues detrás de todo buscan desviar, derivar o cortar una ruta en función de sacar ganancia, a fuerza de amenazas de toda situación. Ni siquiera porque pudiera verse como una maniobra alrededor de un obstáculo para mantener el momentum de ventaja, pues en esa misma medida el producto pretendido termina siendo peor. Un día hablan de una cosa, y al día siguiente lo contrario sin ilación. Sencillamente, todo es un grosero enredo. Para ejemplificar lo criticado, basta aludir al caso de las “captahuella” o tecnología biométrica para “evitar el contrabando”. O lo extemporáneamente referido sobre el plan “desarme” y la eliminación del “porte de armas”, cuando el país entero ha sido testigo de la campante delincuencia y sus secuelas de amplio espectro. O la violación de derechos ciudadanos ante lo cual el régimen actúa con franca impudicia. Encima de esto, siguen procediendo y ordenando determinaciones funcionarios que habrían puesto sus cargos a la orden del presidente. Entonces, ¿qué es todo esto? Ahora Pdvsa importará petróleo en el país con las mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Un pésimo espectáculo de circo o acaso un ¿gobierno de comiquitas?

VENTANA DE PAPEL

CONTROLES QUE DESCONTROLAN

Mucho antes de Cristo, Platón había referido que “el precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres”. No saber de política genera una condición de carencia abismal, que estimula caos a todo nivel. El problema de pretender gobernar naciones a desdén de la política, ha provocado confusiones de todo orden y magnitud. Haber pasado por un curso de adoctrinamiento ideológico o haber asistido a una escuela de formación militar, no es razón suficiente para ostentar el necesario conocimiento de política y, en consecuencia, actuar con ínfulas de dirigente político.

El absurdo problema que en Venezuela se ha armado por causa de la decisión del alto gobierno de comprar un sistema biométrico con la burda excusa de que con su utilización se aplicará una solución a las mafias dedicadas a comprar y vender alimentos con lo cual se desestabiliza la economía nacional, es la mejor demostración de desconocimiento de política. Además no resolverá nada, sino que animará nuevos problemas. El régimen no entiende el fondo de dicho problema cuyo efecto es la falta de productos en los anaqueles de automercados y establecimientos comerciales. Es propio inferir que con la captahuella, no aparecerán los productos por cuanto lo que explica la situación de anomalía que vive el país, es de naturaleza económica. Y por tanto, de producción.

De persistir tan complicado e inútil sistema de control, se avivarán mayores inconvenientes pues el descalabro que vive la economía no resiste tratamiento policial alguno. Se auspiciaría una ola de protesta social, que enturbiaría más aún el clima político nacional. Las repudiadas colas a la entrada de estos abastecimientos, es una variable que habla de la pésima condición por la que atraviesa la economía nacional. Aunque el régimen pareciera servirse de las mismas para validar su obsoleto proyecto socialista. O quizás, para imponer un terror que conviene a sus perversos intereses precedidos por la confusión y el desorden.

Sin embargo, no escapa a esta crítica pensar en el usufructo que deriva del hecho de adquirir los captahuella toda vez que la corrupción ha envuelto el panorama nacional bajo la mirada cómplice de altos funcionarios civiles y militares. ¿O acaso la idea es seguir desarreglando el país para lo cual están empleándose controles que descontrolan?

EN CRUDA AGONÍA

Ya lo declaraban representantes de la Academia Nacional de Medicina, preocupados ante la abulia dominante en cuanto a medicamentos a nivel nacional. “Ni en los peores momentos de la historia republicana, se había presenciado el efecto de la indiferencia e incompetencia gubernamental”. Esta dura apreciación, da cuenta de la dramática situación que ha provocado la indolencia y desvergüenza de quienes, desde el Ejecutivo Nacional, han dejado que la crisis de salud haya alcanzado tan graves niveles de impacto.

Todo esto, es inadmisible desde el punto de vista ético y moral. El abandono que se ha propiciado a través de la inoperancia gubernamental, no tiene nombre. Miles de pacientes han comenzado a vivir la agónica etapa de saberse impotentes ante condiciones impuestas por la corrupción y la donación de recursos a otros países, al margen de las necesidades de Venezuela.

Es una situación de desamparo ante una Constitución que determina el derecho a la salud y a la vida. Mientras tanto, entes autónomos gubernamentales disponen de divisas para inventar programas de recreación y esparcimiento que si bien hacen falta, no son prioritarios ante el despelote que se vive cuando miles de venezolanos fallecen por la indiferencia de quienes creen que nunca habrán de enfermarse. Ni siquiera por el recuerdo del ex presidente militar quien fu víctima de un cruento mal físico y espiritual. Ahora, el generalizado desabastecimiento pretende resolverse cerrando fronteras con un nuevo régimen de racionamiento biométrico.

Esta gente sólo ha sabido dilapidar una inmensa fortuna generada por el ingreso petrolero, aparte del endeudamiento que ha provocado. Sigue sin frenarse el despilfarro y sin reunir los recursos que aún quedan para utilizarlos con sentido de justicia y legalidad. Mientras todo continúe igual o peor, el país seguirá viviendo en cruda agonía.

 “Entender la política como mero acto de magia, es simplemente creer que la luna es de queso y que gobernar es un hecho salvado
de contingencias y malediciencias.Craso error, grotesco horror” AJMonagas
                                                                 
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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