domingo, 24 de agosto de 2014

SIXTO MEDINA, LA DEGRADACION DE LAS INSTITUCIONES,

Mucho se ha escrito, por ejemplo, de la descapitalización del sector energético, de la descapitalización del campo o de las empresas del Estado, sin duda claves para el desarrollo de una nación. Pero es necesario para vivir en la sociedad actual prestarle mucha atención a la degradación de nuestras instituciones que se viene profundizando cada día más. Es ésa, la descapitalización más seria y más difícil de revertir que ha sufrido la nación en su nivel de desarrollo, lo logros económicos,  su nivel de vida y de democracia que había alcanzado

El capital institucional no sólo se nutre por el respeto por la ley y la Constitución, los contratos, la propiedad privada y la igualdad de oportunidades, sino también por la libertad de expresión y por la libertad de prensa. Todo ello unido, al respeto por la opinión ajena, la civilidad y la cohesión social. La calidad institucional es vital para el desarrollo de una nación y para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

En Venezuela, aunque duela reconocerlo, la degradación de las instituciones de la República, se hace cada vez más evidente. Avanza sin freno. El Poder Legislativo y el Poder Judicial, justamente, por ser los grandes motores históricos de la revolución política universal a partir de la cual se crearon las bases de la democracia moderna, tienen, hoy en nuestro país un papel pálido y deslucido, completamente devaluados en su prestigio y en su capacidad para influir sobre los diversos acontecimientos públicos fundamentales, ya que responden a la órdenes y a las instrucciones de un ejecutivo autoritario que impone valores y categorías castrenses. La sociedad venezolana tiene la sensación de que el destino de la vida pública se decide de manera excluyente en Miraflores y de haber cada vez menos significativa independencia de poderes.

Para cambiar esta triste realidad que nos rebasa, lo primero es comprender que la decadencia venezolana no es responsabilidad solo de los políticos, de los partidos políticos, de un sistema de elección o de que la gente elige o vota mal. Eso es desentenderse de la propia responsabilidad cívica y no comprender o tener en cuenta que la construcción de las instituciones públicas, democráticas, y el futuro de nuestros hijos es demasiado importante para delegárselo a otro. Somos cada uno, en las pequeñas y grades acciones diarias, los que responsablemente contribuimos a la calidad institucional. Cuando respetamos nuestro lugar en la cola o las normas de tránsito, pagamos nuestros impuestos y nos interesamos por nuestro país. A partir de allí, se gana el derecho inspirado en la justicia y el deber de exigirles lo mismo a los demás, a los gobernantes y representantes en el parlamento a que cumplan con lo que dice la Constitución de la República.


El siguiente paso que vamos a dar el próximo año es la elección de los diputados a la Asamblea Nacional. Recordemos que cuando uno cede su responsabilidad, cede sus derechos. Entonces, no nos expresemos o presentemos quejas cuando los veamos avasallados, dispuestos, intentando imponer sus criterios a la fuerza con la facultad o el poder que delegamos al votar; sino mejor evaluemos en qué medida somos culpables, ya sea por acción u omisión.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto   


EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.