sábado, 30 de agosto de 2014

SIMÓN GARCÍA, LUCHAR BIEN PARA SER ALTERNATIVA, AQUÍ OPINAN

A veces la política aparenta ser el medio para intentar que lo posible se haga imposible. Según los saberes de antes, las situaciones de crisis económica tienden a generar un fortalecimiento de la oposición. Pero entre nosotros, aunque el descontento no cesa de crecer, la oposición proyecta una imagen de debilidad.

BARAJAR DE NUEVO
Esta suspensión de la tendencia esperada refleja una conducta que en vez de volcarse hacia las nuevas inconformidades con vocación de crecer fuera de sus comarcas, se satisface con manotearse el ombligo.

La oposición no se nutre del malestar general de la sociedad porque no tiene ni un discurso, ni una estrategia, ni una práctica para lograrlo.

En esta grave carencia pesa la acentuada internalización de la cultura de la polarización que hace ver todo encuentro como una rendición. Se invita a venir a quien piensa distinto, sin reconocer lo que hay de válido en sus diferencias, lo que ellas pueden aportar a una visión común. Se habilita la vieja lógica según la cual quien se nos une debe subordinar sus intereses a nuestros planes.

Es cierto que en la percepción de una división de la MUD ha influido el forcejeo por el liderazgo iniciado precipitadamente por Leopoldo López y que las fuerzas que él simboliza, con motivos aceptables y consecuencias indeseables, se han abierto con una política maximalista que cifra en la calle una victoria fulminante. Sin embargo, los esfuerzos de Capriles y de los partidos que promueven la primacía de la acumulación de fuerzas y del trabajo social, tampoco pareciera que están saliendo, fuera de su zona de confort, a comunicarse con las luchas reales y con quienes están abandonando a Maduro por sus fracasos.

Pero hay un país mayoritario que se resiste a soportar el deterioro cotidiano de la vida, incluyendo la base popular del chavismo que, sacando sus barbas del remojo, ha comenzado a manifestar su rechazo a las políticas gubernamentales.

Pero este descontento no debe evolucionar en paralelo, espantado por un discurso que asimila su protesta a la convocatoria de una Asamblea Constituyente o a la amenaza de una pérdida de beneficios conquistados por obra del actual poder. La unidad de los partidos de oposición es el medio para lograr el fin de unir a todos los venezolanos. Esta unidad de segundo piso requiere una identidad, superior al patriotismo de partido, que sea formulada con aportes plurales y capaz de rendir ventajas a un fortalecimiento, no sólo electoral, de los partidos que ninguno de ellos puede obtener por sí mismo.

La constitución en proceso de una alternativa basada en una mayoría y un liderazgo plural va a determinar el tipo de escenario y las características de una transición para superar la crisis.
Hay que luchar bien y con eficacia. Los delirios insurreccionales y las ofertas que eluden la protección de las luchas y su traducción en un sistema descentralizado de articulación voluntaria y organización más permanentes están demás porque distraen del esfuerzo principal y dan pretextos para fortalecer internamente a los sectores radicales y justificar hacia afuera su acción represiva.

No hay tiempo para seguirle el jueguito al gobierno, reproduciendo su esquema de que en un lado están todos los buenos y en el otro, todos los malos. Hay que hacer otro barajo.

Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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