domingo, 10 de agosto de 2014

RICHARD CASANOVA, DE LA ESPERANZA Y EL PODER

Una abrumadora mayoría de los venezolanos considera que estamos peor que antes y casi 70% piensa que la tendencia es a la agudización de la crisis.  

El pueblo es noble, siempre está dispuesto a renovar su esperanza con cada promesa electoral y usualmente es víctima de la manipulación oficialista, es susceptible a medidas populistas y electoreras como el llamado “Dakazo”. Pero la situación es tan mala que la esperanza –lo único infinito en los pobres, dice un amigo- comienza a escasear, igual que los alimentos y las medicinas.

Que no se alegre el gobierno pues en Venezuela no hay pendejos, eso siempre ha sido muy escaso. Al contrario, el pueblo es muy vivo y puede que le “siga el juego” al poderoso para capear el temporal pero sabe cuándo pasar la factura.  

El régimen por su parte, trata de sembrar desaliento y conformismo, aspira que creamos que no hay opción posible e inmovilizar a la sociedad, bien sea por desesperanza o por miedo, lo que explica la amenaza constante y su vocación represiva.  En algún momento eso funcionó pero el hastío es grande y las cosas empiezan a cambiar, por ejemplo: las elecciones municipales en San Cristóbal y San Diego fueron esa oportunidad para castigar la violación de DDHH, el injusto encarcelamientos de sus alcaldes y el irrespeto al pueblo que los eligió; por eso no sólo hubo una votación masiva pese a la represión y a la militarización, sino que muchos de los que antes votaron a favor del gobierno, lo hicieron por la oposición.  

Una primera conclusión es que ni la esperanza, ni el poder son infinitos y que los pueblos tienen la capacidad de reponerse a las más grandes adversidades,  ¿Serán las elecciones parlamentarias del próximo año la gran oportunidad del pueblo venezolano? Que el gobierno se sostenga hasta el 2019 no luce viable pero constitucionalmente hablando, no hay otra oportunidad más clara para promover un cambio sustancial que los comicios parlamentarios del 2015 y eso es ya…  Mientras tanto, la protesta del país debe frenar la voracidad demencial de estos “socialistas” que hasta PDVSA (Citgo) pretenden venderla para raspar la olla y no les importa aumentar la gasolina al pueblo para alimentar su insaciable corrupción.

Que la escasez en Venezuela incluya ahora al principal alimento del espíritu: la esperanza, es una muestra de que este gobierno no sólo ha saqueado el Tesoro Público, sino que le ha robado el futuro a los venezolanos.  Pero también obliga a las fuerzas del cambio a un compromiso trascendente, nuestro desafío no puede limitarse a la construcción de una opción electoral, sin desestimar la invalorable importancia de ella. Nuestra propuesta de país debe abordar la solución de los ingentes problemas de la sociedad venezolana, debe ser popular e incluyente –y así ha sido planteada- pero también debe reflejar la voluntad unitaria del liderazgo nacional, expresar una alternativa de vida, rescatar los valores, elevar la auto estima colectiva y devolver a la familia venezolana el futuro que le ha sido arrebatado por la corrupción y la demagogia de un gobierno indolente que nos dice que “tenemos patria” mientras la vende a los chinos o la regala a los cubanos.  El cambio exige un compromiso de todos.

Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova

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