El conflicto de los trabajadores de
SIDOR por la firma de su contrato colectivo, vencido desde hace cuatro años, ha
puesto en evidencia, una vez más, el carácter autoritario y antiobrero de la
cúpula boliburguesa que desgobierna.
La negación o dilación en la discusión de los contratos colectivos de trabajo se ha convertido en una práctica común del régimen, afectando a millones de trabajadores al servicio de la administración pública y de las empresas del Estado. Esto constituye una violación flagrante de convenios internacionales firmados por el país en el marco de la OIT, así como de la Constitución Nacional vigente y de la Ley Orgánica del Trabajo.
La negación o dilación en la discusión de los contratos colectivos de trabajo se ha convertido en una práctica común del régimen, afectando a millones de trabajadores al servicio de la administración pública y de las empresas del Estado. Esto constituye una violación flagrante de convenios internacionales firmados por el país en el marco de la OIT, así como de la Constitución Nacional vigente y de la Ley Orgánica del Trabajo.
Después
de largos meses de discusiones obrero-patronales, los sidoristas emprendieron
un conjunto de asambleas y movilizaciones para presionar el logro de sus
reivindicaciones laborales. La respuesta del gobierno no se hizo esperar:
primero, una falaz campaña de descalificaciones por parte de los principales
voceros del oficialismo, encabezada por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello,
acusándolos de “mafiosos”, “guarimberos”, “contrarrevolucionarios” y
“locheros”. Luego, una brutal represión contra las movilizaciones, del mismo
tenor de la desarrollada contra el movimiento estudiantil en meses recientes y
con saldos similares: heridos, detenidos y muchos perdigones y “gas del bueno”
para disolver las asambleas, concentraciones y marchas; o sea, criminalización
y judicialización de la protesta. Posteriormente, al amparo de las sombras de
una madrugada, firmaron un contrato espurio que escamotea las reivindicaciones
reclamadas, a espaldas de los sidoristas y de la mayoría de la directiva del
sindicato, maniobra ésta para la cual se prestaron apenas tres de los once
miembros de su junta directiva.
No
se trata de que estemos frente a algo nuevo o distinto a la fórmula que el
gobierno viene aplicando para despachar la gran mayoría de los conflictos
laborales. El detalle es que ahora le tocó a una de las empresas básicas más
importantes del país, la cual agrupa a 15.000 trabajadores, acumula una larga
tradición de luchas y cuyo sindicato está dirigido por sectores afectos al
oficialismo; a los cuales hoy, lamentablemente, les tocó una dosis de la
“receta” antidemocrática y antisindical de un régimen que se ufana de ser
obrero, popular y socialista. Obviamente, esta “receta” incluye el rol que
cumple la Central Bolivariana de Trabajadores Socialistas al servicio del
Estado-patrón, como muro de contención de las luchas obreras por sus derechos y
reivindicaciones y como esquiroles para la intervención de los sindicatos, la
represión contra los trabajadores y la entrega vergonzosa de sus conquistas
económicas, sindicales y políticas. Como gustaba parafrasear el Supremo responsable
de este adefesio arbitrario, militarista y despótico en que ha devenido el
régimen boliburgués, el que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que escuche.
Pero
también este conflicto ha puesto a prueba la combatividad de las bases
sindicales y concitado la solidaridad del conjunto del movimiento obrero y
sindical de Guayana y del país, el respaldo de otros sectores de la vida
política y de la sociedad civil, en franca lucha contra la represión, las
maniobras y la imposición. A su vez, ha reivindicado, en la práctica, la
importancia de la autonomía del sindicalismo y demás expresiones organizadas
del movimiento popular y ciudadano, su independencia de clase y sus derechos
democráticos. Desde este punto de vista, la lección más importantes es que el
carácter autónomo y de clase del sindicalismo, la democracia sindical y los
derechos y reivindicaciones laborales deben ser preservados y fortalecidos
frente a los intereses de los patronos o del Estado, independientemente de las
militancias partidistas o simpatías políticas de quienes lo dirigen o integran.
Al fin y al cabo, mientras el pueblo y el país permanecen, los gobiernos pasan.
Este también pasará, no debe quedar ninguna duda.
Rafael
Venegas:
rafavenegas07@yahoo.es
@rafantvenegas
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.