Lo
que sucede es intolerable para cualquier sociedad que se respete a sí misma.
Vivimos en el reino del disimulo y la mentira, instrumentos adecuados para
montar, una tras otra, las farsas montan
para esconder la realidad de un país en ruina. Pasamos de un escándalo a otro sin
que nada pueda investigarse o que, al menos, podamos ver a responsables de la
ineficiencia y la corrupción pagando judicial y políticamente sus desafueros.
Lo
que sucede con relación al aumento del precio a la gasolina ya llegó a lo
ridículo. Es parte del anunciado sacudón de un Maduro irresoluto e
incompetente. En el fondo está la dura realidad. Tanto la industria petrolera
como las industrias básicas de Guayana están quebradas. Los responsables siguen
en lo mismo. Parecieran los verdaderos gobernantes. Por lo menos dueños del
poder y del dinero. Lo de CITGO está recibiendo el rechazo de la nación y las
observaciones críticas de la opinión mundial vinculada al petróleo. Pero no les
importa. La manipulación y la mentira pretenden esconder la realidad de una
tesorería nacional sin fondos, ni siquiera para cubrir los gastos ordinarios
del gobierno y un Banco Central que pasará a la historia con mucha más pena que
gloria.
No
cabe en estás líneas un análisis integral de todas las cosas que están
sucediendo en este momento. Vamos a centrarnos en el polémico cierre de la
frontera colombo-venezolana con el pretexto de luchar contra el contrabando de
gasolina y de alimentos. Esta política es inaceptable.
Con relación al tema de
la gasolina se han tomado montones de medidas. Identificación especial para
usuarios de Táchira y Zulia desde hace más de un año, militarización
desproporcionada de los municipios fronterizos, comandos especiales para
cualquier cosa y todo, sin excepción, ha fracasado y fracasará. El problema
mayor es la complicidad abierta y encubierta de autoridades civiles y militares
con este tráfico que no excluye el gravísimo problema del narcotráfico y todo
lo que de él se deriva. A eso se agrega la dura realidad del precio de los
combustibles y la falta de seriedad para encarar el problema.
Con
relación a lo demás, me niego a hablar de contrabando en términos delictuales.
Se trata de un comercio informal existente desde tiempos inmemoriales. Quienes
nacimos y crecimos en zonas fronterizas lo sabemos. Cambia de dirección de
acuerdo a las realidades de la oferta y la demanda determinadas por el buen o
mal manejo que cada país hace de sus actividades productivas y de sus políticas
sociales. El problema actual no se resuelve con medidas represivas para
proyectar lo que no es.
Necesitamos
un buen gobierno. Apegado a la Constitución y a las leyes. Debe estimular la
iniciativa privada, el aparato productivo, el trabajo y la competencia para que
el proceso sea favorable a Venezuela. Lo demás es paja de la mala. En
consecuencia debería decretarse ya una zona franca, libre, en los municipios
fronterizos como primer paso para discutir y acordar un serio tratado de Libre
Comercio entre Venezuela y Colombia. Esto incluye las inversiones y la
problemática cambiaria. Tenemos economías complementarias. Zulia y Táchira, en
corto plazo, serían nuevamente ejemplo de productividad y bienestar para los
pueblos de ambos lados de la frontera.
Oswaldo
Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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