La exploración hecha por el gobierno en torno al incremento del precio
de la gasolina, “parece” los llevó a recular y ahora anuncian “no hay apuro”
para tal ajuste; pero no deja de llamar la atención los argumentos esgrimidos
para tal propósito, siempre destacando ser los más baratos del mundo, cosa poco
seria, pues la realidad es la nefasta gestión adelantada en la industria
petrolera y la necesidad de imponer nuevos impuestos a los venezolanos, para
llenar la caja que han saqueado.
No le ha bastado a Nicolás y sus concomitantes el
regalar miles de barriles de petróleo a otros países, la pretensión es
arrodillar a la sociedad, sin percatarse del trillar de los dientes.
La ausencia de gas en los hogares venezolanos es muestra de ineficiencia
en el gobierno nacional, y se suma a la escasez de productos alimenticios,
limpieza e higiene, lubricantes, repuestos, medicamentos e insumos
agropecuarios. El contrabando auspiciado por el oficialismo y sus mafias, no es
tocado para dar un parado serio a tal ilícito; por el contrario, buscan frenar
la competencia de algunos personajes en esta área y establecer el monopolio. La
aparición en Cúcuta de gandola cargada de alimentos subsidiados y su devolución
por el gobierno colombiano a territorio nacional, invita a establecer conclusión. Igual
situación ocurre con el cemento y la cabilla; todos ellos bajo control del
gobierno.
La electricidad es un tema llamativo para el oficialismo y han
establecido aumentos progresivos en su servicio; los cortes permanentes han
sido señalados al fenómeno de la niña, el niño, los zamuros, las higuanas, los
excrementos de las aves y el saboteo de los oligarcas “mal nacidos”. La
explicación del gobierno a la crisis económica y social presente es la
resultante de adoptar decisiones importantes sin la debida meditación.
La devaluación, inflación, deterioro de los
salarios, impuestos sobrecargados, son propios de gobiernos populistas,
saqueadores, destructivos del progreso y el mejoramiento de la calidad de vida
de los ciudadanos. La llama se enciende cada día y la frustración hace mella en
los hogares venezolanos. Es interesante oír las expresiones de ciudadanos,
quienes ayer apostaban a favor de la revolución y hoy se sienten traicionados.
El discurso divisionista e irresponsable pierde vigencia y gana disidentes. El
dilema es la ausencia de propuestas distintas a la oficialista para sumar la
mayoría a favor de la alternativa democrática.
La preocupación de algunos “dirigentes” de la
oposición está sumida en observar y cuestionar la movilización realizada por la
geografía nacional de personas llevando mensaje para el cambio; lo insensato es
no hacerlo. Pretender solicitud de permiso a ciertos dirigentes o cúpulas para
expresar a la opinión nacional la posibilidad de lograr salidas
constitucionales para solventar el desmadre generado por el gobierno nacional
es ridícula; suena a oficialismo. La unión debe lograrse sin chantajes, ni
vulgares repartos; lo contrario seguirá la destrucción de las instituciones del
país, y el tema del incremento de la gasolina, gas, electricidad; devaluación
de la moneda, inflación, corrupción y algo más.
Josue
Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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