La
suerte de la república está echada, si no se imponen los correctivos,
enhoramala hasta diciembre de 2015 y los años siguientes. No es una afirmación
caprichosa, por el contrario, ya que los protagonistas políticos organizados en
los partidos conocidos, de manera tácita y/o explícita, así lo han demostrado.
Estos actores –gobierno y MUD- tienen su estrategia y táctica perfectamente delineada: elegir
nuevo parlamento a como dé lugar con las
condiciones actuales.
La
MUD ha demostrado que es un órgano exitoso en componer voluntades y distribuir
dividendos lícitos entre los partidos más importantes concatenando todos los
factores y la premisa diáfana de que ninguno, por sí solo, puede subrogarse la
representación genuina de la oposición por carecer de peso especifico propio.
Se
hace necesario ahora deslindarnos de ese equivocado y pernicioso proyecto
político. La demarcación no es producto argumental para negar los actos
electorales como medio idóneo de dirimir disputas. Es necesario ratificar
entonces que en cualquier régimen democrático sin distorsiones totalitarias
participar en dichos actos le es consustancial.
El
problema radica en que el gobierno-partido tiene un tinglado establecido de
ventajismo revestido de dudosa legalidad e ilegitimidad que hace nugatoria la
posibilidad cierta de que el proceso comicial -campaña, votación y escrutinio-
sea hecho conforme a derecho y a los preceptos constitucionales.
Si
la tesis esgrimida por la MUD se impone, de nada valdrán los llantos plañideros,
actos de constricción y denuncia a posteriori alegando un nuevo fraude. “No se
debe llorar como féminas lo que no se supo defender como hombres”. Con la
estructura actual resulta algo más que utópico considerar que el régimen va a
aceptar una mayoría adversa y/ o parcialmente complaciente en la futura Asamblea Nacional. Para ello cuenta con el
CNE y las Salas Constitucional y Electoral del TSJ para mediatizarlo e
impedirlo. Hasta la fecha han sido defenestrados tres diputados incómodos.
Imposibilitados a ejercer a cabalidad sus funciones la mayoría de ellos.
Agredidos, golpeados y vejados otros más. Pocos subastados en la almoneda y
readaptados al oficialismo como serviles vasallos ¿Será que estos antecedentes
no tienen carácter disuasivo para impedir la reiteración de esas conductas o es
que pretenden seguir siendo la simple guinda de la torta?
Lo que procede entonces es la creación de un
centro de dirección política no electoral en esta etapa crucial para la
república. Propiciar por medio de la protesta activa de la sociedad en todas
sus diversas representaciones, empleando todos los medios permitidos por la
Carta Magna que paradójicamente aún sigue formalmente vigente en el papel,
aunque de ninguna manera en la aplicación prístina de sus mandatos de modo en
la realidad cotidiana. Este centro, con un órgano de dirección competente, ágil
y audaz debe luchar para que todas las
autoridades representadas en los poderes públicos –CNE, Salas Constitucional y
Electoral del TSJ, FGR, CGR y DT- estén conformadas como debe ser y que el
gobierno nacional, cabeza de los cinco poderes ciudadanos, incluyendo el
legislativo, así lo convenga. Si esto se logra es perfectamente factible y
necesaria la participación en las elecciones parlamentarias que se avecinan para
garantizar la paz. De resultar los acontecimientos de esta manera, es
pertinente iniciar entonces un proceso de Negociación Política con la MUD para
conformar un centro de dirección electoral unitario con elecciones primarias y
sin cortapisas para designar a los candidatos. De nuevo será propicia la
innegable sapiencia y experticia de ese organismo, modificando u omitiendo
algunos detalles no viables o
perniciosos porque no son ya efectivos. Para coordinar ese proceso tan
importante para la salud republicana, es deseable desde este punto de vista,
que el doctor Ramón Guillermo Aveledo reconsidere su decisión y reasuma la
coordinación de tan importante cometido aplicando algunas de las fórmulas
conocidas y algunas nuevas.
Para
conseguir el objetivo de esta creación novísima, con los elementos
constitucionales y democráticos en los poderes públicos supra señalados, es
necesario ahora y sin más términos dilatorios, poner en funcionamiento las
acciones derivadas y propiciadoras para la aplicación del artículo 350
constitucional: entre otras, la movilización armónica de todos los elementos
constitutivos de la sociedad civil en protestas diarias sectoriales desde los
municipios, estados y a nivel nacional. Una reprensión nacional para marzo de
2015 consistente en la probable negación de pagar las cargas tributarias como
factor de presión extremo y la culminación del periplo con un paro a nivel
nacional como preámbulo preparatorio para
el paro indefinido.
Esta
conducta de desobediencia civil no está en contradicción con todas las acciones
políticas, sociales y económicas que tiendan a resolver la crisis nacional.
Todo es permisible, salvo la acción de continuar consintiéndole al gobierno el
uso de la “legitimidad y legalidad”
aparente de la cual se ufana y de la cual carece.
Las
condiciones objetivas del país en el área económica, social y política
constituyen hechos notorios. Plasman una realidad tangible para cualquier
estudiante de sociología, ciencias jurídicas o de estudios políticos, así como
la de cualquier ciudadano en uso de sindéresis y capacidad analítica. Esta
realidad debe constituirse como factor condicionante para procurar el cambio
que las mayorías desean para Venezuela.
Plantear la celebración y propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente
es inocua y un mero saludo a la bandera. Es una directiva tendente a distraer
por difuso el objetivo. Será en otras oportunidades cuando este debate deba
darse y si se considera pertinente propiciarlo. Ahora constituye un error
político inexcusable. El partido Voluntad Popular, quien auspicia la idea, le
consta lo inútil que ha sido creer en el cabal funcionamiento de los poderes
públicos venezolanos actuales. Cordialmente es propicia la ocasión para
sugerirles la reconsideración de la iniciativa.
Quienes ponderan la celebración del gran encuentro nacional o
congreso, porque han marcado distancia
con los propósitos electorales establecidos por la MUD, pudieran incorporar
estas ideas u otras perfectamente pertinentes para la discusión abierta en la
agenda fundacional. Para ello se requiere la unidad estratégico-táctica que se
deriva de lo planteado. La alternativa no es fácil y muy riesgosa. Muchos
venezolanos están presos y exiliados por asumir conductas similares.
Los
parlamentarios de oposición, testigos fehacientes de la inutilidad de su
gestión por las condiciones reinantes en el parlamento puestas en práctica
desde el mismo acto de instalación, podrían demostrar con hechos contundentes
lo inapropiada, por acción u omisión, que ha sido su participación en un órgano
que no legisla, no controla ni mantiene, luego de varios años de labor, la
dignidad y propósitos requeridos para la ejecución y ejercicio cabal de sus
funciones.
Hacerse la vista gorda, tener los oídos sordos y la lengua mediatizada
para expresar las verdades y propuestas como rol de conducta no es honesto ni
ético. Mantener el temor generalizado por las factibles consecuencias de las
proposiciones formuladas, no es lo más recomendable. Es la hora de la gozosa
audacia de vencer al miedo. Para el hombre de acción el futuro, aunque de
alguna manera predecible, es senda virgen. El camino queda a su elección.
Jose
Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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