Parece un hecho que
el gobierno va aumentar el precio de la gasolina y demás derivados del
petróleo. Se habla de un incremento del precio a nivel del costo de producción
estimado por el gobierno en Bs 2,60 por litro. Este es un aumento significativo
cuyo primer efecto es un alza importante de los ingresos fiscales que estarían
siendo financiados por los venezolanos.
GASOLINA SUBSIDIADA E IMPORTADA |
Nadie discute que los
combustibles en Venezuela están subsidiados y que el monto de ese subsidio
alcanza magnitudes considerables. Acá los números. Venezuela consumió en 2013
la cantidad de 703.000 barriles diarios de hidrocarburos, de los cuales
gasolina fue 299.000 barriles y gasoil y otros destilados 249.000 barriles,
como se muestra en el gráfico. El costo
de producción aproximado de un barril de gasolina en la puerta de la refinería
es US$ 16,7 y ese barril se vende en el mercado interno en US$ 4,78, lo que
arroja una pérdida contable de US$ 3.579 millones anuales. Pero hay otra
pérdida más importante que es la generada por el llamado costo de oportunidad
del subsidio a la gasolina, es decir, los ingresos sacrificados que se hubiesen
obtenido si ese barril de gasolina se hubiese exportado a un precio de US$ 3,70
por galón, es decir, a US$ 155 por barril, en lugar de consumirlo internamente.
Sacadas así las cuentas, el monto dejado de percibir alcanzaría a US$ 17.100
millones anuales.
La teoría económica
es clara sobre los efectos de los subsidios. Crean distorsiones, tienen un
elevado costo para el fisco y además implican el sacrificio de otras
actividades más productivas que se pueden financiar con el monto del
subsidio. En el caso de los
combustibles, los efectos perversos son aún mayores, entre otros, la
contaminación ambiental por el uso excesivo, el congestionamiento vehicular y
sobre todo el olvido por parte del ciudadano de la noción de contabilidad, que
no hay bien regalado, que todo cuesta y alguien paga. Estas aberraciones que
produce el subsidio a la gasolina se han magnificado por el festival de
demagogia que ha habido en Venezuela, encabezado por quienes hoy son gobierno y
en 1989 hicieron de su oposición al primer intento por ajustar los precios de
los combustibles, la razón de ser de su política. Hasta el intento de golpe de Estado de
febrero de 1992 lo justificaron por esa medida. Y lo hicieron además sin
proponer nada, oponiéndose por oponerse, como buenos demagogos que son. Ahora
no encuentran como justificar que sean ellos quienes tengan que aumentar los
precios de los combustibles.
Mi opinión es que los
precios de la gasolina y demás combustibles hay que aumentarla pero en el
contexto de una política petrolera nueva y totalmente distinta a la que ha seguido
este gobierno en sus quince años y que ha consistido en reducir la producción
petrolera, hacer de PDVSA una empresa hiper diversificada y tejer alianzas con
empresas estatales extranjeras, todo lo cual se ha traducido en estancamiento y
endeudamiento por parte de PDVSA.
Las bases de esa
nueva política petrolera radican en aumentar la producción basada en la
participación de la inversión de PDVSA, las empresas extranjeras y el capital
nacional, incentivar la formación del capital criollo y su incorporación en
todas las fases del negocio que sean posible, estimular un programa de compras
nacionales, contrario a lo que ahora hace PDVSA que favorece las importaciones,
desarrollar el potencial gasífero para así reducir la dependencia y establecer
los fondos petroleros. Estos últimos serían de dos tipos. El primero de ellos
sería uno de inversión formado por los ahorros de los venezolanos en el sistema
financiero y las cajas de ahorro, que tomarían parte en el financiamiento del
componente local de la inversión, con lo cual PDVSA no tendría que recurrir a
la impresión de dinero del BCV para financiarse. El otro sería el fondo de
participación de la renta petrolera, que acumularía una porción de la renta
generada por el petróleo a ser invertida en instrumentos seguros y rentables, y
los dividendos distribuidos directamente a los venezolanos. Esto empoderaría a
los ciudadanos que dejarían de tener una relación pasiva con el petróleo. Con
esta política ya Ramírez, ni nadie más podrían utilizar a PDVSA como la secretaria
de finanzas del PSUV o de otro partido político.
Tras dieciocho años
sin incrementos del precio de la gasolina, lo mejor para el país es abrir un
gran debate, sosegado, no solamente
sobre el aumento de la gasolina, sino sobre el destino de la industria que aún
muy mal manejada, todavía nos da de comer.
José
A Guerra
joaguerrab@gmail.com
@JoseAGuerra
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