El socialismo sólo ha servido para hacer del poder político el mecanismo más artero para traicionar intereses legítimos y clamados históricamente por sectores deprimidos. AJMonagas
En
lo que va de siglo XXI, la política venezolana ha tronchado significativos
paradigmas suscritos por la teoría política desarrollada desde tiempos de
Nicolás Maquiavelo, de quien se dice haber sido uno de los estudiosos
contemporáneos más controversiales del devenir político. En la política
vernácula se cumplen muchas de aquellos aforismos que denigran o discrepan de
quienes ejercen el oficio de políticos. Bien desde un cenáculo político
partidista, o desde una curul en el alto gobierno. Así que no hay duda al
inferir que hacer política en Venezuela dejó de ser la forma de corresponderle
al pueblo mediante una gestión que honre principios y valores morales, para
convertirse en cualquier camino que conduzca a enrarecer lo que se presumía
como solución de un problema.
El
llamado “socialismo bolivariano” no llegó a situarse como la doctrina política
cuyo compromiso estaba dirigido en dirección de hacer de Venezuela un país
referencia para el desarrollo y crecimiento económico y social. Lejos de eso,
sólo ha servido para hacer del poder político el mecanismo más artero para
traicionar intereses legítimos y clamados históricamente por sectores
deprimidos. Precisamente, en esa línea de intención se conjugaron insidias y
engaños con el propósito de generar otros intereses imaginarios e injustos a
partir de los cuales justificaron la demolición de la institucionalidad
democrática en nombre de una “revolución pacífica”.
Sin
embargo pese a tanta perversión organizada y maledicencia sustentada, el
régimen no ha podido alcanzar sus objetivos “revolucionarios”. Las realidades
siguen develando escabrosas situaciones en medio de gruesas confusiones
generadas. Particularmente, por la complejidad bajo la cual coexiste el país
político y económico con factores independientes del influjo gubernamental. Más
aún, sin siquiera tener la menor idea de las circunstancias que rodean lo
propio. No obstante en medio de conflagraciones de tan suspicaz naturaleza, el
régimen cree ilusamente saber desenvolverse cuando bastante lejos de tan
escueta suposición se encuentra actualmente. No sólo por la ineptitud de sus
funcionarios. También por la incertidumbre dominante cuyo ámbito de acción
abarca espacios más allá de los que supuestamente pudieran presumirse.
El
problema tratado trae a colación el
grave desarreglo inducido por causa de recorridos de decisiones en contrario
cuyos aludidos argumentos se comportan como naves arrastradas por un vendaval.
Pero por un severo vendaval producido por una fenomenología político-económica
cuyo contorno viene trazándose por la fuerza de imperios sin nombre. Aunque
enraizados por el espíritu del más siniestro capitalismo sin que estos sean
percibidos como tales. Menos en el trance de un gobierno como el que rige los
destinos de Venezuela, tristemente distraído por la corrupción y empantanado
por la inflación. Pero además, azotado por delirios de fatua grandeza de cara a
un consumismo negador de capacidades y potencialidades.
En
el ínterin de lo que dicho estado de hechos aviva, el régimen venezolano
continúa cometiendo errores garrafales que ponen en riesgo la salud emocional
de una población cuyas esperanzas de reconquistar su defenestrada calidad de
vida sigue siendo bandera de lucha. La arrogancia de las estrategias
revolucionarias, han llevado el país al cadalso. Al extremo que buena parte de
las decisiones tomadas, son una apuesta al fracaso sin medir alternativas que
entiendan otras distintas de las que han hundido al país en lodazales, fango y
migajas. En medio de lo que este caos arroja en su perjuicio, no cabe duda de
que el venezolano está atravesando realidades groseramente seducidas por rareza
tormentosas.
VENTANA
DE PAPEL
¿ESTADO
SUPLENTE?
Los
abusos no son solamente actitudes en personas que viven un concepto exacerbado
del poder ante circunstancias cotidianas. También, es la respuesta de gobiernos
déspotas cuya actuación tiene un carácter tan deplorable como groseras son sus
manifestaciones de legalidad. El régimen venezolano no escapa de acusaciones
alrededor de actitudes de abuso de altos funcionarios. Actitudes que incluso
violan preceptos constitucionales y normativos.
El
caso de funcionarios que desempeñan más de un cargo público remunerado, es
habitual. A pesar de que el artículo 35 de la Ley de la Función Pública es
taxativo al respecto al puntualizar que “a menos que se trate de cargos
académicos, accidentales, asistenciales y docentes”, ello es permitido. Lo
contrario contraviene el ordenamiento jurídico. Sin embargo, una visual rápida
por la estructura de la Administración Pública, pone en entredicho lo planteado
normativamente. Sobran los ejemplos que ilustran tales contrahechos.
Así
se tiene, entre otros, la situación del ministro de Economía, que además de
vérselas negras lidiando con materia que no domina, preside la Corporación de
Banca Pública y el Banco de Venezuela. El ministro de Turismo, atiende Inatur,
Venetur y el Fondo Mixto de Promoción y Capacitación Turística. El ministro de
Educación es al mismo tiempo Vicepresidente del Área Social, coordinador de la
Misión En Amor Mayor y presidente del Fondo de Ahorro Familiar. El de Ciencia y
Tecnología, conduce CANTV y también Movilnet. El ministro de Alimentación,
preside Casa y Mercal. La ministro de la Mujer, es también Superintendente de
Defensa de los Derechos Socioeconómicos. El de la Presidencia de la República,
es igualmente presidente de la CVG. El ministro de Transporte Acuático y Aéreo,
preside el Órgano Superior de Defensa Popular de la Economía y el Sistema
Nacional de Vivienda y Hábitat. También es vicepresidente del Consejo de
Ministros. Aunque la guinda la pone el ministro de Petróleo y Minas quien tiene
sobre sus cansadas y aporreada espalda, los cargos de vicepresidente del Área
Económica, presidente de Pdvsa, del Fondo Simón Bolívar para la Reconstrucción,
de la Comisión Presidencial de Balance de Alimentos. Además, es responsable del
Consejo Nacional de Exportaciones y supervisor de tres organismos más adscritos
a la Vicepresidencia de la República. Entonces, ¿cómo puede denominarse tal
relajo donde el repechaje de cargos está en manos de “sustitutos”?
Posiblemente, esto querrá decir que el país está bajo la tutela de un ¿Estado
Suplente?
CÓNSUL
POR UN DÍA
El
caso del general apodado en su mocedad “Pollo”, no resulta dramático por lo que
el problema, como situación incómoda, representa. El mismo tiene serias
repercusiones morales y jurídicas. Más ante el país político, que para la
persona impugnada. Además, rechazada publica y legalmente. Esto se traduce en
una grave sanción para el régimen toda vez que sigue sin entender los alcances
del embrollo. Aunque posiblemente no comprenderá lo mal que quedó Venezuela. No
hay forma de hacerle ve a sus altos funcionarios, el desastroso ejemplo dado al
momento que las ínfulas de Petro-Estado pudieron más que los canales regulares
a través de los cuales la diplomacia y el Derecho Internacional tienen cabida.
Ahora
esto pareciera no quedarse de ese tamaño. Aunque para el régimen, la vergüenza
no será impedimento para actuar al mejor estilo “western”. Se impone
abiertamente le Ley de la Selva. Quien tiene más recursos de poder, gana la
confrontación. Sin embargo, el gobierno norteamericano iniciará una querella
ante la justicia internacional con argumentos que consideran legales. Ello, con
la intención de hacer valer no sólo su poder. También, para ordenar el mapa
sobre el cual actúan los países con escaso sentido de la geopolítica y de las
relaciones de intercambio sobre las cuales se deparan mecanismos de arbitraje
que buscan armonizar el encuentro entre naciones a partir de sus ventajas
comparativas y competitivas.
El
caso que este problema ha destacado, no es propio de países que hablen el
idioma de la democracia. Pero si es característico de regímenes basados en
diferencias conflictivas o en aberraciones tautológicas que sólo plantean
agresiones, humillaciones, ofensas, exfoliaciones y transgresiones de toda
índole. La mentira o el engaño con fines demagógicos ha dejado de ser recurso
de gobiernos que reconocen en el hombre sus virtudes y capacidades.
Así
que luce absurdo congraciarse con regímenes que resguardan falsas lealtades por
lo que ello puede representar en materia de beneficios personales. El mundo
entero ha condenado la pretensión de amañar una relación diplomática solamente
para conservar algunas cuotas de poder que no brindan ganancia alguna al hecho
democrático. No puede justificarse el error de un gobierno que no sabe
discernir al momento de nombrar sus representantes políticos en el exterior.
Entonces, no cabe la idea de nombrar a alguien cónsul por un día.
“Las
necesidades de una nación abatida por la miseria que deja el populismo, no es
condición para que gobiernos siguientes impongan medidas como fórmulas inexorables
de solución. Si hay democracia por delante, el camino a transitar debe ser la razón
compartida y el poder ejercido con la mejor prudencia posible” AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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