miércoles, 20 de agosto de 2014

ALBERTO JIMÉNEZ URE GOBERNANTES MEDIOCRES Y «PAROS UNIVERSITARIOS»

¿Para qué universidades, liceos o escuelas si quienes marcialmente nos gobiernan pueden contratar grupos de esclavos que sean capaces de trabajar y extraer combustible fósil en silencio y sin protestar en una empresa petrolera? 

¿Para qué profesores, estudiantes, artistas o intelectuales libertarios si tenemos hombres dispuestos a recibir entrenamiento miliciano para someter y acometer genocidios?¿Para qué poderes públicos si quienes marcialmente nos gobiernan son la Institucionalidad del Estado»

Escribí y publiqué el presente texto en el diario El Universal de Caracas, el 31 de Enero de 1997, víspera del advenimiento de quienes no combatieron ni proscribieron los comportamientos criminales de sus predecesores: sino que los imitaron y adoptaron al extremo de monstruosamente exterminar el «Estado de Derecho» en Venezuela aparte de apropiarse, en concierto con forajidos transnacionales, de nuestras riquezas petroleras y arruinar la principal empresa del país.
Pese a los cambios de gobierno que en el curso de la «Democracia Representativa» hemos tenido, los «paros» que sistemáticamente se suceden en nuestra nación demuestran que todavía no hemos experimentado mandatarios competentes. 
Los trabajadores al servicio del Estado no deciden convocar las huelgas por divertimento, avaricia o flojera. Es inocultable la progresiva e inaudita depauperación del poder adquisitivo de los venezolanos, realidad frente a la cual los políticos al mando suelen asumir posiciones que ponen en evidencia que no son inteligentes ni aptos.
Casi es inevitable que padezcamos gobiernos ineptos. Son los partidos políticos, las cofradías de hombres y mujeres movidos por intereses oscuros e irrevelables, los únicos autorizados por las leyes para ofrecer candidatos a la Presidencia u otros cargos. Nadie con suficiente probidad y que se sienta capaz puede competir sin el apoyo de alguna organización admitida por el Consejo Supremo Electoral contra alguien que sea impulsado por esas especies de mafias institucionalizadas y lícitas. Mientras nuestra República sea constitucionalmente lo que conocemos, jamás seremos gobernados por los más justos y aptos.
Por ello sostengo los venezolanos vivimos en un país desintegrado: caótico, sin la protección de las leyes o instituciones (es decir, sin Estado de Derecho). 
La Casta Exterminadora de Tesoros Ajenos, inserta en los poderes Ejecutivo y Legislativo, actúa cual excepción frente a los castigos expuestos en la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público y el Código Penal. 
En cuanto a los empresarios y financistas inescrupulosos, logran multiplicar ininterrumpidamente sus fortunas gracias a sus alianzas con los malhechores del «Hedor Político». Los funcionarios públicos de alto rango que buscan enriquecerse necesitan de los primeros y por esa razón la «Administración Pública» no es cosa diferente a la «Depredación Nacional».
Los paros universitarios representan la sintomatología de una enfermedad crónica llamada incompetencia: y que, desde su juventud, adquirieron muchos de los presidentes y ministros que nos han azotado.
La actitud fraudulenta y ventajista en la praxis del poder por parte de los gobernantes pone en evidencia que a ellos no les interesa el fortalecimiento del Sector Educativo, el mejoramiento de las condiciones de existencia del ciudadano ni la patria: sólo el hurto, el aprovechamiento y la apropiación indebida de bienes o servicios, la vida buena e individual o de la casta a la cual pertenecen por encima del empobrecimiento de una mayoría bajo sufragio timada.
Los universitarios no suspenden sus labores por culpa de la insinceridad y maledicencia que han caracterizado a los ministros de Educación y Economía de Venezuela. Tenemos recursos financieros, eso es indiscutible y del dominio general; pero, infortunadamente, lo que más abunda en este país es gente mediocre en los poderes Ejecutivo y Legislativo: centros de distribución del Tesoro Público, apetecible botín siempre a la vista y disposición de los forajidos.
Ni los universitarios ni el resto de los trabajadores honestos de la nación tienen por qué continuar sometiéndose, por el capricho de un enjambre de traidores al mando, a los dictámenes de los «Depredadores Nacionales e Internacionales de la Economía Venezolana». Los paros son una calamidad, es cierto: empero frente a la opción del alzamiento o contienda armada, de la guerra civil, son todavía preferibles.

Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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