Venezuela
es aún en pleno siglo XXI, una herida abierta por los conquistadores y
colonizadores españoles que no ha dejado
de sangrar hasta la fecha. Es un dolor infinito, sin ocasos, que no sabe de
treguas.
Siempre
ha sido lo que ahora: pies descalzos, estómagos vacíos, hambre, miseria,
pobreza, un espacio lleno de analfabetismo, de vidas desesperanzadas, de
destinos truncados por la delincuencia, el alcohol o las drogas; y sobre todo
de políticos irresponsables.
En
ella la libertad es una mentira; la democracia es una mentira; la paz es una
mentira. El Derecho es una mentira. La justicia es una mentira. Ha sido una
tierra llena de petróleo, plata y de oro, pero que por obra de unos pocos
politiqueros, a la fecha es tan sólo oquedades abiertas en este o el otro
cerro, huellas de seres humanos que vinieron de la nada y que volvieron a
ella luego de recoger recuerdos labrados
por dolores inmensos y por carencias sin
límites.
Fue
un bosque inmenso, de hojas apretadas, en las que no se abría paso ni la
luz del sol, pero que fueron deshechas, con todo y los troncos de los que
formaban parte, por manos callosas, endurecidas por las largas faenas, por
heridas supurantes, por explotaciones sin treguas y que, por enriquecer a unos pocos ahora son eriales que están
vinculados con recuerdos
desvanecidos por el olvido.
Venezuela
fue río y quebrada, océano y laguna, lluvia apretada y frío seguro, que hasta
la fecha no se ha utilizado para apagar
la sed de los sedientos, ni para ponerle término a las tierras incultas u
ociosas, ni para iluminar las apretadas obscuridades de las calles y de las
humildes casas de nuestros pueblos, ni
para hacer que la producción crezca con más velocidad que las malezas.
Venezuela
es una Patria de tiranizados puestos al servicio de unos cuantos políticos
ricos que todo se lo han malversado, que de todo se han vuelto dueños; que
pasan sus vacaciones en las grandes ciudades como Nueva York o París Londres
o Tokio y que viven en residencias VIP
de precios imposibles, mientras en sus ocios son servidos por hombres y
mujeres que nada saben de la alegría ni
del bienestar.
Así
es Venezuela, mi país. Así ha sido siempre gracias a los políticos que
relevaron a los conquistadores y a los colonizadores que siglos atrás exterminaron
a los indígenas y se quedaron con todas las riquezas del suelo y del subsuelo.
Mi Patria, mi Venezuela es, en fin, un
dolor que jamás desaparece ni se calma porque para ella la piedad gubernamental
no existe.
britozenair@gmail.com
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