Si algo evidencia la pobreza del liderazgo de Nicolás
Maduro y la debilidad de su gobierno es el significativo avance del militarismo
en la sociedad venezolana, realidad que en los últimos meses se ha convertido
en una seria amenaza a la paz y la institucionalidad de la República.
El militarismo no es algo nuevo, al contrario es parte
del legado de Hugo Chávez pero el actual cuadro de fragilidad e inestabilidad
política del régimen ha obligado a Maduro a ceder un poder excesivo a la cúpula
militar y a las fuerzas cubanas que representan al llamado el castro-comunismo.
Nicolás no gobierna, sobrevive. Sus carencias e ilegitimidad lo obligan a
entregar el poder por cuotas.
En tiempos de Chávez, el militarismo ya era un rasgo
inocultable y aunque siempre fue una amenaza, él tenía suficiente liderazgo en
la institución castrense para frenar las ambiciones y administrar la codicia de
sus compañeros de armas. El problema es que Maduro perdió el control en ese
peligroso juego y hoy gobiernan los cubanos junto a una cúpula militar.
Desde la perspectiva democrática, la sola idea de “un
gobierno cívico-militar” es una perversión y bajo ella subyace una cultura
autoritaria. Pero esa idea ha quedado atrás para dar paso a la pretensión de
imponer “un régimen cubano-militar”.
Diosdado Cabello, Rodríguez Torres y Padrino López –entre otros- son el
cogollo de lo que Luis Tascón llamó la “Derecha Endógena” pero sin duda, hoy
son la más nítida expresión del militarismo en Venezuela.
La designación del General Padrino López como orador de
orden en la Asamblea Nacional –foro político por excelencia en una democracia-
es por sí misma una depravación que evidencia la debilidad institucional del
parlamento. Que este General ofrezca lealtad y disciplina a Maduro –en vez de a
la Constitución y al pueblo- además de ser mentira, es un penoso acto de
adulancia. Lo grave es que un militar activo viole nuestra Carta Magna diciendo
que la FAN es chavista y que lo haga en ese escenario, es una atrocidad que
muestra la degeneración del sistema político. Desconocer el carácter apolítico
y no deliberante de la FAN lesiona seriamente a la institución castrense y a la
democracia pero decir que ellos –los militares- garantizan la estabilidad
política es algo muy peligroso pues en las democracias no son las armas, ni el
chantaje de una revolución armada lo que garantiza la estabilidad política sino
las instituciones de la República.
La aberrante sentencia del TSJ avalando la activa
participación de los militares en la política y la excesiva presencia de
efectivos castrenses en los medios de comunicación durante los últimos días,
son signos preocupantes del aluvión militarista que se le viene encima al país,
sepultando al poder civil y destruyendo los pocos vestigios de democracia que
quedan en Venezuela. Hoy se hace impostergable que la sociedad democrática
reaccione y ello incluye a los sectores institucionales en el mundo militar,
que seguramente están asqueados.
También incluye a las bases chavistas y a la reserva
civilista que posiblemente sobrevive en el campo oficialista pues un régimen
cubano-militar también es una amenaza para ellos.
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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