De 1989 a 1998 fue la etapa del derrumbe institucional
del modelo puntofijista, el año 2013 y lo que va del 2014 dibujan el desplome
del régimen chavista; al igual que en aquel momento, se está viviendo un punto
de quiebre del modelo de dominación y se están sentando las bases para una
transición, cuya fecha estará determinada por la fuerza que amalgame el
movimiento popular, sin distingo de colores.
En medio de la crisis estructural del modelo rentista y
mono productor venezolano, se han producido marchas y contra marchas; estos 15
años de demolición de la institucionalidad y de revolución de retórica y de
cambio de actores, de nombres y de fachadas, no solucionaron los problemas de
la gente, ni mucho menos crearon algo nuevo o superior a lo anterior. Hoy se
están fusionando los elementos que determinan la posibilidad de un colapso
económico en el corto plazo, como consecuencia de las desastrosas políticas
desarrolladas por el régimen.
El gobierno ha logrado un “milagro” con precios
petroleros de $100 por barril y los ingresos fiscales más altos de nuestra
historia, ha producido la inflación más alta del mundo, desde el 2008
acumulamos 445% de inflación, el 2013 fue de 56,3%, en el primer semestre de
este ya va por el 28,5%, en el renglón alimentos rebasa el 80%, se pulverizó el
poder de compra de los salarios. Apareado con esto, continuó la quiebra del
aparato productivo nacional, al punto que nuestros ingresos por ventas dependen
en un 96% de la renta petrolera, haciéndonos más vulnerables aun; incrementaron
la deuda pública en un 900% en 15 años, rebasando los $250.000 millones; La
actividad económica en el primer trimestre de 2014 retrocedió a -3% del PIB y
el índice de escasez pasó del 30%.
Las reservas internacionales han caído drásticamente y no
hay dólares ni para cubrir las importaciones, de las que dependemos como nunca
antes. La escasez de divisas ha puesto sobre el tapete que el gobierno “le debe
una vela a cada santo”. Síntomas del fracaso de una política económica que
descansa en la especulación financiera, la corrupción, el despilfarro y un
control cambiario sin control, mediante el cual se robaron en 10 años más de
$70.000 millones. Además, saquearon PDVSA que ya adeuda casi $160.000 millones
y a las empresas de Guayana, que las dejaron con tal precariedad, que no
producen ni para sus gastos operativos.
Esto, más los 2 millones de hogares en situación de
pobreza; el caos de los servicios públicos; la crisis educativa que ya refleja
1.700.000 jóvenes que no estudian ni trabajan; un sistema de salud con cáncer;
el terrible flagelo de la inseguridad, la violencia y el crimen, entre otros
males, que deterioran la calidad de vida de los venezolanos, nos colocaron en
el país con el peor desempeño global en la región.
Las claves para cambiar esa realidad y evitar el colapso,
son: reinstitucionalizar y sanear la vida pública, producir bienes y servicios
y unir a la gente en torno a un proyecto integral.
Golfredo Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila
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