“LA Biblia habla largamente de la ciudad. En
la primera página, es verdad, está ausente; el paraíso es un parque situado en
un campo, podríamos casi decir, un vergel. Pero la última página de la Biblia
es la visión de la ciudad nueva, universal y eterna. Se encuentra en ella el
paraíso, pero en esta ocasión, situado en la ciudad. Del campo a la ciudad, de
un parque del campo a un parque de la ciudad, como si la Biblia nos describiese
un largo viaje de la humanidad; este viaje se parece muchísimo al movimiento
que nos descubre las historia de la humanidad de los últimos milenios”. (José
Combin, Teología de la Ciudad, Colección Reserva, Nun. 009/ Julio 2009).
Acotación necesaria…
Puerta Caracas (La Pastora 1930) |
Hablar de la ciudad implica, también, hablar
de la Puerta de Caracas, como la Puerta de Alcalá. Solo que de la Puerta de
Caracas apenas nos quedan vestigios de lo que fue en el próximo pasado, su
conexión con el Guaraira Repano, puede ser reconstruido por la imaginación,
pero acotada en su conurbación urbana y rescatar sus raíces históricas, hay que
referirse al hoyo de la puerta, a la puerta de la carretera vieja, a la puerta que es la autopista que nos
articula al frente marítimo caribeño, a la puerta que nos conecta con los altos
mirandinos y la puerta amplia que nos enlaza con el Miranda profundo de sus
pobladores originarios que nos permite recordar el gesto solitario, auténtico,
pleno de honor de Alonso Andrea de Ledesma, viejo hidalgo, Quijote caraqueño,
símbolo y espíritu de la resistencia mito enterrado en el hondón de nuestra
patria que nos novelara Mario Briceño Iragorri.
Es así en otras latitudes otras puertas, como
el río Rubicón, límite entre Roma y la Galia Cisalpina, que fue franqueada por
César, dejando para la historia una frase, tomada del comediógrafo Menandro, su
autor favorito, que textualmente expresada Alea jacta est., "la suerte
está echada". Una puerta detenida es como un carruaje sin ruedas. Pero si
está entreabierta, es misteriosamente invitadora.
En una entrega generosa de su espacio ha
intentando una y otra vez llamar nuestra atención. El hijo mestizo de español e
india cacica, o del blanco español y negra africana. Hasta ahora no le hemos
resuelto sus carencias. Aunque hijos del mestizaje o del blanco español, la
tierra es la América Morena; la que parió una camada de todo un mantuanaje
comprometido y lúcido que logró instaurar la libertad allende de montañas y
ríos. Caracas fue el norte que libertó al sur sin, apropiárselo, como la
historia nos ha evidenciado que todo norte esclaviza al sur. Caso insólito,
pero aleccionador. Y hoy intima al nuevo mantua naje del saber y del poder, del
hombre llano que se le salve, pero de verdad, como agradecida recuerda el
hermoso gesto de un ayer, de uno de
tantos, de aquel anciano presto a defenderla de piratas y corsarios que le
asolaban. Pide que se le lave para liberarse del olor nauseabundo. Que el aroma
de sus flores en Galipán se esparzan en sus confines. Porque ella no es
cordillera y ríos solamente. Ella es serranía, ríos, y laderas. Quién intente
separar la ciudad de su Ávila, su condición de sultana, la está empalando para
conducirla a la muerte. Los que la conocen tal cual es, sabe que ella es su
Ávila su concreto y sus quebradas, como las extremidades superiores e
inferiores forman un solo cuerpo integral.
Poema homenaje a la ciudad de Caracas.
Nubarrones
en mi ciudad
Amenazadores
e inmensos nubarrones se acercan,
Y
en nuestras pupilas hay relámpagos de espantos.
Abre
tu balcón abre tu puerta, mira como nos cercan
Como
empatadas en la lluvia de tu llanto
Observa
como pasa en caravana sombría
Como
señales de un tiempo ya marchito,
Que
parecen las sombras que disipan la alegría,
Y
sus tragedias avanzan, con un rumbo expedito.
Abramos
nuestras puertas y ventanas, no quiero sentirme
Encerrado,
No
es hora de llanto, no es hora de ruego;
Necesitamos
atravesar el espeso nublado,
Con
paso seguro y alejados del miedo
Para
los falsos profetas, hay que preparar la hoguera,
Donde
han suplir, por engañar a los débiles con sus perturbados
Embelesos,
Y
los que fortaleza hemos observado en esta corta primavera
Nos
permita, darles una mano a todos, no solo a esos.
¿Qué
hay en mi desollada ciudad? Sueños, esperanzas,
Dolores,
Nexos,
amistad, pasiones, y pensamientos escritos;
Versos
de los poetas de la capital y sus pasados amores,
Y
los todavía hermosos tonos de sus colores benditos.
Abramos
nuestras ventanas y puertas dejemos que circule
El
viento;
En
un nuevo lapso
Ya
veremos como se calma;
Los
que no sacian su avidez, solo dejaran sufrimiento;
No
podrán colmar su codicia, todo el dinero no es un alma;
Allá
van nuestros pensamientos, nuestras vidas entreabiertas;
Atrás
quedó el guaire y su cauces colmado, lejos van sueños y lazos;
Distantes
marchan viejos goces, como tierras yertas;
Aquí
mi ciudad desollada y fragmentada en mil pedazos.
¡Qué
extravío! Pero obstante nuestro corazón aún vibra
Como
llama inflamada de quienes no aceptamos el precio
A
los que con soberbia trataron de arrancarnos fibra por fibra,
Mi
sangre arde y no quiero que sea mi último verso.
El
dolor pronto pasa y en el alma no hay vacío,
Para
que todo se consuma; no hace falta un holocausto
El
moho y la lluvia rasguean el cielo sombrío,
Solo
las suaves sonrisas de Rafael y Nicole mitigan mi sobresalto.
Como
expresiones extrañas de mi angustia y de mis iras,
Añoro
de mi ciudad los vientos avileños, que acariciaban mis oídos,
Y
fraseaba juramento, y verdades y
mentiras,
Remedo
tiernos besos y engañadores gemidos.
Quiero
partir hacia el mar, quiero estar con él a solas,
Aspiro
hablarle de mis gozos, mis afectos y mis penas,
Mientras
perciba el ruido de sus encrespadas olas,
Que
me recuerdan inquietantes caraqueñas, de profusas melenas.
El
ruido de mi ciudad es el salmo de mis esperanzas rotas
Juntar
los rompientes con mis ideas; quiero ser uno y el mismo
Mis
lastimadas ilusiones son: como esas blancas gaviotas
Que
hacen su nido en lo más alto de las rocas… y se los traga… el abismo… Autor:
Pedro R García Molina
A
todos los dirigentes de la metrópolis, especialmente a los detentan mandatos
producto de los votos del noble pueblo caraqueño, y a los pretendientes a tales
les toca tomar en sus manos el reto de hoy. Si lo hacen sus nombres estarán
labrados en el monumento de sus bienhechores. Si ello no ocurre, seguirá en la
esperanza hasta que alguien con lucidez y sensibilidad marche en su encuentro.
En
el Bicentenario, nada que celebrar. Todos saben de la complejización de los
problemas y de los pésimos servicios públicos en todos lo niveles. Y quizá,
como Clinton con la economía de su país en su tiempo, se apresten a resolverlo.
Ese es nuestr reafirmación y deseos en su 447 aniversario, y poder decirle en un
futuro cercano a sus habitantes, a los preteridos de siempre que batallan por
sobrevivir el laderas y alcantarillas, y al mundo que por fin despejamos la
incógnita del Libertador manifestada a su tío Esteban Palacios en 1828: cuando
observándola ruinosa le interpeló ¿tío donde está Caracas? y así poder
responder no solamente al Libertador si no a todos nuestros hijos en un futuro
cercano.
¡Aquí está Caracas!
Pedro
R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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