martes, 1 de julio de 2014

PEDRO BENÍTEZ, CARUACHI Y TOCOMA

CARUACHI TERMINADA 
Aunque fue puesta en servicio (con retraso) en el año 2006, la represa hidroeléctrica de Caruachi fue la última gran infraestructura planificada y proyectada por un gobierno de los Cuarenta Años: la segunda administración del presidente Rafael Caldera. Tiene una capacidad de aporte al Sistema Interconectado Nacional de 2 mil 160 megavatios.

Por su parte, la central hidroeléctrica de Tocoma es la hermana gemela de la anterior. Es el mismo tipo de obra, con las mismas dimensiones, el embalse con la misma capacidad y su aporte al Sistema Interconectado Nacional también será de 2 mil 160 megavatios.

Ahora las diferencias: la construcción de Caruachi arrancó en 1997, y si bien estaba prácticamente terminada en 2003 no fue inaugurada hasta el 2006. Así que convengamos que para su culminación definitiva la CVG-Edelca necesitó nueve años. Su costo de inversión a la Nación fue de 2 mil 500 millones de dólares. Tocoma empezó en el año 2002 y oficialmente todavía no van por encima de 2/3 de su ejecución (pese a que dijeron estaría lista en 2012), pero su costo ya va por los 10 mil millones de dólares.

TOCOMA SIN TERMINAR 
Léase bien: Caruachi costó 2 mil 500 millones de dólares. Tocoma (que no está lista) ya se comió 10 mil millones de dólares.

Las dos son igualitas. ¿Por qué la diferencia? La respuesta: se robaron los reales. Así de sencillo.

Hoy en día no hay área de la Administración Pública venezolana en la que pueda iniciarse una nueva inversión, realizarse un plan o adquirir algún equipo sin que de por medio estén presentes un grupo de funcionarios vinculados al PSUV ávidos de sumarse a la ola de saqueo contra el Tesoro nacional. Actúan y razonan como una plaga de langostas. Eso tiene paralizado al Estado, y alarmados a los altos cuadros políticos del Gobierno y del partido oficial; pero no saben cómo poner coto a la situación.

La ya larga crisis del sector eléctrico iniciada por falta de planificación se convirtió en una oportunidad para comprar con sobreprecios plantas eléctricas, que evidentemente fue el criterio prioritario al momento de decidir el cómo abordar el problema. No se realizaron las inversiones necesarias en transmisión y distribución (origen del problema) sino en generación (donde está el negocio).

¿La raíz del mal? La decisión tomada por Hugo Chávez y Jorge Giordani en 1999 de destruir la obra de hombres como Leopoldo Sucre Figarella o Rafael Alfonzo Ravard: el aparato profesional y administrativo del Estado venezolano.

@PedroBenitezF.

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