miércoles, 30 de julio de 2014

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, DIVERTIMIENTOS

Venezuela se ha convertido en un país sui géneris. La variedad de concepciones y argumentaciones para salir de la crisis que nos asola demuestra, entre otras cosas, que la capacidad de análisis se mantiene intacta. Esta característica no es condenable en lo absoluto puesto que la amplitud de discernimiento es una concepción divina.
 

Lo contradictorio estriba en la determinación exacta del momento histórico en que se vive, puesto que es a partir de esta premisa que el análisis y las propuestas se hacen viables. Los médicos para diagnosticar requieren de un examen que abarca los síntomas y las condiciones generales y particulares del paciente. Los politólogos, sociólogos y demás afines requieren de instrumentos similares.
 
En política es menester también analizar las situaciones generales y particulares de todos los elementos que inciden en la vida del país, como lo son, a manera de ejemplo, la realidad social, económica y política del momento. La interconexión de todos los componentes nos permiten establecer y proponer los cambios pertinentes. La razón es simple y paradójicamente muy compleja: si nos equivocamos en el diagnóstico, el tratamiento terapéutico es inútil y hasta letal.
 
Estas consideraciones me vienen a la mente en ocasión de leer y analizar las diversas propuestas producto de dictámenes establecidos para instrumentar los correctivos. Algunas personalidades se cubren con sesudos análisis, casi catedráticos, para demostrar la enjundia y cultura que poseen como elementos permisivos para encandilar y deslumbrar mentes desorientadas.
 
Está casi consolidado un régimen milico con adorno civil con la voluntad de permanecer en el poder a como dé lugar, obtenido por el afianzamiento progresivo de todos los poderes públicos en uno solo. Esa es su ruta trazada y no la cambiarán si no se les obliga a ello a través de los ya escuálidos vestigios de acción política que permanecen en la Constitución con la protesta y desobediencia civil ejercida a cabalidad.
 
El secretario general de Copei, muy orondo, se permitió solicitarle al Presidente de la AN una audiencia para exigir la conformación de un gobierno de unidad nacional para salvar a la República. La respuesta, destemplada como le es habitual, no se hizo esperar y "los dejó con los crespos hechos".
 
Podría seguir enumerando las numerosas propuestas. Me circunscribiré a dos: participar a todo evento en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 y la solicitud de una Asamblea Nacional constituyente. Ambos procesos arropados con los poderes públicos actuales.
 
Brillantes economistas hacen certeros estudios acerca de los problemas. Estos remedios se implementarían con dos condiciones: el gobierno recapacita y aplica una nueva política económica distinta a la establecida en los últimos quince años ¡No lo harán jamás! La otra opción es cambio de gobierno.
 
Si a los venezolanos que sobrepasamos ya los dos tercios porque nos disgusta la manera de ser gobernados se nos sigue proponiendo políticas de "pañitos calientes" para curarnos de la gripe casi convertida en neumonía terminal, no nos quedará otro recurso que el de cambiar de galenos y someternos a nuevos tratamientos para salir de la patología crónica que padecemos.
 
Por ahora, por razones distintas aunque concordantes, tanto el gobierno como la MUD tienen establecida la táctica de ganar tiempo. Más de un año sin proceso comicial, para llegar al momento establecido para comenzar el carnaval electoral. Ambos propiciando el chantaje del falso dilema de que "lo tomas o lo dejas". El régimen propicia la continuidad establecida porque tiene claro el camino. La MUD, por su parte, como órgano constituido y con experticia innegable de componedor de voluntades para distribuir prebendas pretende que al llegar la ocasión legal se constituirá nuevamente en un mínimo común denominador. Así se cumplirá el axioma de que "quien parte y reparte, se queda con la mejor parte".
 
Por todo ello, repitiéndolo hasta el cansancio, es menester establecer una premisa fundamental de manera diáfana, sin lucubraciones y argumentaciones manidas: La salida electoral en diciembre de 2015 únicamente procederá como manera pacífica y democrática para dirimir las controversias y cambios de gobierno solamente cuando se le dé cumplimiento a lo establecido en la CN en lo general y en la composición ajustada al espíritu del texto constitucional de los poderes públicos garantes de que la voluntad popular sea reconocida tanto en el proceso, como en el acto de votación y escrutinios.
 
Aún estamos a tiempo de procurar, si no buscamos divertimentos, la "negociación política" conveniente para obtener así la estructura adecuada de los todos los poderes públicos garantes del pleno funcionamiento del estado de derecho acorde a la independencia y capacidad real del CNE, magistrados de la Sala Constitucional y Electoral del TSJ y titulares de la FGR, CGR y DP.

José Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@cheyejr

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