Se
ha erigido como política de Estado la llamada unión cívico-militar. El binomio
con tan cautivante nombre encierra un peligro formidable para un régimen
democrático, más aun en Venezuela donde la participación de los militares, no
en la política, sino en un partido político ya forma parte de la doctrina
constitucional, según lo estableció el TSJ, al autorizar a los integrantes de
las fuerzas castrenses a participar en actos proselitistas, del PSUV, se
supone. Este país absorto en su crisis no atina a ponderar adecuadamente los
riesgos de tal decisión para la estabilidad política presente y futura.
Lo decidido por el TSJ ha sido potenciado recientemente por discursos y proclamas, cada una de ellas más grave que la anterior para la democracia venezolana. Muchas veces los problemas cotidianos y la premura no permiten valorar adecuadamente los efectos de acciones y medidas en un ámbito tan delicado como el militar. Vendida con atuendo de doctrina, se establece que el presidente Chávez configuró una tesis que vincula indisolublemente al pueblo con los hombres a quienes la República les encomendó las armas para su defensa. La osadía va todavía más lejos al postular que el presidente Chávez creó un nuevo cuerpo de pensamiento que tiene rango de omnipresencia y que además es infalible.
Eso
es lo que permite afirmar que el chavismo existe como estructura de pensamiento
coherente y que por tanto la Fuerza Armada Nacional es chavista. Nos vamos a
entrar acá a argumentar lo inconstitucional de tal afirmación, que lo es, sino
más bien a alertar sobre los riesgos de tal supuesto. El primer experimento de este tipo lo
constituyó el Grupo de Oficiales Unidos que en 1945 en Argentina dio un golpe
de Estado encabezado por Edelmiro Farrel y Juan Domingo Perón, basado en la
hipótesis que se requería el concurso de las fuerzas armadas para gobernar ante
la incapacidad de los civiles. A partir de allí Argentina experimentó una
sucesión de gobiernos militaresque arruinaron a ese país y luego costó mucho
reestablecer la democracia. Esas ideas permearon por América Latina y los
militares encontraron sustento conceptual en procura de gobernar. Pérez Jiménez fue un buen ejemplo de ese
militarismo esparcido como virus por toda la región. Con su caída en 1958 se
pensó que nunca más existiría un gobierno militar en Venezuela o tutelado por
los militares.
Con
los dos intentos de golpes de Estado ocurridos en 2002 la situación cambió y
quienes participaron en esas asonadas ahora están cobrando con creces sus
haberes al tomar parte en ellas. Hoy, aquellos que fueron tenientes, capitanes,
tenientescoroneles, entre otros grados, participaron y participanen funciones
gubernativas, unos como militares activos y otros como militares retirados
hasta el punto de copar en cuestionada gestión, funciones claves en la
AdministraciónPública.Cadivi, la Tesorería Nacional,ministerios y empresas del
Estado, gestionados por esos oficiales de la FAN, han sido objeto de
cuestionamiento.
Pero
tan peligrosopara el prestigio y el decoro de la FAN con lo que sucede con el
manejo de los fondos públicos, es el hecho una definición de la FAN como
chavista debido al peligro que deviene del hecho que ninguna corriente política
es permanente y la FAN si los es. La FAN fue gomecista y dejó de serlo aunque
ese tirano haya creado un Ejército moderno. También fue perejimenistasy luego
de depuesto el dictador en cinco años ya no había un oficial que lo siguiera.
De las temibles fuerzas armadas llamadas bolcheviques de la extinta URSS no
queda sino el recuerdo. El llamado chavismo no es ni una filosofía política ni
mucho menos un entidad doctrinaria coherentemente labrada. Es más bien un
sentimiento que penetró en un sector de la población,hoy claramente
minoritario, entre otras cosas por el desastre en que sus legatarios sumieron
al país. De allí lo arriesgado de adscribir la in institución armada a una
formación política. Detrás de la supuesta unión cívico-militar se esconde una
idea sobre la cual hay que alertar y es la tutelar a los gobiernos, al actual y
al que venga.
Ante
la ineptitud de Maduro para gobernar a Venezuela y frente a su inseguridad y
nerviosismo, los sectores más pretorianos lo han cercado y hecho de él un
virtual rehén. De concretarse una derrota del PSUV en comicios libres, basados
entonces en la tesis de la unión cívico-militar y el supuesto carácter chavista
de la FAN, elementos militares pueden embarcarse en una aventura que implique
desconocer al presidente electo por el pueblo. Si es chavista la FAN,
¿aceptarán los altos mandos a un presidente que no se avenga con esa corriente
política? La FAN tiene mucho que aportar al desarrollo nacional pero jamás su
rol debe ser el de brazo armado de un partido político
José
A Guerra
joaguerrab@gmail.com
@JoseAGuerra
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