El modelo económico del
régimen, fracasó rotundamente. A ello contribuyó la campante improvisación que
ha cabalgado sobre el grave problema de un liderazgo incapacitado.
LIDERAZGO DESINFLADO
La vida del hombre pasa necesariamente por
momentos frente a los cuales debe asumir el liderazgo ante toda situación que
demande una decisión de apremiante consideración. Es decir, una determinación
que se conjugue con la satisfacción mediata o inmediata de un problema en
particular. Aunque la dificultad de tan comprometedora situación, estriba no
tanto en las posibilidades que puedan tenerse para asumir la conducción del
asunto, como sí en la capacidad de liderar del individuo y que sin duda toca
aspectos que van desde la aptitud y la erudición, hasta el carisma. Esto es
valerse de una avezada inteligencia emocional con el propósito de inspirar
confianza. Pero también, de abarcar la necesidad de acoplar necesidades con
realidades sintonizadas con el conocimiento que el líder deba tener del alma
humana. Se dice que el liderazgo se levanta a partir de una síntesis superior
de habilidad práctica, visión moral y sensibilidad social.
En política, estas exigencias no sólo son
inexorables. Fundamentalmente, son habituales por cuanto el ejercicio de la
política se sustenta en un liderazgo moldeado en medio de las diatribas y
controversias que conjuran arreglos que satisfagan necesidades. Pero
necesidades que, en principio, son objeto de confrontaciones de todo tenor. El
liderazgo político, según Ronald Beiner (El Juicio Político. Fondo de Cultura
Económica. México, 1987, p.217) “requiere del juicio reflexionante para vivir a
la altura de la responsabilidad que él ha decidido adquirir y que sus
seguidores le han confiado”. Esto significa que el liderazgo político debe
convertir el sentimiento de descontento o malestar, expresado borrosa o
confusamente por un sector de la población, en una propuesta de cambio político
que brinde certeza a la comunidad política para entonces tomar decisiones
importantes que perfilen un futuro promisorio.
El efecto que está causando el comportamiento
político del alto gobierno venezolano, evidencia una impotencia característica
de un liderazgo agotado en su propia realidad. El desorden incitado como
resultado de la ineptitud en el plano de la administración de gobierno
demostrada durante tres lustros de fanfarrona revolución, devino en razones
para justificar la profundización de un bochornoso populismo, que terminó en un
aberrante proselitismo cuyos efectos sucumbieron al país en una gran afrenta o
humillación.
El forcejeo entre posturas gubernamentales
(retrógrados y reformistas), ha servido para enredarse todavía más en
argumentos fútiles toda vez que los mismos conducen al mismo final. O sea, a la
convergencia cambiaria. Indistintamente de los retorcidos caminos por donde
pueda transitarse, modos al fin de control del poder. En todo caso, ello lleva
a un mayor anquilosamiento por cuanto tal pretensión sigue siendo un pesado
factor de constricción de libertades económicas y derechos políticos. Es decir,
a la merma de la democracia. Entre tanto, pululan oscuros negocios puesto que n
el fondo de dicho debate se anclan intereses económicos dispuestos a obtener
las mayores ganancias posibles a partir de cualquier decisión asumida de cara a
esto de la “unificación cambiaria”.
Sin embargo, debajo de cuanto “mascarón de
proa” pueda utilizar el régimen para aparentar avances de la gestión
gubernamental, es indudable ver que la ausencia de liderazgo político ha
llevado al salvaje endeudamiento del país, a pesar de la bonanza petrolera que
se ha vivido. El modelo económico del régimen, fracasó rotundamente. Y a ello
contribuyó la campante improvisación que ha cabalgado sobre el grave problema
de un liderazgo incapacitado. No ha podido corregirse nada. La administración
pública, atrapada en su propia confusión, entró en una etapa de franca
perturbación toda vez que las medidas tomadas fueron en contracorriente de las
circunstancias. Por ejemplo, el incremento de los sueldos en 30% con inflación
en 54%, terminó reduciendo la calidad de vida. También, un recorte de
importaciones al voleo, o la impresión de dinero inorgánico para financiar
gastos improductivos del régimen lo cual dejó ver que los ajustes anteriores
fueron insuficientes para impulsar los intento de desarrollo vociferados.
Visto este panorama de equivocaciones ante 2015, año en que habrá
elecciones parlamentarias, el asunto se le complica al régimen. De seguir
desaforado y extraviado sólo arrastrará las contradicciones suficientes para
tener que “correr o encaramarse”. Esta situación se resume en un gravísimo
problema. Se está a la deriva por causa de un liderazgo desinflado.
VENTANA DE PAPEL
¿PARA ESO QUEDÓ EL ROJO?
Históricamente, el color rojo fue expresión de pasión, intensidad,
entusiasmo y demás condiciones asociadas con la moda o la física espectral.
Para los chinos, es sinónimo de buena suerte. Para el imperio romano, fue
símbolo de riqueza y bienestar económico. Sin embargo, la antigua URSS lo
adoptó para simbolizar al comunismo. Tanto así, que durante la Guerra Fría se
utilizaron términos como “la Amenaza Roja” o la “China Roja”. En la actualidad,
este color se emplea para denotar “estado de peligro” como el “botón rojo”, el
“código rojo”, o las listas o bandas rojas que distinguen saldos negativos,
malas calificaciones, señales de advertencia y hasta situaciones de
muerte.
En política, el color rojo ha venido utilizándose para aludir al poder
o referir circunstancias de evidente inminencia. Quizás, el peligro que
invocara la emergencia de la cacareada “revolución bolivariana”, sólo sirvió
para instaurar un populismo demagógico. De ahí que se valió del color rojo para
denotar la saña que sus ejecutorias portarían como parte de su intencionalidad.
Hoy, la historia de lo que va del siglo XXI venezolano, podría escribirse con
tinta roja parodiando el color con el cual, el extinto presidente–comandante,
rubricaba todo documento que pasara por sus manos. La gestión política actual
ha logrado hacer todo tan mal, por tan erradas e indolentes decisiones, que el
país habría que verse bajo un tamiz que cambie la policromía de las realidades
al rojo. Pero al color rojo representativo de tristeza, sufrimiento, desamparo,
decadencia, desidia.
El abandono acuciado por el régimen ha dejado los hospitales sin
medicamentos, sin instrumental, ni tampoco con talento profesional. Estas
instalaciones están abarrotadas de personas que agonizan ante la falta de
atención. Todo, a desdén de los derechos constitucionales. Hasta los ataúdes
comenzaron a escasear. ¿Qué le espera al venezolano de bajo o sin ningún
recurso?. ¿A dónde llegará el país de continuarse por este sendero de lasitud?
El país cayó en un rango de profunda negatividad por la incidencia del color
rojo. La excusa es que “no hay presupuesto”. Todo enrojeció por el desvirtuado
patriotismo al que indujo las seguidas aberraciones gubernamentales. ¿Para
eso quedó el rojo?
RÉGIMEN QUEBRADO
A pesar de lo que proyectan los medios de comunicación, por imposición
de una Ley Resorte de viso dictatorial, las realidades económicas y financieras
nacionales no son como se lucen gracias al Photoshop. No hay duda de que las
mismas estén bordeando los repliegues del despeñadero por el cual va a dar el
país y todo su equipamiento institucional de continuar con este remedo de
gobierno. Sería iluso pensar que el Banco para el Desarrollo, recién creado por
países industrializados (BRICS) para hacerle frente a la decrepitud de
criterios del Fondo Monetario Internacional, le daría recursos a Venezuela para
financiar su deformado desarrollo económico y social. Ni siquiera, por las
ínfulas del presidente venezolano. De lograrlo, tampoco sería difícil imaginar
que estos capitales se darían a la fuga con el beneplácito de un descarado
populismo lo cual sería avizorado sin mayor dificultad.
En consecuencia, cualquier solicitud criolla en ese sentido no tendría
la aprobación del caso por parte del referido organismo financiero
internacional. Por tanto, no hay mucho que pensar a este respecto
pues es bien sabido por estos países que el modelo venezolano, basado en el
socialismo del siglo XXI, no tiene ninguna capacidad de pago lo cual
pondría en duda que un préstamo solicitado ante este Banco no consiga la
respuesta ambicionada. Más, cuando el país no tiene una historia que avale un
financiamiento de posible consideración y negociación. Particularmente, en el
marco de un régimen quebrado.
“Asumir un liderazgo acorde con
las necesidades en el fragor de una crisis política, no depende tanto de las
oportunidades o circunstancias dominantes, como de la solvencia moral y del
proceder ético de quien ostenta la conducción de la situación en cuestión” AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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