En toda
situación humana, individual o colectiva, se plantea una dialéctica de cambio y
una tensión inevitable entre lo real-posible y lo real- deseable lo nos obliga
a “asumir la tensión entre plenitud y límite, otorgando prioridad al tiempo”
dice el Papa Francisco. Igual recomendación hace el Eclesiastés: todo tiene su
tiempo. Llevado esto al plano temporal y contingente de nuestro momento
histórico, la decisión a tomar para todos los actores políticos y sociales es:
confrontación o reconciliación. En lo personal, sin ninguna duda, lo segundo.
Como
reconciliar las dos Venezuelas o mejor, las muchas Venezuelas: crispadas,
atemorizadas, confundidas y llenas de incertidumbres y problemas. Por un lado
luce irreal el empeño de imponer un proyecto ideológico hegemónico, en si mismo
anacrónico e inviable al igual que seguir insistiendo en políticas que han
fracasado, como recientemente lo recordara un amigo del gobierno el Presidente
Ecuatoriano Correa. Por otro lado, la otra alternativa y de alguna manera
también lo recomendó otro amigo del gobierno el ex presidente Lula, convocarnos
todos los venezolanos, todos los sectores a desarrollar una política de
encuentros críticos y creadores, superando las limitaciones del llamado diálogo
formal, prematuramente fallido.
Los
venezolanos tenemos que aprender a mirar hacia adelante a resolver nuestros
múltiples problemas en clave de futuro y no seguir atrapados en el pasado y
mucho menos en nuestros rencores y frustraciones, profundizando nuestros resentimientos
y diferencias. Pongamos por delante lo que nos une, nos une Venezuela, nos une
un pasado común y un futuro por compartir. Nos une un proyecto político
necesariamente democrático y de desarrollo, con beneficios y logros
individuales y colectivos. Nuestro compromiso nacional debe ser con la
reinvención de la política y la reconciliación del país, desde la gente y con
la gente.
Transformar la Democracia y seguir desarrollando un proyecto de inclusión y solidaridad, sustentado, no en un discurso sino en un desarrollo real de las fuerzas productivas y particularmente del trabajo creador y competente de todos los ciudadanos.
Nuestra opción como lo plantea la
iglesia es por los pobres y los jóvenes y evadir y evitar cualquier camino de
violencia. Trabajar por la Paz que comporta una justicia más perfecta entre los
hombres. El Papa nos aconseja a “aceptar a sufrir el conflicto, resolverlo y
transformarlo en eslabón de un nuevo proceso” y bajo ninguna circunstancia
quedar atrapados en el.
Ángel
Lombardi
alr.lombardi@gmail.com
@angellombardi
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.