Maduro puede conseguir lo que Chávez no pudo:
llegar al Consejo de Seguridad (CS), que es el más alto órgano de Naciones
Unidas y se ocupa de los temas más álgidos vinculados con la paz y la guerra.
Única instancia que puede sancionar e implementar decisiones, incluso por la
fuerza. Está conformado 15 naciones que incluyen a las 5 que ganaron la II
Guerra Mundial, con un puesto permanente y poder de veto sobre las decisiones.
A esa reducida mesa de 15 asientos quiere pertenecer, por 2 años, el régimen de
Maduro.
En 2006 Chávez se enfrascó en una insólita contienda con Guatemala por uno de los dos
asientos asignados a la región, que duró tres semanas, con 48 votaciones. Pero
finalmente se resolvió por un acuerdo de apoyar a un tercero: Panamá. En ese
momento “El Finado” había anunciado que visitaría a Corea del Norte , lo cual
sin duda no contribuyó a obtener los 129 votos necesarios. Tampoco el anuncio
de que Norcorea abrirá una embajada en Caracas, allanará el camino del régimen
a su más deseado trofeo en el mundo multilateral.
El régimen critica y se ha opuesto a la mayoría de
las resoluciones del CS, entre ellas las de Libia, Irán, Siria y Norcorea. Y se
teme, como dijo en 2006 Condoleezza Rice, que la presencia de Venezuela haga al
Consejo “inviable”, “si simplemente desea tener una lucha constante contra
EE.UU. todos los días sobre todos los asuntos”.
El dilema se ha vuelto a presentar, pero ahora el
régimen ha optado por una estrategia de bajo perfil. Intercambiando votos y
recordando que declinó y que hay un “pacto de caballeros” para que esta vez le toque a ellos.
En esta empresa están trabajando Cuba y Brasil, en
especial en África y Asia. También el régimen ha hecho un esfuerzo económico
brutal para expandir el número de embajadas brindando cooperación no
reembolsable y petróleo ("la
regaladera").
Las alternativas posibles para detener este avance
serían o bien que EE.UU. pudiera convencer a otro candidato, quizás de Centro
América o el Caribe -que no le deba favores al chavismo- o que, como propuso el
excanciller mexicano Jorge Castañeda, Cuba y EE.UU. negocien en función de la
normalización de sus relaciones. Lo que también podría usar Cuba en sus
negociaciones con los europeos, que implica substanciosas inversiones. Esto
convierte a los Castro en actores claves en la llegada, o no, de Venezuela al
Consejo de Seguridad. La Venezuela chavista ideologizada puede que quiera
acceder a ese puesto para “denunciar al imperialismo”, pero Cuba tiene otra
agenda
Alfredo
Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
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